Los payasos que llegan al corazón de los niños

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  1. La coctelera de humor de los payasos

Entre pelucas de colores, narices encarnadas, sombreros graciosos, grandes botas y ropa desigual, los payasos han sido desde siempre los artistas preferidos de los niños. Y precisamente los niños que ahora tenemos 30 y 40 años recordamos al último de Los payasos de la tele, Emilio Aragón, que alcanzó el éxito en su carrera en la década de los 70 con su particular circo de televisión.

La coctelera de humor de los payasos

Los payasos del corazón de los niños

Con menos maquillaje de lo habitual en los payasos, una túnica larga de un único color, una nariz colorada, unas grandes botas y una gorra como indumentaria básica y esencial, Miliki consiguió el éxito sin estridencias de vestuario y con una cercanía y cordialidad que sólo los payasos que llegan al corazón de los niños logran conquistar. Sus aventuras, sus chistes, su inocencia bonachona... hacían esbozar la sonrisa y la carcajada de los más pequeños.

Este espectáculo estaba cargado de matices artesanales sabiamente mezclados en la coctelera de humor. Divertían mientras educaban a los niños sin darse cuenta. Entre aplausos, ilusiones y sonrisas aprendíamos con una canción la tabla de multiplicar, con otra la manera de saludar y con otra la forma de contar números. En cada aventura, uns historieta en la que los payasos vivian una peripecia vital, después del desarrollo, cada desenlace tenía una moraleja como las fábulas. Así, los niños también aprendíamos los valores, que son tan importantes en la educación de los niños.

Los payasos han sido los artistas por excelencia para entretener a los niños desde hace siglos. En sus orígenes, estos personajes trabajaban para divertir a los niños de la corte y realizaban sus espectáculos en los castillos y palacios de Europa. Poco a poco, su espectáculo se fue adaptando al resto de la sociedad y se extendió de tal manera que todos los niños del mundo han podido reirse alguna vez con los payasos, aunque no todos. 

Te sonará raro, pero existe una fobia a los payasos, que se manfiesta generalmente en los niños, aunque también persiste en adolescentes y adultos. Esta fobia a los payasos se conoce con el nombre de coulrofobia y se define como un persistente, anormal e injustificado miedo a los payasos. Y es que quienes sufren de esta fobia reconocen que lo que les más les asusta de los payasos es lo que oculta su verdadera identidad, es decir, el maquillaje excesivo, su nariz de color rojo fuerte y sus extraños cabellos. No todos los que sufren de coulrofobia la experimentan en igual grado: algunos sienten un auténtico pánico, y en otros es más bien un recelo que no llega a ser terror.

Ahora que ya soy mayor, me encanta saber que fue de esto precisamente, de lo que huyó Miliki acercándose a la sencillez y a la esencia del niño, apostando por la idea de llegar al corazón de los niños sin grandes puestas en escena ni maquillajes excesivos.

Marisol Nuevo. 

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