Relación entre hermanos: tener un hermano mayor

Relación entre hermanos: tener un hermano mayor

Patro Gabaldón, Periodista
En este artículo
  1. La relación con el hermano mayor

Cuando yo empecé a ir al colegio, tenía a mis seis hermanos en cursos superiores. Aunque está claro que hoy en día esto no es nada común, esta situación tenía bastantes más ventajas que inconvenientes en el ámbito escolar. Lo que nunca se me olvidará es que nadie, pero nadie, se atrevía a meterse conmigo...

La relación con el hermano mayor

Niña con recién nacido

Tener hermanos mayores, para qué engañarnos, es estupendo en la mayoría de los casos. El mayor (o mayores) es el máximo y principal responsable ante cualquier travesura o barrabasada que cometan varios hermanos juntos, sobre él caen casi todas las reprimendas por ser el modelo que el pequeño ha de seguir. El mayor ayuda (aunque sea muy de vez en cuando) a los pequeños en sus tareas. Les apoyan en sus pequeños dramas colegiales.

Son ejemplo y estímulo para los menores en aquello en que destacan. Son la puerta de entrada al mundo de los cursos superiores. Son los que 'pagan el pato' de la inexperiencia de los padres a la hora de enfrentarse con las novedades en el crecimiento de los hijos, y los que allanan el camino a recorrer. Son los que acceden más tarde a las cosas de mayores porque tienen hermanos pequeños, o, por el contrario, son los que facilitan el acceso temprano de los pequeños a las cosas de mayores.

Pero, por otra parte, un hermano mayor también puede ser un quebradero de cabeza para los pequeños. Es el más fuerte, él tiene el poder y, sin duda, hará uso de él para bien y para mal. El hermano mayor puede ejercer el derecho de 'aplastarte' y humillarte, aunque nunca permita que un extraño lo haga. Es el que goza de ciertos privilegios de mayores que quedan vetados a los más pequeños: es el que monta en bici por la carretera, el que sube con papá a la montaña, etc. Es el que muchas veces acapara más tiempo de papá y mamá cuando hay problemas con los estudios.

Ahora no es tan frecuente, pero antes, según me han contado, la carga de responsabilidad para el hijo mayor hacia el cuidado de los hermanos pequeños estaba a la orden del día y podía ser desbordante. Como todo lo bueno en esta vida, tener un hermano mayor supone sacrificios y alguna que otra lágrima para quien lo disfruta; pero es innegable que los que tenemos uno o varios no los cambiaríamos jamás por ser primogénitos o unigénitos. Decía Newton que él se había aupado a hombros de gigantes; igualmente creo que cada niño se aúpa a hombros de sus padres y, si los tiene, también de su hermano o hermanos mayores.

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