Prohibido niños. La niñofobia llega a los transportes

Estefanía Esteban, Periodista
En este artículo
  1. Qué es la niñofobia y cómo afecta a los padres con hijos

La cantante Sarah Blackwood viajaba en un avión con su bebé de 23 meses, destino Vancouver. Embarazada de siete meses, era incapaz de calmar el llanto de su hijo. El niño se levantaba de su asiento, enrrabietado, y no dejaba de llorar. Antes de despegar, el comandante de vuelo decidió expulsar a la mamá y su hijo. El vuelo, según dijeron después, 'no era seguro en esas condiciones'. Sin embargo, justo cuando tomaron esa decisión, el pequeño se había dormido, y los pasajeros apoyaron incondicionalmente a la madre. ¿Por qué expulsarle del avión entonces?

Esa escasa paciencia con los niños (unida a la falta de educación de muchos pequeños), desemboca en la creación de áreas 'libres de niños' en numerosos medios de transporte. Un reciente movimiento que ya tiene un nombre: niñofobia.

Qué es la niñofobia y cómo afecta a los padres con hijos

Niños con señal de prohibido niños

El movimiento de la 'niñofobia' comenzó en bares y restaurantes. Muchos de los clientes se quejaban de las continuas carreras de los niños por el establecimiento, de sus imprevisibles comentarios, de sus gritos... Luego llegó el turno de los hoteles, hoteles que decidieron prohibir el acceso a niños por todas esas otras personas que no soportan escuchar el insistente llanto de un bebé con problemas de cólicos nocturnos

Y al final, el movimiento llegó a los transportes: zonas habilitadas en trenes o aviones para todos aquellos que no quieren compartir su asiento, ni de lejos, con familias con niños

Es muy respetable que haya movimientos que defiendan el derecho a no tener hijos. Tener un hijo es una decisión importante y no es una obligación, por supuesto. Existe un grupo, el NoMo (No Mothers), que se extiende ya por numerosos países. En Inglaterra disponen hasta de una plataforma (Gate Away Women), fundada por Jody Day, para dar apoyo a todas las mujeres que deciden no se madres y demostrar que éste no es un gesto egoísta ni antinatural.

Lo que no consigo entender es que se limite el derecho de una familia a poder viajar y escoger un asiento en primera clase, en estar en una zona determinada del tren, o a visitar ese hotel del que tan bien le hablaron. ¿Y los derechos de los niños que no pueden entrar en todos esos sitios? Y, sobre todo, ¿en qué rincón quedó abandonada la tolerancia, la paciencia y la empatía? Que un niño llore, no es el problema. Que una persona no sea capaz de soportar ese llanto y decida echarle de un lugar, sí lo es. 

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