Consejos para elegir las gafas de los niños

Pautas para ayudar a los padres a elegir las gafas más adecuadas para los niños

Elvira Jiménez. Óptico-optometrista
En este artículo
  1. Cómo debe ser la montura de las gafas del niño
  2. Cómo elegir los cristales de las gafas de los niños

Si ya nos han dicho que nuestro hijo necesita gafas, lo más normal es que nos surjan algunas dudas. ¿Cómo deben ser las gafas? No todas son iguales. Y no sólo cambia la montura, sino que también existen distintos tipos de cristales con características muy variadas.

Por ejemplo, existen monturas más o menos resistentes, de distintos materiales, y cristales con capacidad de eliminar reflejos, de evitar que se empañen... Aquí tienes algunos consejos para elegir las gafas de tu hijo.

Cómo debe ser la montura de las gafas del niño

Niños con gafas

Antes de elegir la montura de las gafas para nuestro hijo, hay que tener en cuenta:

- Que tengan el tamaño apropiado para la cara del niño. No deben ser muy pequeñas ni muy grandes pensando en que va a crecer. La montura ha de tener el tamaño justo que no sobrepase la ceja ni se apoye en los pómulos, tampoco deben dejar marcas en la sien. Se debe tener en cuenta también el tamaño de los ojos y la distancia entre los mismo.

 - En general, se suelen recomendar gafas de pasta, porque el material es más resistente y le da mayor libertad al niño. En el caso de los bebés o niños muy pequeños recomendamos el uso de monturas de silicona, material ligero y muy flexible que aguanta las torsiones y se ajusta bien a las facciones de los más pequeños. Para niños más mayores, o incluso para aquellos que padecen alergias a metales como el níquel, es apropiado el uso de materiales tales como el titanio, muy ligero, resistente e hipoalergénico.

 - Las varillas de la montura deben tener una longitud adecuada para que no le queden muy grandes ni muy cortas cuando las adaptemos a la oreja. Tampoco deben presionar la sien, ni dejar marca, ni heridas detrás de la oreja. Para evitarlo, deben llegar al lóbulo de la oreja y es recomendable que dispongan de terminales blandos. Asimismo, sería conveniente que las varillas llevaran un sistema flexible para que resistan los posibles golpes o tirones de la gafa sin dañarla.

 - Que el puente de la montura apoye bien en la nariz del niño. Si logramos que la montura se asiente bien en la nariz, el peso de la misma se distribuirá mejor y no dejará marcas.

 - Si el niño realiza algún tipo de actividad deportiva, deberíamos elegir una montura de línea deportiva acorde a la actividad que va a realizar y que sólo utilice para estos momentos (deportes con balón o pelota, deportes de contacto como judo o karate, natación, etc.)

 - Que le gusten al niño. Siempre que tengan voluntad de aportar su opinión (por pequeños que sean), es importante considerar lo que le gusta porque el éxito de que las lleve radicará en que esté cómodo con ellas y se sienta bien.

Cómo elegir los cristales de las gafas de los niños

- Es esencial que sean lentes orgánicas y, dentro de las mismas, de policarbonato o un material más reducido, ya que el policarbonato es un material mucho más resistente a la rotura que las lentes orgánicas normales.

- Si la graduación de niño es elevada, recomendamos elegir una lente lo más reducida posible, no sólo por estética sino también por peso, distorsiones de imagen (cuanto más gruesa es la lente, más distorsiones genera y peor es la calidad de imagen).

- Que la lente cubra bien todo el ojo para permitir que, mire donde mire, lo haga a través de la misma. Para ello, las lentes deben ir bien ajustadas y centradas, de modo que el centro óptico coincida con el centro de la pupila del niño,  puesto que si no existe este centrado, se perderá calidad de imagen (empeora hasta en un 40%).

- Que las lentes lleven tratamientos antirayado y antireflejante. Por un lado, las lentes orgánicas tienen menor resistencia al rayado, por lo que, sobre todo en el caso de los niños,  es importante que lleven este tratamiento de superficie que proporciona mayor resistencia a los arañazos. Por otro lado, al poner una lente delante del ojo, se generan muchos brillos debido al reflejo de la luz (tanto artificial como natural) en la lente. Estos brillos, al igual que el rayado, provocan disminución del contraste y de la calidad de imagen. Un tratamiento antireflejante elimina la mayoría de brillos. Y, de este modo, se consigue una imagen más natural con una lente más transparente y más estética que permite evitar, a su vez, posibles molestias en los ojos del niño.

(Fotografía de Alain Afflelou)

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