Hacia Belén va una burra - Canción de Navidad alegre y tradicional para niños

Con ritmo muy contagioso y una letra divertida, Hacia Belén va una burra, es una canción de Navidad alegre y tradicional para niños, se ha convertido en uno de los villancicos más queridos por los pequeños, además de que los invita a imaginar el camino hacia Belén de una forma simpática y cercana. Su estribillo fácil de recordar hace que los pequeños se animen a participar, haciendo gestos y disfrutando de la música. Sin duda, la mejor manera de crear recuerdos entrañables y llenar el ambiente de alegría.

Hacia Belén va una burra - Letra de la canción navideña infantil con ritmo

A continuación, te dejamos la letra de una divertida canción de Navidad, con mucho ritmo, que hará que los niños se levanten a cantar camino del portal de Belén. Aquí, tu hijo podrá seguir la letra para aprenderla juntos en casa o en cualquier celebración navideña.

Hacia Belén va una burra

Hacia Belén va una burra, rin rin,
yo me remendaba, yo me remendé,
yo me hice un remiendo, yo me lo quité,
cargada de chocolate.

Lleva en su chocolatera, rin rin,
yo me remendaba, yo me remendé,
yo me hice un remiendo, yo me lo quité,
su molinillo y su anafre.

María, María, ven acá corriendo,
que el chocolatillo se lo están comiendo.
María, María, ven acá volando,
que el chocolatillo se lo están llevando.

En el portal de Belén, rin rin,
yo me remendaba, yo me remendé,
yo me hice un remiendo, yo me lo quité,
han entrado los ratones.

Y al pobre de San José, rin rin,
yo me remendaba, yo me remendé,
yo me hice un remiendo, yo me lo quité,
le han roído los calzones.

María, María, ven acá corriendo,
que el chocolatillo se lo están comiendo.
María, María, ven acá volando,
que el chocolatillo se lo están llevando.

María, María, ven acá corriendo,
que el chocolatillo se lo están comiendo.
María, María, ven acá volando,
que el chocolatillo se lo están llevando.

Algunos beneficios de cantar villancicos con tus hijos la noche de Navidad

Cantar villancicos con los niños la noche de Navidad es mucho más que una tradición bonita: es una actividad que educa porque aporta algunos beneficios entre los que están el refuerzo del vínculo familiar y la estimulación del lenguaje y el vocabulario porque las letras de los villancicos ayudan a los pequeños a aprender palabras nuevas y mejorar la pronunciación.

Además, mejora la memoria y la atención porque al repetir estribillos se entrena la memoria auditiva y la capacidad de concentración. De igual forma, se aumenta la autoestima y la seguridad al cantar en grandes grupos, permitiendo que los más tímidos se suelten y se atrevan a participar. Por otro lado, la música ayuda a canalizar los nervios, la alegría o la nostalgia propias de estas fechas.

Obviamente, muchos villancicos hablan del Niño Jesús, de los pastores o del portal de Belén, por lo que son una puerta para hablar de solidaridad, humildad, generosidad, fe y gratitud, ayudando a desarrollar el sentido musical y el ritmo en los niños, mejorando también su coordinación en general, el oído musical y la motricidad fina, lo que se traduce en herramientas para el futuro.

Finalmente, se fortalece la identidad y la tradición en los niños porque ellos descubren las canciones que cantaban sus padres y abuelos, sintiendo orgullo por sus raíces y entendiendo que forman parte de una historia familiar y cultural. ¿Otro beneficio? Ensayar villancicos ofrece una alternativa a la televisión, la tablet o el móvil, haciendo que los pequeños reduzcan su tiempo de pantallas.

Poemas inspirados en la canción navideña Hacia Belén va una burra

Cerramos con esta selección de versos navideños llenos de humor, un chocolate imaginario y caminos que llevan hasta el portal de Belén. Son poemas, inspirados en una de las canciones más alegres de las fiestas, ideales para leer y recitar en familia o en el colegio.

Compartir con amor

Por la callejuela pasa una burra al trote,
lleva en dos alforjas bolsitas de cacao.
Suena la campanilla que cuelga de su broche
y el aire huele a fiesta, a invierno y a bacalao.

Los niños la descubren detrás del caserío,
corren tras sus pasos, se ríen sin parar.
Uno lleva una gorra, otro un farolillo,
todos van cantando rumbo al portal.

Al fondo se ve un cobijo de madera y paja,
donde un Niño pequeñito bosteza sin temor.
María lo arropa suave, José mira la entrada,
la burra se detiene y baja el resplandor.

No hay tazas ni teteras, solo un gesto sincero:
los niños ofrecen risas, canciones y calor.
El cacao que imaginaban se vuelve abrazo entero,
y en Belén aprenden juntos a compartir con amor.

La verdadera Navidad

Por la cuesta baja lenta una carreta cantando,
la guía Doña Jacinta con su delantal bordado.
Dentro lleva chocolate, galletas y algún roscón,
todo listo para el Niño que ha nacido en un portalón.

Los niños de la aldea la siguen dando saltitos,
uno lleva una pandereta, otro un farol pequeñito.
Van marcando el paso juntos, como en una procesión,
y el frío de aquella noche se vuelve pura ilusión.

Al doblar la última esquina se ve el pesebre brillar,
hay un buey y una ovejita que no dejan de mirar.
María acuna al Pequeño, José sonríe también,
y la carreta se para con un crujir de rehén.

No hace falta gran tesoro ni un regalo de valor,
basta un vasito de chocolate y un abrazo con calor.
Los niños entienden entonces, frente al Niño de Belén,
que la verdadera Navidad es compartir lo que se es.

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