Los valores de la Navidad que te harán conectar con tu hijo

Emociones y valores que aprendemos con los niños en estas fiestas navideñas

Lidia Nieto, Periodista
En este artículo
  1. 6 enseñanzas sobre las emociones y valores de la Navidad

Los hijos aprenden más por lo que ven en los padres que por lo que estos dicen. Por eso, quizás deberíamos de hablar menos y actuar más. Esta fue una de las muchas enseñanzas que aprendí en el I encuentro de #ConectaConTuHijo. Y es que, como dice Andrés París, coach educativo y pedagogo y ponente en este primer evento organizado por Guiainfantil.com, "si queremos transmitirles las emociones y los valores de la Navidad a nuestros hijos, empecemos a ponerlos en práctica nosotros".

6 enseñanzas sobre las emociones y valores de la Navidad

valores de la navidad para conectar con tu hijo

Es importante que nuestros hijos nos vean ser generosos, ser solidarios, ser empáticos, ser humildes... Solo así conseguiremos que ellos también lo sean con sus amigos, sus compañeros del colegio, sus hermanos ¡y con nosotros!

1. Cómo explicar a un niño la generosidad
La generosidad es dar sin pedir nada a cambio. Los mayores es algo que descubrimos cuando somos padres, porque nos damos cuenta que, por primera vez, somos capaces de entregarnos al otro, en este caso nuestro hijo, sin esperar nada. En cambio, con tus padres, con tu pareja o con tus amigos siempre esperas algo, ¿verdad? Pero de padres a hijos no.

Y ese estado tan placentero es el que debemos transmitir a los hijos: el hecho de dar sin recibir nada, aunque ahora en Navidad sea más difícil porque todos tenemos la necesidad de tener algo.

2. Frustración versus decepción 
Tenemos miedo a que los niños se frustren, no les dejamos que experimenten esta sensación porque desconocemos que esta emoción les da aprendizaje. "Cuando alguien se frustra, inmediatamente busca recursos, habilidades y estrategias para salir adelante. La frustración es básica en el proceso de aprendizaje de cada uno", explica Andrés París, que añade: "La frustración es algo personal. Yo me frustro conmigo mismo, por algo que no me ha salido. En ese caso tengo dos opciones: o lo dejo y veo el nivel de la persona que soy, o me llega la frustración y decido armarme de valor para enfrentar esa situación".

A veces, la frustración se confunde con la decepción, siendo dos cosas totalmente distintas. Cuando es frustración te enfadas contigo mismo, pero cuando es decepción, con los demás.

3. Aprendiendo qué es la humildad
La humildad como valor hay que educarla siempre que se pueda. La humildad tiene varias acepciones, pero la más destacada es que la humildad es conocer tus límites físicos, pero también emocionales, y tus debilidades.

Y la humildad es, también, el hecho de saber servir a los demás. "La persona que es humilde es aquella que mejor se conoce. Como padres, ¿qué hacemos en este punto? Primero conocernos y reconocernos a nosotros mismos para que ellos puedan hacer lo mismo", aconseja Andrés París.

4. La otra cara de la solidaridad 
Ser solidarios en Navidad es fácil, pero el gran reto es serlo a lo largo del año. En esta época del año lo podemos hacer a través de Bancos de Alimentos o de Rastrillos Benéficos, pero hay más formas. 

Ser solidario es también ser generoso y hacerlo no solo con cosas materiales sino también con acciones como intentar entender al compañero, saber decir algo a tiempo, escuchar... y es que se puede ser solidario, también, con una palabra o con un gesto.

5. Las emociones y la empatía 
La empatía es ponerse en la piel del otro, algo que resulta muy fácil de decir, pero muy difícil de poner en práctica, y es que nadie nos ha entrenado para ello.

A nuestro hijo no le podemos pedir un comportamiento de mayor porque nunca ha estado en modo mayor, ¡es un niño! La empatía se puede trabajar a partir de las emociones. Solo si yo sé que es la tristeza, porque lo he vivido y experimentado, podré entender por qué un niño está triste. Su tristeza va a ser muy parecida a mi tristeza y ahí es donde empieza la empatía.

"Un ejercicio muy bueno -nos aconseja Andrés París- es, cuando llegue el momento de la cena y estéis todos sentados en la mesa, comenzar cada uno a decir qué emoción habéis tenido a lo largo del día. Compartir ese estado es una manera muy sencilla de vivir buenos momentos en familia y fortalecer el vínculo".

6. Alegría, amor e ilusión
Tenemos que respetar las emociones de los demás y si este año, por cualquier circunstancia, no nos apetece celebrar la Navidad, ¡no pasa nada! Lo que tenemos que pensar es "¿Qué capacidad tengo yo para afrontar esta situación de una manera sana y normal? Un momento que pondrá a prueba tu resilencia.

Y, por último, la Navidad nos enseña a amar y lo hace a través de todos estos valores de los que hemos hablado con anterioridad, porque el amor es todo: es solidaridad, es humildad, es generosidad, es frustración, es decepción... A amar no se enseña, viene con nosotros, es parte de nuestra esencia animal. Y, lo más importante, a través del amor podemos conectar con nuestro hijo.

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