Para saber qué estás haciendo mal con tu hijo adolescente, hazte estas preguntas

La relación entre padres e hijos debe estar basada en el amor y en la confianza

María José Padilla, Coach educativa
En este artículo
  1. Preguntas para saber que estás haciendo mal con tu hijo adolescente

En ocasiones, me hacen esta pregunta: ¿Qué errores estoy cometiendo con mi hijo adolescente? Generalmente esta cuestión viene de madres y padres que están preocupados por la relación que tienen con sus hijos una vez que han entrado en la adolescencia. Y la respuesta, puede pasar por algunas de estas consideraciones.

Te las planteamos en forma de preguntas que debes hacerte a ti mismo o a la manera en la que educas o has educado a tus hijos. Para saber qué estás haciendo mal con tu hijo adolescente, trata de contestarlas con honestidad y analiza tu respuesta, ya que te puede dar algunas pistas sobre qué puedes mejorar.

Preguntas para saber que estás haciendo mal con tu hijo adolescente

Hazte estas preguntas para saber qué estás haciendo mal con tu hijo adolescente

1. ¿Pasas tiempo con tu hijo adolescente?
En primer lugar, es posible que no pasemos tiempo con ellos. De pequeños, estábamos pendientes de llevarlos al parque o a los cumpleaños de los amigos, buscábamos la forma de organizarles actividades divertidas, compartíamos tiempo con otros amigos, etc. Y parece que llega una edad, en la que creemos que ya no es necesario. ¡Error! Nuestros hijos, aunque sean adolescentes, nos siguen necesitando. Averigua en qué plan puedes encajar y comparte tiempo con él o ella.

2. ¿Prestas atención a lo que dice y hace?
Otra cuestión que se nos olvida, es prestarle atención. Han crecido y ya creemos que pueden ser autosuficientes, y este es otro error frecuente que descuidamos sin darnos cuenta. Recuerda dedicarle atención a lo que hace, lo que dice, su comunicación no verbal, sus cuestiones personales, y sobretodo, sus comportamientos. Se trata de observarle, más que de controlarle; no te pido que lo controles, sino que lo observes.

El control es una de las cuestiones, que más problema nos supone a los padres. Cuando nuestro hijo, se siente controlado, las relaciones se complican. No se siente cómodo y, es posible, que empiece a desconfiar de ti y de la forma en la que te comportas con él. Por favor, observa si estás en este punto y pide ayuda si no sois capaces de solventarlo.

3. ¿Le dices lo que hace bien y lo que hace mal?
No darle feedback de lo que hacen es otro error frecuente. Creemos que lo hace bien, es su obligación hacerlo así, y lo que no hace tan bien, se lo reprochamos. ¡Error! Tanto lo que les toca hacer como lo que no, necesita de una respuesta por nuestra parte. NO estamos valorando a nuestro hijo, sino el comportamiento que están llevando a cabo.

4. ¿Vuelcas tu malestar en tu hijo?
En ocasiones, volcamos nuestro malestar, estrés, ansiedad o enfado en nuestros hijos. Acabamos pagando las tensiones de nuestro día a día en ellos y, como consecuencia, les hablamos en un tono que no se merecen. Además, tenemos mucha menos paciencia... Si tienes que decirles algo, intenta hacerlo de manera serena, cuida tu lenguaje verbal y no verbal y, por supuesto, elige el momento y el lugar más idóneo para hacerlo.

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5. ¿Das cariño a tu hijo adolescente?
Conozco a padres a los que se les olvida abrazar a sus hijos, darles besos o decirles lo mucho que les quieren. No lo des por sabido. Seguro que a ti también te gusta que te digan cuánto te quieren... Pues nuestros hijos también necesitan saber que les vamos a querer hagan lo que hagan, eso sí, sabiendo que lo que hagan tiene sus consecuencias. Muéstrales tu cariño, siempre que puedas y de todas las formas que se te ocurran: con abrazos, interesándote por cómo se sienten, dejándoles una nota de cariño en la bolsa de la comida... ¡Nunca sobran las muestras de cariño!

6. ¿Le miras con la mirada del amor?
Por último, míralo con la mirada del amor, como solo una madre o un padre saben hacer con su hijo. Seguro que conoces este tipo de mirada; una mirada donde le dices, “confío en ti; estoy por ti; ¡vuela!, que yo estoy aquí”. Una mirada donde le transmites que lo quieres por todo lo que es y puede llegar a ser. Esa mirada que le deberíamos dedicar un poco más a menudo a nuestro hijo adolescente, ¿no crees?

Sin más, ¡ÁMALO!

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