Tres falsos mitos de los traumatismos craneales en niños

Mitos de los chichones en la infancia

En este artículo
  1.  3 ideas falsas sobre los chichones en la infancia

Uno de los motivos de consulta en Urgencias más frecuentes son los golpes en la cabeza o, como decimos los médicos, los traumatismos craneales.

En Guiainfantil.com, comentamos tres falsos mitos relacionados con esta patología. Lo que no es cierto respecto a los chichones que pueden hacerse los niños.

 3 ideas falsas sobre los chichones en la infancia

Golpe en la cabeza

1. Es mejor que, a raíz del golpe, aparezca un sangrado “externo”. Hay mucha gente que piensa que, ante un traumatismo craneal, la aparición de una herida en la cabeza evita que se produzca un sangrado cerebral interno. Esto no es así. No hay relación de ningún tipo entre ambos hechos. El riesgo de aparición de un sangrado cerebral interno se relaciona con traumatismos de alta energía (choque violento), caídas desde gran altura, problema de coagulación previo, etc.

2. Cuando un niño sufre un traumatismo craneal no se le debe dejar dormir. Esto es falso. Ten en cuenta que tu hijo, después del golpe, se habrá llevado un buen berrinche, estará asustado, habrá llorado. Y, en consecuencia, se habrá agotado y le entrarán ganas de dormir. Déjale que concilie el sueño. Eso sí: procura despertarle cada 3-4 horas en las primeras 24 horas después del golpe, y despiértale suavemente para comprobar que reacciona. 

3. Si tu hijo ha sufrido un fuerte golpe en la cabeza, hay que hacerle una radiografía de cráneo. Esta exploración tiene muy escasa utilidad, muy es una prueba muy poco sensible y específica. Lo importante ante un traumatismo craneal es saber si ha aparecido o no una hemorragia dentro del cráneo. Para ello, la observación es determinante. Se consideran signos de alarma: deterioro del nivel de conciencia, vómitos repetidos, dolor de cabeza intenso que no cede con los calmantes habituales, aparición de movimientos anormales o pérdida de sensibilidad, trastorno del comportamiento y/o cambio en el tamaño de las pupilas. Ante cualquiera de esas circunstancias, el pediatra le planteará la realización de una tomografía computerizada. Dicha prueba sí es muy sensible y específica.

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