Qué hace tan especiales a nuestros hijos

¿Qué hace tan especiales a nuestros hijos?

Patro Gabaldón, Periodista
En este artículo
  1. Cada hijo es único e irrepetible

Creo que a ningún padre hay que convencerle de que su hijo es especial. El sentimiento de amor que sentimos por ellos es universal, y estoy convencida de que no se debe a una 'ceguera paterna' que heredamos o desarrollamos con nuestra prole, sino al amor que nos permite asomamos a la realidad de nuestros pequeños mediante el deseo de conocer su personalidad a fondo.

Cada hijo es único e irrepetible

Padres besan a su bebé

Todos estamos de acuerdo en que cada ser humano es único; cada hijo nuestro es irrepetible, y a cada uno le queremos de forma única. Aunque tengamos varios hijos, nunca sentimos que repartimos el amor entre todos, de manera que tenemos menos para dos o tres que para uno. El problema en nuestras relaciones con los demás es que siempre están precedidas de experiencias pasadas, impresiones previas, prejuicios o desinterés; esto hace que no sepamos apreciar muchas veces la singularidad de cada persona, pero no es así con nuestros hijos.

Recuerdo ver en televisión un programa de matrimonios que habían ido a China a adoptar niñas, y una de las madres afirmaba que, cuando vio a su hija, no le cupo la menor duda de que esa y no otra era la suya. Creo que lo que sintió esa madre fue la aproximación amorosa a alguien completamente especial y dependiente de ella, algo que nos permite ver a los padres lo que otras personas no pueden ver en un niño: un maravilloso e irrepetible ser humano.

Así que sí, nuestros hijos son especiales y sabemos ver su hermosura porque los acogemos en nuestro corazón. Esto hace que en distintos momentos de nuestra vida nos "enamoremos" de ellos, como cuando los abrazamos después del parto, o cuando les contemplamos dormiditos con cara de ángel, o cuando les vemos ensimismados jugando en el parque, o cuando se consuelan de un golpe o de un susto en nuestros brazos, o cuando nos regalan una respuesta fantasiosa de su mundo de inocencia inteligente.

El amor no es algo que nos ciega, al contrario, es lo que nos abre los ojos para ver a los demás tal y como son. Personalmente, no soy muy partidaria de la frase 'el que te quiere te acepta como eres'; más bien creo que, el que te quiere, te quiere como eres, aunque desea que seas mejor. Así que encuentro en el amor de padres a hijos un amor auténtico, en el que los padres quieren a sus hijos como son, a la vez que les ayudan a desarrollarse como personas, y en definitiva, a ser felices. Seguramente deberíamos aplicarnos el cuento a nuestras relaciones de pareja.

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