Herpes infantil en niños y bebés

Que és y cómo se diagnostica el herpes infantil. Causas y cura del herpes en los niños

Marisol Nuevo, Periodista
En este artículo
  1. Causas del herpes infantil en niños y bebés
  2. La infección por herpes en niños y bebés
  3. Tratamiento del herpes en niños y bebés

El herpes infantil es una infección viral frecuente, que se presenta en dos variedades: el herpes tipo I, la mas común tanto en niños como en adultos, que produce lesiones dolorosas alrededor de la boca en forma de aftas (calenturas).

Las lesiones que comienzan en un lado de la boca dan paso a una zona enrojecida y abultada, con vesículas dolorosas de 1 a 3 mm de diámetro, que se abren y dejan salir un líquido opalescente. Después se forma una costra.

Causas del herpes infantil en niños y bebés

El Herpes en los bebés y los niños.

El herpes tipo II, el Herpes Zóster, afecta, sobre todo, a adultos y es una infección cutánea en forma de erupción que se presenta en forma de anilllo, como una ampolla que es dolorosa.

Es más frecuente en la región genital. Los episodios de recurrencia del virus del Herpes no producen síntomas generales como fiebre. Se limita apenas a la zona afectada. 

Herpes simple, tipo I. El causante del herpes labial es el virus del herpes simple, que se transmite por contacto y se instala en los nervios sensoriales. Tras el contagio, el virus se activa debido a una quemadura solar, fiebre, fricción o agotamiento físico de forma crónica. 

Herpes Zóster, tipo II. El virus Zoster, el mismo que produce también la varicela, es el causante de esta enfermedad. Para padecer herpes zóster es necesario haber estado en contacto con el virus, es decir, haber pasado antes una varicela.

El virus queda alojado en las células de los ganglios nerviosos sensitivos que inervan esa región y pueden reactivarse ante situaciones de estrés, bajas defensas (niños), fiebre, exposición al sol o la menstruación en las adolescentes. 

La infección por herpes en niños y bebés

Herpes simple o labial. El proceso de infección dura entre 10 y 14 días, tiempo que necesitan las ampollas para madurar, romperse, secarse y formar costras, que se desprenden sin dejar marcas ni cicatrices.

Es muy mportante que el virus no alcance la zona ocular. Para que la infección no se propague es muy importante que el niño se lave las manos con frecuencia y no se toque las vesículas, no debe besar a otras personas mientras surgen las ampollas ni debe compartir los juguetes que se haya llevado a la boca.

Herpes Zóster, tipo II. En primer lugar aparece el picor, el hormigueo o el ardor o dolor en la piel, sobre todo, en el tronco (tórax y abdomen). A los 4 o 5 días, la zona se enrojece y surgen unas ampollas contagiosas, porque contienen el virus en su interior.

Estas ampollas pueden romperse y transformarse en úlceras. Al cabo de una semana o dos, se secan y forman una costra que se cae y puede dejar una cicatriz residual.

Otros síntomas que puede conllevar la infección por herpes zóster son dolor abdominal, fiebre, escalofríos, dolor de cabeza y dolor articular. Aunque no es habitual, la erupción puede llegar a la cara, la boca, los ojos y los oídos. 

Tratamiento del herpes en niños y bebés

Herpes simple, tipo I. Cuando el niño se queje de picor o dolor alrededor de los labios, se puede aplicar un cubito de hielo o una bolsa de hielo durante una hora y media para frenar la infección.

También se puede frotar 4 veces al día con un algodón empapado en alcohol hasta que empiecen a secarse. Se deben dejar expuestas al aire libre, sin usar pomadas.

Cuando hayan desaparecido las ampollas, podemos prevenir un rebrote con una crema protectora solar. Si el herpes se extiende o dura más de 2 semana, conviene ir al médico.

Herpes zóster, tipo II. Conviene consultar al médico o pediatra en primer lugar. El tratamiento debe iniciarse de 24 a 48 horas después de sentir dolor y siempre antes de que aparezcan las ampollas.

El tratamiento más habitual es con fármacos antivirales que están dirigidos a disminuir la duración de la etapa aguda, que normalmente dura una semana, a través de jarabes, pomadas o comprimidos que tienen la capacidad de disminuir notablemente la duración de los síntomas. 

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