Las mentiras de nuestros hijos

Las mentirijillas de nuestros hijos

Patro Gabaldón, Periodista
En este artículo
  1. Por qué los niños intentan mentir

Todos nos hemos sonreído alguna vez ante las mentirijillas de nuestros hijos pequeños, cuando sus intentos simples de engaño a los mayores son tan evidentes que reflejan su inocencia y nos causan más ternura que preocupación.

Sin embargo, si su afán por ocultar la verdad se convierte en una costumbre o en una herramienta más de su relación con papá y mamá, podemos llegar a preocuparnos.

Por qué los niños intentan mentir

Pinocho

Los padres debemos indagar cuáles son las causas por las que su hijo emplea la mentira como estrategia o recurso, así como medir las consecuencias que pueden tener en su comportamiento. Hay distintos motivos posibles. Para empezar, los niños intentan ocultar sus malas acciones; y, exactamente igual que los mayores hacemos, modifican más o menos 'escandalosamente' su versión de los hechos.

El ocultar las manos cuando tienen todo el pijamita mojado y el grifo aún echa agua abundantemente, nos parece una manera tonta de mentir, pero para ellos es la única salida 'fácil', antes que reconocer su travesura. Para evitar este comportamiento, es mejor enseñarles con cariño que deben reconocer cuando hacen una cosa mal y aprender a ser buenos niños, antes que enfadarnos directamente (lo cual reforzará el comportamiento) o reírnos (lo cual también contribuirá a que se sientan orgullosos de sus éxitos a la hora de 'hacérselo pasar bien' a papi y mami).

También los niños intentan engañarnos para obtener alguna ventaja, procurando cambiar nuestra apreciación de la realidad: por ejemplo, decir que no han comido chocolate cuando nos piden un caramelo, mientras las comisuras de su boca o el cuello de la camiseta están manchados de los restos del último bombón. O decir que han hecho los deberes para poder ver la televisión, cuando no es así. También en este caso debemos enseñarles que no deben engañarnos, y preguntarles varias veces haciéndoles comprender que sabemos la verdad a pesar de su intento por ocultarla (¿de verdad no has comido un chocolate? Venga dime la verdad, ¿no te acabas de comer un bombón? No engañes a mamá, que quiere que seas bueno).

La mentira siempre es mala, incluso en las mentes de nuestros pequeños porque aunque en un principio pueda formar parte de su fantasía o de un recurso inocente para conseguir algo, puede convertirse en un mal comportamiento habitual; En un principio no suelen albergar el deseo de hacer daño con ella, sino de obtener una ventaja o librarse de un castigo. Nuestra paciencia y cariño les ayudará a entender lo importante que es enfrentarse a la realidad, sea cual fuere, confiando en que mamá o papá les darán lo mejor, y sabrán entender sus travesuras... ¡Quién podrá resistirse a su ternura, incluso cuando intentan justificar inocentemente sus 'fechorías'!

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