La falta de rutinas en vacaciones causa estragos en niños ¡y en padres!

Qué ocurre en vacaciones cuando los niños no tienen rutinas o hábitos

En este artículo
  1. Cuáles son los beneficios de las rutinas para los niños
  2. Estragos que la falta de rutinas causa en niños y en padres

Educar a los hijos es una de las labores más difíciles del mundo; pocas hay comparables por su intensidad, durabilidad y complejidad. Los padres y las madres nos movemos en un constante 'prueba-error', en ocasiones acertamos y muchas nos equivocamos. Y es que, hemos de enseñar a los niños tantas cosas que el proceso de aprendizaje es largo y laborioso. Lo que sí aprendemos pronto es que los niños necesitan rutinas, desde el mismo momento de su nacimiento.

Imponemos rutinas de sueño, de comida, de higiene, pero ¿qué ocurre en los periodos vacacionales cuando las rutinas son más laxas? Seguro que ya te has dado cuenta: La escasez de hábitos diarios causa estragos en los niños. A continuación te contamos con más detalles cuáles son las consecuencias de la falta de rutinas en los más pequeños... ¡y en los padres!

Cuáles son los beneficios de las rutinas para los niños

Las rutinas de los niños en vacaciones

Las rutinas son fundamentales en la vida de un niño. Las primeras que aprenden son las de sueño y alimentación y, poco a poco, van adquiriendo otras muchas necesarias para una buena convivencia. Todos los expertos coinciden al afirmar que establecer buenos hábitos y rutinas desde la más tierna infancia tiene muchas ventajas para los niños, pero también para los padres.

1. Las rutinas aportan a los niños seguridad

Las rutinas ayudan a los niños a ganar destrezas o a adquirir pautas de comportamiento, pero también a sentirse más seguros, pues saben qué haremos a lo largo del día y, por tanto, nos permiten anticiparnos.

Por ejemplo, a través de las rutinas enseñamos a los niños que después de comer hay que lavarse los dientes y después nos dormimos la siesta. Al conocer esta rutina, el niño sabrá qué va a hacer antes y después y, por tanto, se sentirá más seguro pues no estaremos continuamente improvisando. Es una forma de ordenar el día a día de un niño para que así se sienta seguro y tranquilo.

Si las rutinas son importantes durante el curso (para que los niños cumplan con sus tareas, se vayan a dormir a la hora indicada, etc.), cobran un papel esencial durante las vacaciones. Al ser un periodo del año más caótico (donde los horarios y los planes son más cambiantes), los niños necesitan aferrarse a ciertos hábitos para saber en qué va a consistir su día a día y, por tanto, estar más tranquilos.

Aunque durante las vacaciones podemos ser más flexibles con las rutinas porque no tenemos tantas prisas, estas deben pautarse y seguirse por toda la familia.

[Leer +: Tabla de rutinas según Montessori]

Qué ocurre cuando el niño no tiene una rutina

2. Los hábitos eliminan conflictos en casa

Por decreto ley impuesto por nosotros, por las noches, por ejemplo, el niño se ducha, después cena y por último se va a la cama y, a no ser que esté enfermo o suceda algo excepcional, eso es lo que ocurrirá todos los días, sin peleas ni negociaciones. Como el niño sabe que ese es el hábito que tenemos en casa (también durante las vacaciones) se dispondrá a llevarlo a cabo sin quejas, pues es a lo que está acostumbrado.

3. Ayuda a que los niños sean más independientes y responsables

Los niños adquieren hábitos y, aunque al principio, hay que recordárselos, terminarán asumiéndolos y realizándolos por sí mismos. Esto hará que poco a poco ganen en autonomía y responsabilidad a la hora de ejecutar las tareas que les hemos encargado.

Podemos aprovechar las vacaciones, cuando tenemos más tiempo libre, para trabajar con nuestros hijos una tabla en la que apuntemos las tareas de las que se encarga cada miembro de la familia.

Estragos que la falta de rutinas causa en niños y en padres

La falta de rutinas en vacaciones de los niños

Ayer estábamos otra mamá y yo mirando a nuestros hijos cómo jugaban y estaban... ¡totalmente desatados! Subían, bajaban, saltaban, gritaban, se peleaban, hacían por molestarse... Era un frenesí inagotable. Ambas nos contábamos nuestras experiencias y llegamos a la misma conclusión: en vacaciones se portan peor, son las consecuencias de la falta de rutinas para el niño.

Hay momentos en los que seguir las rutinas del día a día se hace inviable o simplemente más complicado, suele ser en períodos vacacionales cuando salimos de viaje o simplemente los niños tienen otros horarios más relajados. En esos momentos las jornadas se alargan, las horas de comida se relajan y no hay tantas actividades. Sin embargo, esta falta de rutinas, aunque necesaria y entendible en ocasiones, vuelve a nuestros hijos un poco alocados e indomables.

- El cambio en el patrón de sueño influye en la calidad del sueño: a los niños les cuesta más ir a dormir, pueden incluso sufrir insomnio. Si a esto le sumamos el calor de las noches de verano, el sueño se dificulta aún más (tanto por la noche como las siestas diurnas).

- Los niños se enfadan más, están más irritables. Lo mismo nos pasa a los padres que, sin duda, tenemos menos paciencia con los pequeños. La mezcla de mucho tiempo libre, el calor sofocante, las ganas de nuestros pequeños de que juguemos con ellos y nuestra necesidad de descansar, la falta de rutinas... Todo ello constituye la mezcla perfecta para que los niños (y los padres) estemos más enojadizos.

Hábitos en vacaciones para los niños y los padres

- Los niños se aburren en seguida; a menudo, no saben entretenerse por ellos mismos y acaban acudiendo a las pantallas.

- Están más protestones y quejicas. En este panorama, es complicado no caer en la misma dinámica de descontento y amargar nuestras vacaciones.

- La falta de tareas hace que cuando tienen que hacer una sea un auténtico drama, les cuesta mucho más realizarlas. De la misma forma, cuando no establecemos rutinas, los niños estarán más reacios de cumplir con sus tareas de repaso de lo que han aprendido a lo largo del curso.

- Se crean más conflictos entre hermanos o incluso, entre padres e hijos.

- Los niños están más nerviosos e inquietos por la falta de rutinas en vacaciones.

Es por ello que, incluso en vacaciones, aunque bajemos el ritmo, debemos seguir imponiendo una serie de rutinas al día, una disciplina, para que, aunque estén más intensos, no acaben con nosotros.

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