Los cambios en la comunicación del adolescente con su familia

Es común que durante la adolescencia nuestros hijos se distancien de nosotros

Sara Tarrés, Psicóloga Infantil
En este artículo
  1. ¿Por qué mi hijo adolescente se ha distanciado de nosotros?
  2. Algunos de los cambios en la comunicación del adolescente
  3. ¿Y qué podemos hacer los padres?

La adolescencia es una etapa llena de profundas transformaciones, no solo en los cuerpos y mentes de nuestros hijos, sino también en esa relación que hasta ahora habíamos mantenido con ellos. ¿Pero por qué? ¿Qué impulsa a los adolescentes a aislarse y a tener una relación menos fluida con su familia? ¿Cómo cambia la comunicación del adolescente con su familia?

Para hacerlo lo menos difícil posible, se hace necesario que los padres estemos preparados e informados. A continuación te hablaré sobre los principales motivos por los cuales el adolescente necesita tomar distancia de su familia y qué cambios en la comunicación vamos a observar.

¿Por qué mi hijo adolescente se ha distanciado de nosotros?

Así cambia la comunicación del adolescente con su familia

La adolescencia se caracteriza por ser una etapa en la que nuestros hijos pasan por distintos cambios: físicos, cognitivos, emocionales y relacionales. Se trata de una época de tránsito hacia la vida adulta en la que el adolescente se vuelca hacia el interior y se distancia de, las que hasta el día de hoy han sido sus principales y más importantes figuras de referencia, sus padres. Una fase de cierto desequilibrio en la que nuestros hijos e hijas suelen sentir intensas inquietudes personales, sociales, éticas y morales.

Sus sentimientos, ahora más que nunca a flor de piel, generan en ellos grandes altibajos emocionales. Tanto ellos como nosotros, sus padres, vemos cómo pasan del entusiasmo más vívido a la apatía, la frustración, el enfado o la tristeza en apenas unas horas.

Es también el momento de ese primer amor y en el que empiezan a descubrir su sexualidad. Los amigos se convierten en sus principales modelos de referencia, sus fuentes de información y sus leales confidentes, personas de su edad con quienes entablará fuertes lazos de amistad y con los que deseará pasar el máximo de tiempo posible.

De modo que el adolescente busca y necesita la soledad para pensar sobre todo aquello que ahora le preocupa y siente, a la vez que intenta poner en orden a una maraña de pensamientos, sensaciones y creencias que el desarrollo cognitivo, que se inicia en esta etapa vital, le permiten realizar.

Algunos de los cambios en la comunicación del adolescente

Teniendo en cuenta todo lo dicho, como padres debemos estar preparados para hacer frente a los cambios en la comunicación que se van a producir.

Porque es probable que observemos como nuestro hijo se aísla, encerrándose en su habitación, pareciendo que nos evite o que no desee hablar con nosotros. Es probable que se niegue a acompañarnos a una visita o a una salida familiar que hemos programado. Incluso puede darse que se avergüence de que sus amigos le vean en algún sitio en nuestra compañía.

Ante este tipo de cambios en la comunicación y en la relación es importante que le respetemos, que le dejemos espacio, que no le intimidemos ni avasallemos a preguntas. De lo contrario se sentirá invadido e investigado, fomentando en él una actitud de retraimiento. De modo que obtendremos el resultado contrario al que pretendíamos, es decir, en lugar de poder establecer un diálogo fluido nos encontraremos con un muro de silencio o con respuestas cortantes.

Es una etapa en la que las discusiones suelen darse con mayor frecuencia por la necesidad del adolescente en reivindicarse y el miedo de los padres a perder el control y la autoridad sobre sus hijos. Una mala combinación que dificulta todavía más si cabe la comunicación, ya de por sí complicada por las características particulares que rodean a la adolescencia y que hemos comentado.

Cómo manejar la comunicación en la familia

¿Y qué podemos hacer los padres?

En resumen, el adolescente ha empezado a caminar hacia el mundo adulto buscando su identidad, su propio modo de ser y hacer, con sus metas y prioridades. Para conseguirlo necesita tomar distancia del niño que fue, y por tanto de sus padres.

En realidad, aunque nos lo pueda parecer por su modo de comportarse, no se trata de un ruptura real ni total con nosotros. Si no que debemos entender este distanciamiento como una transformación. No es más que un cambio, un reajuste, una nueva forma de relacionarnos necesaria para que nuestros hijos alcancen su independencia para afrontar la vida adulta con la madurez y responsabilidad que esta requiere.

A todo ello es importante que los padres respondamos con un voto de confianza por más difícil que nos pueda resultar, sin perder de vista que somos nosotros quienes ponemos los límites y las normas para garantizar la convivencia familiar.

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