Por qué no debes creer el mito de las vacunas y el autismo infantil

Descubre le origen del mito de las vacunas y el autismo en los niños

Estefanía Esteban, Periodista
En este artículo
  1. La razón de por qué no debes creer el mito de las vacunas y el autismo infantil

Numerosos padres deciden hoy en día no vacunar a sus hijos. Uno de sus temores a la hora de tomar esta decisión es que las vacunas puedan provocar autismo. Esta creencia se debe a un estudio que generó hace años un mito. El estudio determinaba que la vacuna triple vírica podía provocar trastorno autista en los niños.

Sin embargo, años después, este estudio fue desmontado, por lo que comenzó a considerarse un mito repleto de errores y mala praxis. Te explicamos, con ayuda del pediatra Roi Piñeiro (Director del Servicio de pediatría del Hospital de Villalba de Madrid, España), por qué no debes creer el mito de las vacunas y el autismo infantil. 

La razón de por qué no debes creer el mito de las vacunas y el autismo infantil

Por qué no debes creer el mito de las vacunas y el autismo infantil

Hace años (1998), una revista científica (The Lancet) lanzó un estudio de un cirujano británico (Andrew Wakefield) que aseguraba que la vacuna triple vírica (paperas, sarampión, rubeola y) podía producir autismo en los niños. Aunque él insistió en que solo hablaba de una posibilidad, la noticia fue demoledora.

Evidentemente, el estudio provocó un impacto inmediato en la sociedad y también entre los pediatras. Los padres comenzaron a negarse a poner la vacuna triple vírica a sus hijos y muchos facultativos quisieron comprobar la veracidad del estudio.

En total más de 100 investigadores intentaron demostrar la teoría de Wakefield sin éxito. En ninguno de estos estudios se logró demostrar que la vacuna triple vírica producía trastorno autista en los niños.

Por si eso fuera poco, años después se descubrió que los datos de Wakefield fueron falseados, que las pruebas que utilizó en los niños las hizo sin autorización de la familia y que el cirujano había sometido a niños sanos a pruebas muy peligrosas, como puede ser una punción ventricular en la cabeza de lactantes para obtener líquido encefaloraquídeo. Es decir, cometió en su investigación varios delitos que el Tribunal Superior de Justicia Británico juzgó y condenó. La justicia le prohibió volver a ejercer la medicina y él se retractó y disculpó por esa investigación. 

También se descubrió que el propio Wakefield estaba por entonces investigando en la creación de una nueva vacuna triple vírica. Su objetivo era generar dinero con la nueva vacuna. Además estaba muy influenciado económicamente por grupos anti vacuna muy poderosos. 

Sin embargo, aunque se demostró que la investigación era falsa y el Tribunal Superior de Justicia británico lo constató condenando al cirujano encargado del estudio, el mal ya estaba hecho. De esta forma, aún demostrando que el estudio de este cirujano era un invento, su teoría continuó circulando, ya en forma de mito, y a muchos padres les quedó la sombra de la duda.

Aunque los pediatras insisten en recordar que el estudio era un invento, muchos padres siguen negándose a vacunar a sus hijos. La verdad sin embargo es que no existe ninguna relación entre las vacunas (ningún tipo de vacuna) con la aparición del espectro del trastorno autista en los niños. Lo que sí se ha dado es una mejora del diagnóstico del trastorno autista, lo que ha provocado que parezca que hay más casos. La realidad es que no hay más casos, sino que ahora se diagnostican, mientras que antes no se le terminaba de dar nombre a todos los casos existentes. 

 

 

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