La pregunta trampa que nunca deberías hacerle a un niño

Las fatales consecuencias de preguntarle a un niño "a quién más, a papá o a mamá"

Andrés París, Pedagogo
En este artículo
  1. Por qué nunca deberías preguntarle a un niño a quién quieres más 
  2. La solución a la pregunta trampa: ¿A quién quieres más, a papá o a mamá? 

Hoy escribo un poco desde la sorpresa y desde el enfado. Quizá ha sido porque en las últimas semanas he escuchado en distintas ocasiones formular a varios adultos esa pregunta trampa que nunca deberías hacerle a un niño: "Y tú, a quién quieres más, ¿a papá o a mamá?". Las consecuencias que esta pregunta puede tener dentro del ámbito familiar, tanto para el niño como para los padres como a nivel global, son muy perjudiciales para todos, y de todo esto quiero hablarte hoy. 

Por qué nunca deberías preguntarle a un niño a quién quieres más 

la pregunta que nunca deberías hacerle a un niño

Imaginaos la conmoción que he sentido al escuchar "¿A quién quieres más, a papá o a mamá?". En mi ignorancia, creía que era una pregunta que habíamos desterrado los padres de hoy en día de nuestra comunicación y de la educación de nuestros hijos, ¡pero estaba equivocado! 

Se trata de una pregunta que, en general, viene de antiguas generaciones (abuelos o bisabuelos), pero que, por desgracia, he podido observar cómo todavía hoy en día se utiliza. Es una pregunta trampa para los niños, que los pedagogos pedimos encarecidamente a los padres que nunca se haga.

- En primer lugar, porque el niño/a jamás se ha planteado tal cuestión, y le metemos en una duda existencial, en una angustia de tener que elegir entre las dos personas que más quiere del mundo. Puede ocasionar un daño emocional muy importante para su autoestima. No es nada inteligente realizar esta pregunta y poner al niño ante tal decisión, cuando ni siquiera de adultos sabríamos responderla.

- Por otro lado, desde un punto de vista emocional, la respuesta de los niños debería y suele ser siempre la misma. Ellos, de manera incondicional, van a querer tanto a papá y a mamá por igual, aunque, es cierto que, en determinados momentos de la vida, por circunstancias o situaciones especiales y muy concretas, los niños van a necesitar el amor o el cariño más de papá o el amor más de mamá.

La solución a la pregunta trampa: ¿A quién quieres más, a papá o a mamá? 

Sea cual sea la respuesta (casi lo puedo decir con total seguridad), eso no va a significar que nuestros niños quieran más a uno que a otro. Como padres, no podemos y no debemos nunca empezar una competición para que el niño nos quiera más a nosotros que a nuestra pareja. 

Por ello, me gustaría recalcar e insistir que los padres tienen una responsabilidad educativa para con sus hijos y esa educación nunca pueden ser una lucha o guerra entre los padres, tíos, abuelos por el amor de los más pequeños, sino que es una responsabilidad o mejor dicho una corresponsabilidad de los padres, y resto de familiares, con el niño.

Nuestro deber, como adultos, es que los niños crezcan en una estabilidad emocional y en un ambiente de amor y cariño, es decir, sentirse queridos. ¿Qué podemos hacer para estar informados y mejorar este aspecto? Como casi siempre, la mejor opción que tenemos es la pregunta. Encontrar un momento a lo largo del día para sentarnos con ellos a charlar tranquilamente, para comunicarnos, para conectarnos unos con los otros. 

A continuación te propongo que busques ese instante de la semana para que, juntos, le hagáis a vuestro hijo las siguientes preguntas (¡estas no tienen trampa!)

- ¿Qué te hace sentir bien de mamá? ¿Y de papá?

- ¿Qué te hace sentir mal de mamá o papá?

- ¿Qué cambiarías para que os sintáis mejor y nos sintamos mejor todos?

Os animo a realizar esta dinámica y a poner en práctica sus resultados. Te dará una idea clara (aquí no habrá dudas) de que tu hijo te quiere, de qué es lo que más le gusta de ti y de tu pareja, y, también, sobre qué cosas habría que cambiar para que todos estéis mejor.

Ya verás como después de este ejercicio, ya nunca más querrás recurrir a la temible pregunta y, te pasará como a mí la próxima vez que la escuches en el parque o caminando por la calle, te enfadarás. 

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