El impacto de tu propia infancia en la crianza y educación de tus hijos

Te decimos por qué sí influye cómo viviste tu niñez en cómo educas a tus propios hijos

Beatriz Cazurro, Psicoterapeuta y Formadora
En este artículo
  1. El impacto emocional que tiene tu infancia en la crianza de los niños
  2. Por qué SÍ influye cómo viviste tu propia niñez en cómo educas a tus hijos
  3. 3 herramientas básicas para criar a los hijos con más conciencia

Nuestra propia infancia tiene un papel fundamental en la forma en que educamos y criamos a nuestros hijos. Muchas veces, sin darnos cuenta, repetimos patrones y maneras de actuar que aprendimos de pequeños. Esto puede ser algo positivo, pero también significa que arrastramos experiencias que nos marcaron negativamente. Aquí, el impacto de tu propia infancia en la crianza y educación de tus hijos para entender esta relación nos permite ser padres y madres más conscientes y ofrecer a nuestros hijos lo mejor de nosotros mismos.

El impacto emocional que tiene tu infancia en la crianza de los niños

Impacto de tu propia infancia al criar a tus hijos

Hay una idea que es importante y que a veces olvidamos: la infancia, la adolescencia y la edad adulta son un continuo. Solemos separarlas demasiado, como si la infancia ya quedó atrás y la adultez fuera algo distinto. Sin embargo, la realidad es que la vida adulta es la acumulación de todo lo que hemos vivido día tras día hasta llegar a ese momento: todo lo que experimentamos antes de ser adultos tiene un impacto.

A veces buscamos explicaciones muy lineales, como: 'si me pasó esto, entonces soy así', o 'si no me pasó, entonces debo ser de esta otra manera'. Pero la psicología no es una ciencia exacta, no funciona de ese modo. Así que con base en las relaciones que tenemos durante los primeros años, en combinación con el contexto social, económico y familiar (que también influye), se va formando nuestro cerebro.

En ese proceso se configuran una serie de estructuras como las conexiones neuronales, que son áreas del cerebro que se activan más o menos, y distintas conexiones entre esas áreas. Todo esto afecta la manera en que nos relacionamos con los demás y también cómo se va formando nuestra mente. Lo interesante es que estos tres elementos (mente, cerebro y relaciones) son como un triángulo.

Los tres vértices se afectan mutuamente, por ejemplo y para ponerlo en términos sencillos: si un bebé llora y nadie le atiende, su cerebro se configura de cierta manera ante la actitud que tienen con él. Tal vez deja de llorar de cierta forma porque aprende que no sirve de nada. Esto impacta en cómo se relaciona más adelante: puede dejar de pedir consuelo o de expresar sus necesidades.

Por qué SÍ influye cómo viviste tu propia niñez en cómo educas a tus hijos

Influencia de tu infancia al criar

Siguiendo el ejemplo anterior, sí se afecta la forma en que los demás se relacionan con el bebé, cómo se ve a sí mismo y cómo percibe a los demás. Por eso es un triángulo muy complejo, donde los tres vértices están en constante interacción. Como mencionábamos: no son matemáticas, no es lo mismo para todos, para cada persona es diferente y cada uno tiene su propia colección de experiencias.

No es para nada algo lineal, es mucho más complejo, digamos que es como un rompecabezas muy intrincado. En la consulta, intentamos entender y unir esas piezas, pero no es tan simple como 'si A, entonces B'. Lo importante es recordar que el cerebro es plástico y siempre existe la posibilidad de cambiar y crecer. Las nuevas experiencias y relaciones también influyen, lo que significa que nada es definitivo.

Cuando nos convertimos en padres, solemos mirar atrás a nuestra propia infancia para recordar cómo nos educaron y qué tipo de crianza recibimos. Justo esto influye directamente en las decisiones que tomamos: desde la forma en que establecemos límites y reglas hasta la manera en que mostramos afecto. Por ejemplo, si crecimos en un hogar donde la comunicación abierta era la norma, fomentaremos eso con nuestros hijos.

Por el contrario, si nuestra infancia estuvo marcada por la rigidez, puede que repliquemos esos esquemas o los evitemos. Nuestra historia personal sí afecta la relación con nuestros hijos porque las inseguridades o miedos que no resolvimos de niños afloran cuando educamos. Ser conscientes de esas heridas emocionales es clave para no proyectarlas en nuestros hijos y romper patrones que no queremos repetir.

3 herramientas básicas para criar a los hijos con más conciencia

Herramientas para criar a los niños

Para mejorar la forma en que educamos a nuestros hijos, es fundamental conocernos y revisar qué patrones queremos repetir (por ser buenos o funcionales) y cuáles es mejor cambiar (por ser hirientes o que no aportan nada positivo). Algunas estrategias que pueden ayudarnos son:

  1. Autoobservación y reflexión personal. Podemos dedicar tiempo a pensar cómo nos sentimos y por qué actuamos de determinada forma con nuestros hijos para de ahí partir en decidir si cambiar o replicar esa conducta.
  2. Educación continua. Leer, informarse y aprender nuevas formas de crianza respetuosa y consciente, nos harán unos padres más abiertos a dar lo mejor a los niños y a querer replicar ese modelo el mayor tiempo posible, incluso hasta la adolescencia.
  3. Terapia o acompañamiento emocional. Buscar ayuda profesional para trabajar heridas del pasado es una excelente idea para trabajar la manera en cómo educamos a los hijos. Busca un profesional que esté especializado en estos casos.

Reconocer la influencia que tiene nuestra propia infancia en la educación de nuestros hijos es un primer paso poderoso. Al hacerlo, podemos convertirnos en padres y madres mucho más empáticos, flexibles y abiertos al cambio, ofreciendo a nuestros hijos un entorno más saludable y amoroso para crecer. Sanar nuestras heridas emocionales de la infancia es fundamental para ser los padres que nuestros hijos necesitan.

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