Niños muy delgados, ¿qué hacer?

Cuando el niño está muy por debajo de su peso

Ser un niño delgado no necesariamente tiene que esta relacionado con ser un niño enfermo o con carencia alimenticia. Cada niño tiene una genética diferente, y mientras hay personas con tendencia a engordar, también hay otras con un índice de masa corporal bajo y, sin embargo está bien alimentado y sanos.

Si el niño come bien y variado, no es necesario darle más vueltas ni preocuparse en exceso, incluso aunque se adivinen sus costillas, sin embargo, el problema radica en niños que se niegan a comer.

¿Qué hacer si mi hijo está demasiado delgado?

Niños que están delgados

Es raro ver a bebés muy delgados. Hasta los 2 años, su cuerpo suele ser más redondo y poco definido, sin embargo, al comenzar la fase de gateo y primeros pasos, los cuerpos se estilizan y se van definiendo más sus formas.

Algunos padres muestran gran preocupación en estas etapas cuando sus hijos se ven demasiado delgados, ya que incluso en ocasiones parece sólo haber piel y huesos. Para saber si tu hijo está sano, aunque esté delgado conviene analizar:

- ¿Toma una alimentación sana y variada, siguiendo los principios de la pirámide nutricional?

- ¿Se muestra activo, juega, corre y salta como los demás niños?

- ¿Se le ve feliz y contento?

Si la respuesta a estas preguntas es 'SI', no hay mayor problema, simplemente, tu hijo es delgado, pero está sano. Sin embargo, si se niega a comer, se muestra cansado, apático y triste, es conveniente que consultes al pediatra.

En el caso de los niños delgados pueden ocurrir dos cosas relacionadas con su forma de comer: 

- El niño come de forma abundante pero no engorda: no hay problema ninguno.

- El niño come poca cantidad: en este caso, antes de llevarnos las manos a la cabeza o enfadarnos con él, es importante aceptar que quizás las raciones que necesita son menores a las de otros niños. De nuevo saber si está comiendo lo suficiente aunque sea poco, nos lleva a responder las preguntas anteriormente mencionadas.

En resumen: si el niño está feliz, activo y su alimentación es variada, no debemos preocuparnos por lo que diga la báscula. En ocasiones al obligarle a que coma más, hacerle dietas especiales o incidir demasiado en el asunto de la comida, sólo conseguiremos generar un problema donde no lo hay y que acabe siendo algo desagradable para el niño.

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