La receta mágica de una buena relación entre padres e hijos

Dar, recibir, pedir... estos son los ingredientes necesarios para mejorar el vínculo entre padres y niños

María José Padilla, Coach educativa
En este artículo
  1. Los ingredientes para una buena relación entre padres e hijos

Hablar de una relación (ya sea en pareja, familia, madre-hijo o padre-hijo, abuelos-nietos, etc.) pasa por tener en cuenta una serie de palabras y verbos. Si estos no se tienen presentes, no se conseguirá que la relación sea fluida. De esta forma, podemos hablar de una receta mágica para conseguir una buena relación entre padres e hijos que consta de una serie de ingredientes en forma de palabras. Solo recordándolos y llevándolos a la práctica se consigue que los lazos que unen a la familia sean fluidos y enriquecedores.

Los ingredientes para una buena relación entre padres e hijos

Conoce los ingredientes de la receta mágica para una buena relación entre padres e hijos

Nos referimos a estas palabras: DAR, RECIBIR, ACEPTAR, NO ACEPTAR y PEDIR.

Parecen fáciles, porque todos conocemos su significado, pero tenemos que ver qué ocurre con cada una de ellas y cómo afectan a las relaciones. Y es que no siempre sabemos emplearlas en beneficio de nuestros vínculos.

1. Dar
Para empezar, tenemos que recordar que en el equilibrio está el éxito. Por ejemplo, si empiezo a dar, dar y dar, como ocurre en muchas relaciones de pareja o de madre e hijo, puede ocurrir que me quede vacío, porque lo he dado todo de mí, y no recibo lo que espero a cambio. Aquí tendríamos un primer desequilibrio. 

Además, cuando doy, doy y sigo dando, no soy consciente de que puedo saturar al otro, y eso puede hacer que estalle la relación. Quizás con un ejemplo lo veremos más claro: imagínate que tu hija está con los brazos abiertos para recibir un abrazo y tú vas y le cuelgas un bolso en una mano, después le pones otro bolso en la otra mano, y más tarde, decides dar un bolso más, y otro, y otro y otro y otro… ¿Cómo acabará tu hija? Efectivamente, saturada de bolsos, y cansada de sostener tanto peso. Este ejemplo puede servir en otras situaciones muy diversas: halagos, cariños varios, enfados, etc.

2. Recibir
Tenemos que aprender encontrar el equilibrio entre el dar y recibir. En el ejemplo anterior, mi hija acaba saturada, pero yo también acabo vacía. ¿Y de qué sobrevivo ahora? Por ello, puedo dar pero tengo que seguir encontrando la fuente para seguir recibiendo. Ahí está el equilibro entre dar y recibir.

Debemos tener en cuenta que se nos da mejor dar que recibir, así que la primera tarea pasa por aprender a recibir. Un ejemplo claro de una situación en la que no sabemos recibir es el momento en el que alguien te dice un halago y tú no sabes cómo responder. La próxima vez que te lo digan, responde: GRACIAS. Y así estarás recibiendo sin más.

3. Aceptar
El segundo desequilibro más frecuente se da entre aceptar o no aceptar. Por no hacer daño al otro, podemos estar aceptando todo lo que nos da, aún sabiendo que no es lo que nos gusta o lo que nos viene bien en ese momento.

Aceptar también pasa por saber recibir del otro y, por supuesto, por aceptarlo en su proceso de dar. Debemos darle esa oportunidad que muchas veces no damos dentro de las relaciones con nuestros hijos o pareja.

4. No aceptar
No aceptar es vivir en coherencia, coger solo lo que necesitas y saber decir NO cuando es necesario. Estos también son problemas frecuentes en las relaciones. Por si mi pareja o mi hijo se enfada, cojo o acepto todo de él, aunque no me guste.

¡Cuidado! Porque con esta actitud podemos estar desarrollando un rol de conformista donde todo vale. Aprende a no aceptar lo que de verdad consideres que no te conviene. Si no sabes decir NO o no tienes técnicas de asertividad, apréndelas. Son puntos claves para tener una buena relación equilibrada.

5. Pedir
Y, por último, tenemos que aprender a pedir, porque muchas veces no sabemos cómo hacerlo. Por ejemplo, puede que en lugar de bolsos estés necesitando cinturones y, por no decirle a tu madre lo que necesitas, ella te está cargando de algo que no te sirve para nada. Aprender a pedir no es egoísta. Debes saber cómo hacerlo, porque los demás no tienen por qué saber qué necesitas en cada momento. ¡Pídelo!

Por último, hay que señalar que esta receta mágica, con sus ingredientes, atañe a la relación padres e hijos, pero también afecta a otro tipo de relaciones como las parejas sentimentales o los abuelos y los nietos.

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