Cómo interpretar las etiquetas de los alimentos infantiles

Descubre si lo que les están dando a tu hijo es un producto realmente sano

Carlota Reviriego, Nutricionista
En este artículo
  1. Qué elementos deben contener las etiquetas de los alimentos infantiles
  2. Cómo interpretar al información de las etiquetas de los alimentos infantiles
  3. Principales ingredientes que aparecen en las etiquetas de los alimentos infantiles 

Las etiquetas que encontramos en los alimentos infantiles contienen información tremendamente interesante que puede ayudarnos a decidir si queremos o no incorporarlo a la dieta de nuestros pequeños y cómo hacerlo. Hoy queremos ayudarte a interpretar las etiquetas de los alimentos infantiles para que sepas qué le estás dando a tu hijo. 

Qué elementos deben contener las etiquetas de los alimentos infantiles

Cómo interpretar las etiquetas de los alimentos infantiles

Existe una normativa que protege el derecho del consumidor a obtener una información verídica y fácil de leer e interpretar con respecto al origen, los ingredientes o el valor nutricional del producto en cuestión. La normativa, que data de 2011, sufrió en 2016 pequeñas modificaciones para hacerla aún más clara: el tamaño de la letra y la relevancia de los alérgenos, que deben destacarse sobre el resto de ingredientes (subrayándolos o en negrita normalmente). 

Con esta nueva legislación, estos son los conceptos que deben figurar en las etiquetas de los alimentos infantiles

- Entre otras cosas, podemos ver los ingredientes, que deben estar listados por orden según la cantidad en el producto, es decir, de mayor a menor, siendo el más abundante el primero de la lista.

- En esta lista han de destacarse los alérgenos más comunes, que incluyen gluten, cacahuete y otros frutos secos, soja, pescados y mariscos, leche o huevo, por ejemplo.

- Además, puede haber una pequeña aclaración posterior en el caso de que en la fábrica se elaboren productos con dichos alérgenos para avisar de la posible existencia de trazas en el producto final.

- Dependiendo de qué tipo de alimento analicemos, puede leerse también el origen. Por ejemplo, es obligatorio en el caso de la miel, la carne –independientemente del animal-, el pescado, las frutas y/o verduras.

Cómo interpretar al información de las etiquetas de los alimentos infantiles

De manera obligatoria deben ofrecerse al consumidor datos sobre el valor energético, tanto en Kilocalorías como en Kilojulios, la cantidad de grasa total y la de grasa saturada, la de carbohidratos y la parte que representan los azúcares sencillos, la cantidad de proteínas y la de sal, todas ellas expresadas en gramos.

Adicionalmente, dentro de la información nutricional encontramos dos columnas de datos, uno que indica la cantidad de cada nutriente por 100g o ml de producto y otro que nos indica que porcentaje de la cantidad diaria recomendada (CDR) de ese nutriente cubrimos consumiendo 100g de producto. Conviene clarificar que estos datos son las CDR de un adulto, no de un niño, y debemos tener presente que no son los mismos.

Esta información no es obligatoria, así como tampoco lo es la referente a la porción recomendada de ese alimento. Esta aclaración es muy útil porque nos permite saber de un vistazo cuántas raciones obtenemos de un paquete y qué cantidades de nutrientes aportamos con ello. Por ejemplo, si es un paquete de pasta y la porción recomendada –para un adulto normalmente- es de 75g, del paquete de 500g podemos obtener aproximadamente 6 raciones y podemos ver qué cantidad de nutrientes aportamos con su ingesta.

En cuestión de calorías, podríamos decir que un producto es de bajo valor calórico si aporta menos de 40Kcal por 100g de producto o menos de 20Kcal por 100ml si es líquido.

En cuanto a la grasa, sería conveniente escoger aquel producto en que la cantidad de grasa, y concretamente la de grasa saturada, sea inferior, y en cuanto a los hidratos de carbono, aquel que contenga menos azucares sencillos.

Ni los carbohidratos ni las grasas son en sí perjudiciales para la salud, pero debemos hacer hincapié en los azúcares simples y las grasas saturadas/ grasas trans. La OMS recomienda que no se incluyan en la dieta más de un 5% de azucares sencillos, y este azúcar no solo es el visible – el que añadimos a la leche o al café- sino también el que incluyen la fruta, los zumos y cualquier tipo de galleta, bollería o cereales de desayuno.

Principales ingredientes que aparecen en las etiquetas de los alimentos infantiles 

interpretar etiquetas de los alimentos

Revisando la lista de ingredientes también podemos hacernos una idea de cómo de saludable puede ser un alimento.

Azúcares
Si el azúcar se encuentra dentro de los primeros lugares, quizá deberíamos seguir buscando y evitar ofrecer ese producto a nuestros hijos. Puede resultar muy útil comparar la lista de ingredientes de dos productos similares para ayudarnos a decidir.

Lamentablemente, el azúcar puede aparecer con numerosos nombres, pudiendo sembrar dudas en el consumidor. Ingredientes como siropes, jarabe, almíbar, miel, melazas o caramelo pueden resultar más evidentes, pero otros como sacarosa, fructosa, lactosa, maltosa, dextrosa, galactosa o maltodextrinas, pueden generar confusión. Además, algunos productos lo listan como néctar o zumo de frutas, teniendo el mismo significado: azúcares sencillos que debemos evitar.

Mención aparte merecen los productos “sin azúcares añadidos”, ya que podemos confiarnos y pensar que no contienen azúcares sencillos cuando no es cierto. A estos productos no se les añade ningún azúcar, cierto, pero seguirán presentes todos aquellos que los ingredientes contienen de manera natural.

Grasas
En cuanto a las grasas, debemos leer los ingredientes con cautela. Si en el listado se indica aceite vegetal hidrogenado, grasas parcialmente hidrogenadas o estabilizantes vegetales, podemos estar seguros que el producto contiene grasas trans y debemos evitarlos.

Los aceites vegetales deben concretarse entre paréntesis, ya que no es lo mismo un aceite de oliva, con un perfil lipídico encabezado por el ácido oleico del que conocemos sus beneficios por ser una grasa insaturada, que un aceite de coco, en cuyo perfil destacan las grasas saturadas, y debemos evitar.

Así, debemos tener en cuenta no solo la información nutricional sobre las grasas sino el ingrediente del que provienen estas grasas antes de escoger un alimento para nuestros pequeños.

Proteínas
Si examinamos las proteínas, podemos considerar que un alimento es una fuente de proteínas para nuestros hijos si el aporte proteico supera el 12% de la energía total, pero obviamente, debemos recurrir al listado de ingredientes para analizar la procedencia de estas proteínas.

Además, muchos alimentos de origen animal, como los derivados cárnicos o los derivados del pescado (fiambres, nuggets, palitos de pescado...), contienen escasa cantidad –en tanto por ciento- de producto animal, y en este caso debemos escoger aquel cuyo porcentaje sea superior.

Sal
El problema de la sal no radica en la sal que añadimos al cocinar o aderezar los alimentos, sino a la sal añadida que contienen muchos productos de uso diario. Para facilitar su identificación, la nueva legislación obliga a que se liste la cantidad de sal que contiene el alimento y no la de sodio.

Durante la infancia, debemos tratar de evitar incluir la sal en la medida de lo posible en la dieta de nuestros hijos, por lo que, a la hora de escoger un producto, debemos fijarnos muy bien en su contenido en sal.

Aprender a interpretar las etiquetas de los alimentos infantiles nos permite distanciarnos de la publicidad y manejar la información -verídica y real- necesaria para tomar nuestras propias decisiones a la hora de incluir o no un alimento o un producto en la dieta de nuestros hijos.

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