Los riesgos de mandar al niño a la cama sin cenar

Por qué un niño nunca se debe acostar con el estómago vacío

Carlota Reviriego, Nutricionista
En este artículo
  1. 4 razones por las que el niño nunca debe irse a la cama sin cenar 

Muchas veces porque el niño está cansado, porque se ha llenando, porque no tiene mucha hambre o porque se nos ha echado el tiempo encima, los padres mandamos a acostar al pequeño sin que este tome ningún tipo de alimento o solo "un yogurt". Descubre los riesgos de mandar al niño a la cama sin cenar, una práctica que tiene consecuencias muy negativas para la salud del pequeño.  

4 razones por las que el niño nunca debe irse a la cama sin cenar 

niños nunca deben irse a la cama sin cenar

Si tradicionalmente se considera el desayuno como una de las comidas más importantes del día, no menos importante es la cena, y prácticamente por el mismo motivo.

El desayuno es la comida que rompe con el ayuno nocturno (des-ayuno), y de ahí radica su importancia, por lo que, del mismo modo, la cena se convierte en una comida principal, porque sin ella, el  ayuno nocturno seria aún mayor. ¿Qué riesgos hay si el niño se va a la cama, cada día, sin cenar?

Lamentablemente, muchos, aunque puede que sus síntomas no se detecten hasta la adolescencia o incluso la edad adulta.

1. Obesidad
Precisamente, y aunque parezca contradictorio, el hecho de saltarse una comida aumenta el riesgo de obesidad. El cuerpo, ante esta situación de falta o escasez de comida, entra en un estado de alarma que le hace almacenar nutrientes, sobre todo grasas, aumentando no solo el riesgo de sobrepeso y obesidad, sino también de enfermedades coronarias, por la posible acumulación de grasas en venas y arterias.

Además, se presenta también un riesgo de hipercolesterolemia, pues el organismo tiende a almacenar el colesterol que vehiculizan las grasas por si no se obtiene en las ingestas posteriores.

2. Metabolismo
Ante la falta de alimento, el cuerpo disminuye la velocidad en la que metaboliza los macronutrientes, y este metabolismo lento o ralentizado aumenta el riesgo de obesidad.

Adicionalmente, y en un intento de adaptarse, el cuerpo demandará más comida en la siguiente ingesta, por lo que, muy probablemente, termina comiendo más de lo necesario.

3. Diabetes
Tan mala es la falta como el exceso de azúcar en sangre, ya que el páncreas se encuentra con situaciones extremas en las que el cuerpo necesita cantidades extremas (mínimas o máximas) de insulina que pueden afectar seriamente su funcionamiento.

La falta de azúcar circulante –debida a un ayuno muy prolongado- puede derivar en una incapacidad para concentrarse durante el día, algo que no es nada recomendable cuando el niño tiene que estar atento y dinámico para afrontar su rutina escolar.

4. Dolores de cabeza o migrañas
Uno de los problemas más frecuentes de que los niveles de azúcar sean extremos son los dolores de cabeza, que, en ocasiones, pueden convertirse en algo tan serio e incómodo como las migrañas, y afectar tanto el tan necesario descanso nocturno como el rendimiento del niño en la escuela.

5. Falta de energía y de motivación
El cuerpo del niño necesita energía de liberación constante, y cuando esta no se libera de manera paulatina, el cuerpo sufre para adaptarse, pudiendo afectar al humor y al estado de ánimo del niño. 

No conviene tampoco exagerar y ser extremistas, ya que, el que un día –o dos- el niño se acueste sin cenar, no va a causarle mayor problema. Es el hecho de que “saltarse la cena” se convierta en un hábito alimentario cotidiano o normal en la vida del niño, lo que supone un peligro para su salud.

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