Límites SÍ, castigos NO - La disciplina positiva que sí educa a los niños

Descubre por qué los límites son la mejor alternativa a los castigos y regaños en la educación infantil

Fabiola Hernández Pérez, Periodista y editora
Revisado por Leticia Garcés Larrea, Pedagoga y Orientadora Familiar
En este artículo
  1. Por qué los límites son la mejor alternativa a los castigos - Disciplina positiva
  2. Alternativa ideal al castigo: poner límites con amor y respeto

Aquí te diremos porqué límites SÍ, castigos NO, la disciplina positiva que sí educa a los niños es mucho más efectiva que regañar o castigar a tu hijo. Los padres solemos castigar a un niño o adolescente sin explicarle realmente en dónde está mal o el error que cometió. Incluso el 'castigo' no tiene nada que ver con la acción en la que el niño incurrió, justamente por eso aquí te diremos lo que debes saber.

Por qué los límites son la mejor alternativa a los castigos - Disciplina positiva

Los castigos NO funcionan

La pregunta que muchos padres hacen a los especialistas sobre el castigo o los castigos a sus hijos es algo muy común porque ellos mismos van dándose cuenta de que el castigo simplemente no funciona y tampoco saben de qué otra manera hacer para que el niño o adolescente haga caso, ya que los propios padres han sido castigados durante su infancia o adolescencia.

Este estilo es lo único que conocen, pero a la hora de aplicarlo con sus hijos no les funciona y esto genera muchísima frustración: darse cuenta de que algo que han conocido toda la vida ¡no está funcionando! Es verdad que mucha gente piensa que el castigo es la única forma de educar o no conocen otra alternativa y consideran que si no castigan no están educando.

Ante esto tenemos que preguntarle a la ciencia qué es lo que nos dice acerca del castigo. Generalmente este concepto se entiende como algo que aplicamos desde un enfado no consciente y no regulado. Incluso solemos ser desproporcionados al respecto y no aplicamos un castigo que de verdad tenga relación con la conducta que el niño necesita aprender.

Debemos comprender que el castigo no le permite aprender la conducta alternativa a la que queremos dirigir al niño, es decir, lo que vemos es que el castigo genera una distancia entre padres e hijos y genera rebeldía, resentimiento y se daña el vínculo afectivo. Todo esto no le facilita al niño acercarse a sus padres para aprender con ellos o de ellos y, por lo tanto, hay que considerar que el castigo no es educativo.

Alternativa ideal al castigo: poner límites con amor y respeto

Alternativa al castigo para los niños

Si te preguntas ¿cuál sería la alternativa a los castigos? Te diremos que la respuesta siempre debe venir de la mano de la reflexión. Hay que hacer a ese niño o adolescente consciente del daño que ha generado con su conducta para darle la oportunidad de pensar en posibles soluciones para que dicho comportamiento no vuelva a repetirse.

En ese sentido la mejor alternativa serán siempre los límites y es actuar antes de que se llegue a una situación que no esté en control. Claro que esto no siempre es fácil, pero en el caso de los adolescentes más que se les castigue por las malas notas que han sacado, los padres necesitan revisar un poco más allá. Si nos situamos en este ejemplo, tenemos que ver:

  • Cuál es su hábito de estudio
  • Si se están organizando bien
  • Están invirtiendo óptimamente el tiempo
  • Los padres necesitan estar más presentes
  • Es importante aportar más supervisión por parte de los padres
  • Se debe pedir cuentas al adolescente de cómo hace sus tareas
  • Quitar el móvil porque ha sacado malas notas

Límites sanos para los niños

Bajo este panorama, y como ya lo hemos mencionado, es que podemos decir que la mejor alternativa siempre son los límites, en especial aquellos que son implementados por quienes acompañan o quienes supervisan este comportamiento, generalmente los padres o cuidadores principale. Ellos deben ver cuáles son realmente las limitaciones o dificultades de ese niño o adolescente y poner los límites necesarios. Lo ideal es que los padres estén siempre antes que se dé la conducta, pero esto no siempre es fácil.

La conducta no deseada muchas veces ya ha llegado, por ejemplo, ya hay una nota de la escuela, ya tiene un mal comportamiento, ya ha insultado a otro pequeño o algo por el estilo, y por lo tanto las conductas siempre nos dicen qué es lo que ese niño o adolescente no está sabiendo hacer por sí mismo. Como consecuencia castigarle por algo que no sabe hacer, no es ni educativo, ni ético y no tiene lógica alguna. En la conducta de los niños y adolescentes lo que vemos son los objetivos educativos que nos hemos de marcar

Esto significa que debemos buscar la forma alternativa a los castigos, la cual nunca será la sancionar por algo que no sabe hacer ¡no tiene sentido! En todo caso, lo primero a hacer es proteger la relación, proteger el vínculo afectivo, favorecer la comunicación e intentar hacer consciente a mi hijo pequeño o a mi adolescente aquello que necesita aprender. Debes hacerlo sin dañar el vínculo entre ustedes, porque lo vas a necesitar para conectar con tu hijo y que él realmente te elija como su fuente de información.

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