Cuando el supermercado es la mejor clase de matemáticas para los niños

También hacer la comprar se puede convertir en una divertida clase de lengua

Lidia Nieto, Periodista
En este artículo
  1. El supermercado, una divertida clase de matemáticas para los niños 
  2. Aprendiendo lengua en el supermercado

"Mamá, ¿pesa igual un kilo de paja que un kilo de naranjas?". Cuando mi hija mayor me hizo esta pregunta que aparecía en su cuadernillo de matemáticas, lo primero que me salió decir espontáneamente fue: "¡Claro que sí!". Y según la respondía, pensaba cuál sería la mejor manera para explicárselo. Rápidamente me di cuenta: el supermercado es la mejor clase de matemáticas para los niños. ¡Y allí que nos fuimos!

El supermercado, una divertida clase de matemáticas para los niños 

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"Sin matemáticas, no hay nada que puedas hacer. Todo a tu alrededor es matemáticas. Todo a tu alrededor son números". Hace no mucho leía esta frase de Shakuntala Devi, conocida como la "mujer computadora" por su capacidad para los cálculos mentales.

Una frase llena de razón, y es que para ir a comprar el pan, utilizamos matemáticas; para saber qué talla de zapatos calza un niño, ¡necesitamos las matemáticas!; para llevar los gastos de la casa y pagar las facturas, ¡empleamos los números! De ahí que, como padres, tenemos y debemos transmitirles a nuestros hijos la importancia de que aprendan y se apasionen por esta asignatura.

En casa, lo hemos hecho, como no podía ser de otra manera, a través del juego y hemos convertido el momento semanal de ir al supermercado en la mejor clase de matemáticas para los niños. ¿Qué conceptos puede aprender un niño en el momento de hacer la compra? ¡Muchos! ¡Te sorprenderías!

- Mayor y menor 
Cuando vamos a comprar, hay que revisar muy bien que lo que adquirimos sea de buena calidad, pero también para que no rompamos todo el presupuesto del mes. Por eso, los niños te pueden ayudar, por ejemplo, a identificar el precio mayor o el precio menor de los distintos tipos de mandarinas que el simpático frutero tiene en su stand. Ahorraréis en la economía doméstica, pero también ellos jugarán al "mayor y menor".

- Unidades, decenas y centenas
Todos los productos del supermercado tienen su precio puesto con grandes carteles. De esta manera, puedes preguntarle al niño, por ejemplo, cuál es la unidad o la decena del precio del aceite de oliva (14 euros).

- Cantidades
Muchas veces los pequeños se hacen un lío con las cantidades, ya que les cuesta entender que 5 manzanas pesen y son lo mismo que una botella de un litro de agua, por eso cuando lo vean visualmente les quedará más claro. ¡Haz la prueba, a mí me ha funcionado!

- Sumas y restas
Llega el momento de pagar los alimentos y productos que van en el carro. No es cuestión de que el niño haga mentalmente la suma de todo lo que lleváis (si no has comprado muchas cosas, lo puede hacer en casa tranquilamente), pero sí quizás que él empiece a aprender qué son los billetes, de qué color es cada uno,  qué cantidad representan y si las vueltas son las correctas.

Aprendiendo lengua en el supermercado

Y mientras a mi hija mayor le enseño distintas operaciones matemáticas, aprovecho la visita al supermercado para practicar con ella y con su hermana pequeña lengua a través de unos ejercicios que nos hemos inventado con el objetivo de mejorar el lenguaje, aumentar el vocabulario y aprender nuevas palabras.

- Practicamos las vocales y las consonantes
En nuestro periplo por los distintos pasillos, vamos buscando alimentos o productos que empiecen, por ejemplo, por alguna de las cinco vocales del abecedario, como puede ser aguacate, albaricoque o empanadillas. Cuando quiero aumentar el grado de dificultad, las reto a que me digan si un alimento se escribe con g o con j, por ejemplo, jamón, o les pido que me deletreen correctamente "queso", para comprobar si saben si va con q ó con k. 

- Sinónimos y antónimos
Otro ejercicio que llevo a cabo con ellas es que me digan sinónimos o antónimos de palabras que yo les propongo. Por ejemplo, "Este limón está duro" para que ellas me digan "Este limón está blando". O, también, "Esta manzana es muy sabrosa" para que ellas me contesten "Esta manzana está muy rica".

- Adjetivos o nombre propio
En segundo de primaria, los niños ya empiezan a tener que aprender a diferenciar qué es un nombre propio y qué es un adjetivo. De ahí que una de las "pruebas" que las lanzo sea, por ejemplo, crear una frase con la palabra naranja en la que en una sea nombre y en otra sea adjetivo.

- La importancia de los acentos 
Y ya que estamos metidas en materia, repasamos los acentos. Y lo hacemos con el juego de las palmadas. Nos colocamos, por ejemplo, en el stand de perfumería y allí vamos escogiendo palabras al azar que decimos en voz alta. Si la palabra tiene acento, daremos una palmada (no muy fuerte para no molestar a los demás clientes) en la sílaba que contenga el acento, por ejemplo, cham-pú (palmada en la pú).

Con estos ejercicios, no solo aprenden jugando sino que además consigo que ellas se involucren en el hecho de ir a comprar y vayan poco a poco adquiriendo responsabilidades. Mi hija mayor, por ejemplo, ahora quiere hacer ella misma la lista de la compra y, la pequeña, me ayuda cuando llegamos a casa a colocar las cosas. El siguiente paso: que me echen una mano preparando la comida para ese día y que tomen conciencia de una alimentación sana y saludable, pero vayamos poco a poco. ¡Roma no se conquistó en dos días!

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