El error de halagar demasiado a los niños

Cuando elogiamos demasiado a nuestros hijos y sus consecuencias

Estefanía Esteban, Periodista
En este artículo
  1. 5 consecuencias de elogiar en exceso a los niños

Una cosa es reconocer a un hijo todo lo que hace bien y recordárselo de vez en cuando (algo muy necesario), y otra bien distinta es estar constantemente diciéndolo lo maravilloso que es en todo (incluso, aunque sea mentira). Tan dañino es la falta de incentivos y refuerzos positivos como el exceso de halagos. Ya lo dijo en su día el gran Aristóteles: 'La virtud está en el justo medio'.

5 consecuencias de elogiar en exceso a los niños

Elogiar demasiado a los niños

La falta de autoestima es mala. Pero también los es la soberbia. Y nosotros, los padres, tenemos mucho que ver en todo esto. El niño, al fin y al cabo, va construyendo su personalidad, en parte, por los estímulos que recibe del exterior. Si su entorno no hace más que decirle lo bien que hace todo, se pensará que es una especie de 'superhéroe' o 'Pitagorín' imbatible. ¿La realidad? que no lo es. Y llegará el día en el que alguien se lo recuerde... 

Aquí tienes las consecuencias de estar halagando en exceso a tu hijo  (incluso 'inventar' virtudes que no tiene):

1. Le estás mintiendo, y cuando tu hijo se de cuenta, pensará que la mentira es una herramienta de uso válida para todo el mundo. 

2. No le animas a superarse ni estimulas en él el espíritu de esfuerzo. ¡Si ya es perfecto! ¿Para qué esforzarse?

3. Pensará que los demás son inferiores a él. Esto no le ayuda en nada a establecer relaciones sociales con los demás niños y a la larga tendrá problemas de aceptación en el grupo.

4. Generarás en él una baja tolerancia a la frustración. Esto puede conllevar en un futuro problemas emocionales durante su adolescencia y en su etapa adulta.

5. Será demasiado exigente con los demás. No entenderá que los humanos cometen errores. Y que él también puede cometerlos. Si sus padres consideran que él es perfecto... exigirá eso mismo en los demás.

Los elogios o halagos deberían ser más descriptivos, no tan evaluativos. De hecho, los expertos aseguran que el elogio evaluativo (en plan: '¡que maravilloso trabajo has hecho!', 'Es fabuloso' , '¡Eres tan increíble!', 'Eres el más inteligente del mundo') crea dependencia. El elogio descriptivo ayuda al niño a sacar sin embargo sus propias conclusiones y a superarse. Son este tipo de elogios:

- 'Vaya, el personaje de tu dibujo ya tiene cinco dedos en cada mano... ¡Lo haces mucho mejor!' 

- '¡Enhorabuena! ¡Has metido un gol!... ¡estás mejorando muchísimo y si sigues así, te vas a convertir en un excelente delantero'

De esta forma, el niño valora su esfuerzo y se ve recompensado. Lo que no quita, por supuesto, que de ver en cuando le recordemos lo maravilloso que es para nosotros y resaltemos sus virtudes (pero no siempre).

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