Por qué es mejor alentar que elogiar a los niños - Disciplina Positiva

¿Cuál es la diferencia entre el elogio y el aliento? ¿Cómo motivar a tus hijos de forma efectiva?

Mariana Capurro, Psicóloga
En este artículo
  1. Disciplina Positiva: Diferencia entre alentar o elogiar a los niños
  2. ¿Cómo saber si los padres alentamos o elogiamos a los hijos?
  3. Las 4 consecuencias negativas del elogio excesivo para los niños
  4. ¿Y entonces qué podemos decir a los niños para motivarles?

La Disciplina Positiva nos propone reflexionar sobre cómo nos relacionamos con nosotros mismos y con nuestros hijos. Dentro de este cambio de foco, nos invita a diferenciar entre los elogios y el aliento a la hora de motivar a los niños a que sigan haciendo las cosas bien. A continuación descubrimos por qué es mejor alentar que elogiar a los niños y cómo identificar cuándo estamos en cada una de las dos actitudes.

Tal y como dijo el psiquiatra R. Dreikurs (uno de los profesionales sobre los que se basa la Disciplina Positiva): 'Un niño necesita aliento tal y como una planta necesita agua'.

Disciplina Positiva: Diferencia entre alentar o elogiar a los niños

Tips de Disciplina Positiva para alentar a los niños

Siempre pensamos que decirle palabras bonitas a nuestros hijos cuando alcanzan algún objetivo es lo mejor que podemos hacer para animarles a que sigan en esa dirección. Así ha sido siempre. Sin embargo la clave está en la forma en la que transmitimos esas palabras, y sobre todo en lo que transmitimos.

Cuando los niños hacen algo que esperamos, que cumple nuestras expectativas y que nos hace sentir orgullosos, intentamos motivarles para que ello se repita, sin embargo, es importante que prestemos atención a la forma en la que lo hacemos, porque podemos estar provocando en ellos consecuencias negativas, que no querremos ver como parte de su personalidad en el futuro.

En este sentido, la Disciplina Positiva nos invita a alentar a los niños en lugar de elogiarles. Vamos a conocer la diferencia entre ambos.

- Elogiar a los niños
Elogiar implica un juicio favorable de alguien a algo, es una expresión de aprobación y alaba cualidades, y/o méritos. Se dirige a quien hace y valora lo que está terminado y está bien hecho (siempre según nuestra expectativa).

El efecto a largo plazo que conseguiremos a través del elogio a nuestros hijos será el de una cierta dependencia de los demás, es decir, para que nuestro niño logre sentirse valioso necesitará siempre que los demás le aprueben. Y el día que no reciba aprobación, se cuestionará su propio valor.

- Alentar a los niños
Sin embargo, el aliento trata de inspirar y de animar, trata de valorar el esfuerzo y de dar vigor a algo a alguien. Se dirige al hecho y reconoce el progreso. El efecto que estamos consiguiendo a largo plazo al alentar a los niños será el de una personalidad con mucha autoconfianza y autosuficiencia. No necesitarán de los demás para motivarse, sino que la motivación será totalmente intrínseca. Se sentirán animados a hacer más y mejor por ellos mismos.

¿Cómo saber si los padres alentamos o elogiamos a los hijos?

¿Es mejor alentar o elogiar a los niños?

Vamos a poner un mismo ejemplo, enfocado desde el elogio y desde el aliento para que los padres podamos tener más claro cuándo estamos tomando cada una de las posturas. Para ello, revisamos una de las bases sobre las que se apoya la Disciplina Positiva: la necesidad de aliento.

La situación que planteamos es la misma: uno de nuestro hijo llega a casa con un examen en el que ha sacado una nota muy elevada.

- Estamos ELOGIANDO si le decimos: '¡Qué feliz estoy, me siento superorgullosa por ese excelente que te han puesto en matemáticas!'.

Con esta frase estamos enseñándole al niño a que se tiene que sentir valiosos tras esa aprobación. Estamos motivándole a que siga buscando notas excelentes para que esto siga siendo así, para que nosotros sigamos demostrándole y diciéndole que es valioso.

Si no hubiera obtenido ese excelente en el examen de matemáticas, nuestras palabras no existirían, porque los elogios solo se dicen cuando el resultado es bueno o el que nosotros esperábamos. Da igual si se ha esforzado mucho o poco, hay niños que no tienen que hacer mucho esfuerzo para conseguir ese excelente, y hay otros que tienen que trabajar mucho para eso, sin embargo en el elogio el camino para conseguir ese resultado, no es tenido en cuenta, ni valorado.

- Estamos ALENTANDO si le decimos: 'Ese excelente en matemáticas demuestra todo el esfuerzo que has tenido que hacer durante estas semanas'.

Gracias a este aliento le estamos ayudando a sentirse valioso, sin necesidad de la aprobación de los demás, estamos ayudándole a que reconozca él o ella mismo que tras haberse esforzado, ha conseguido los resultados que esperaba, y por lo tanto a sentirse valiosos sin la aprobación de los demás.

Estamos destacando el esfuerzo que tuvo que hacer, el camino que tuvo que recorrer, y gracias al cual consiguió, en este caso, el resultado que esperaba.

Las 4 consecuencias negativas del elogio excesivo para los niños

Por qué no elogiar demasiado a los niños

Estamos muy acostumbrados al elogio, de hecho, difícilmente llegamos a imaginar que puede tener consecuencias negativas en nuestros hijos. Elogiamos con el afán de que los niños se sientan motivados a que repitan aquello que estamos valorando de forma positiva, pero cuando lo hacemos de forma excesiva podemos provocar en ellos diferentes conductas que no son para nada beneficiosas.

Según la Disciplina Positiva, estas son las 4 principales consecuencias de los elogios:

1. La adicción a los elogios
Los padres somos el mayor referente de nuestros hijos; ellos tienen la necesidad de sentirse aceptados, comprendidos, queridos, útiles e integrados, y es por eso que buscan constantemente nuestra aprobación. Cuando elogiamos en exceso, estamos demostrando aprobación, y eso es lo que ellos desean recibir, por lo tanto podemos provocar que actúen siempre en la búsqueda de esa recompensa.

Esto significa que no llegan a pensar en las consecuencias de sus actos ni necesitan estar convencidos de ellos. Simplemente, los niños actúan para conseguir nuestro elogio, y con él, condicionamos sus ideas y su comportamiento se aleja de su propia perspectiva para adoptar una que nos complazca a nosotros.

2. Desestabilización fuera del ámbito familiar
Pensemos ahora en un niño que, a ojos de sus padres, es el mejor en todo lo que hace (y así se lo hacen ver a través de los elogios). ¿Qué pasará cuando ese pequeño crezca y establezca vínculos fuera de su familia? ¿Qué pasará cuando sus amigos no le digan que es el mejor ni aplaudan todos sus logros?

Seguramente, sentirá que no vale, que lo está haciendo mal, que no le aceptan, que no le valoran y, por lo tanto, su autoestima se verá afectada, y junto con ella, la posibilidad de tener buenas habilidades sociales.

3. Desconfianza
A medida que los niños van creciendo y van comprendiendo nuestros elogios, es posible que perciban en algunos de ellos nuestra falta de honestidad. A veces, fanáticos de nuestros hijos y felices de lo que han hecho, les decimos frases que no son del todo ciertas, y que con el paso de los años, ellos entienden como mentiras.

Que nuestros hijos sientan que les mentimos, tendrá consecuencias muy negativas en nuestra vinculación. Necesitan confiar ciegamente en nosotros, y debe ser así porque es lo que les permitirá sentirse seguros el día de mañana, cuando se enfrenten a alguna dificultad o a algún problema que tengan que resolver.

4. Desmotivación
Muchas veces se da la situación de que los niños terminan asumiendo esos elogios que les decimos, y que son tan exagerados que consideran que no necesitan esforzarse más para mejorar, porque así sus padres ya le aprueban.

Pongamos un ejemplo para entenderlo mejor: cuando en repetidas ocasiones le digo a mi hijo, que es el mejor del mundo en algún aspecto, termina asumiendo que es el mejor del mundo, y por lo tanto le estoy limitando la búsqueda y la motivación para mejorar en ese aspecto o en ese ámbito. Se conforma y no busca progresar.

¿Y entonces qué podemos decir a los niños para motivarles?

Qué decir a los niños para motivarles

Entonces, ¿qué podemos decirles a los niños para transmitirles nuestro orgullo por lo que han conseguido y motivarles a seguir en esa dirección?

A veces no hace falta decir nada. Simplemente, podemos observarles, acompañarles con nuestra presencia y darles la libertad de que experimenten, acierten y se equivoquen. Con nuestro silencio podemos buscar una pequeña conexión con una sonrisa con la que verán nuestro apoyo. Con algún gesto de cariño también podrán sentirlo.

También podemos limitarnos a describir lo que vemos o el camino que el niño o la niña ha tenido que transitar para alcanzar algún objetivo. Por ejemplo: 'Veo que has recogido toda tu habitación y también has puesto tu ropa sucia en el cesto que corresponde.' 'Te has esforzado mucho durante toda la semana para poder conseguir una buena nota en este examen de biología.' Con este tipo de frases estamos valorando el esfuerzo que los niños han hecho para conseguir algo y no poniendo el énfasis solo en el resultado.

Sin embargo, recuerda: nada es radical. Podemos asociar los elogios y el aliento, igual que lo hacemos, por ejemplo, con las legumbres y los dulces. Comer legumbres es muy sano, pero de vez en cuando, también nos apetece algo dulce, ¿verdad?. Es muy positivo alentar a nuestros hijos, les hace personas más fuertes, y les prepara para el mañana. Sin embargo, si no abusamos de los elogios, también podemos utilizarlos de vez en cuando, al igual que de vez en cuando comemos algún dulce.

Sin abusar de ellos, y dándole más importancia al aliento, no tienen por qué perjudicarles.

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