Cómo prevenir las adicciones futuras desde la infancia

Raquel Oberlander, Periodista y publicitaria
En este artículo
  1. 4 factores detonantes de las adicciones desde la infancia

Las preocupaciones sobre crianza cambian con el correr del tiempo y las circunstancias. Evidentemente si estamos en un período de guerra o escasez, lo que más nos preocupará será poder alimentar a nuestros hijos. Si están enfermos, será lograr que se curen.

Pero, en situaciones más tranquilas, los padres nos preocupamos por esos temas que alertan a la sociedad en su conjunto, como lo son las adicciones en la época actual. El autor uruguayo Tato López en el libro “Lo No dicho sobre la adicción”, explica en profundidad de qué se tratan las adicciones, y sobre todo, cómo prevenirlas sobre la infancia. 

4 factores detonantes de las adicciones desde la infancia

Prevenir las adicciones futuras

Para comenzar explica que debemos considerar a la adicción es una enfermedad “porque trastorna el bienestar mental, físico y emocional de la persona” y no como una falta ética o moral. Luego explica que la enfermedad se instala en aquellas personas en las que se manifiesta al menos uno de los cuatro factores que describe:  

1. Aspectos genéticos.

Hay personas más predispuestas que otras a las conductas adictivas. Si una persona tiene predisposición, pero no aparece nunca un factor estresante que active la enfermedad, ésta puede permanecer en estado latente de por vida, al igual que sucede con muchas otras enfermedades. Por otro lado, si tiene predisposición y empieza a consumir sustancias, la adicción se instala. En cambio otra persona puede consumir y nunca transformarse en adicta. Ese momento se conoce como “encendido génico”. Ese gen que está latente se “enciende”, comienza a manifestarse y la persona se transforma en adicta. Podríamos decir que este es casi el único aspecto en el que hoy los padres no podemos intervenir, ya que (aún) no podemos manipular los genes de nuestros hijos

2. Personalidad.

Hay personalidades que favorecen más que otras el despertar de una adicción. López explica que “Para que la genética se manifieste en este sentido debe ir acompañada de una personalidad egocéntrica, hipersensible, impulsiva, extremista, manipuladora, de baja tolerancia a la frustración, que suele tener problemas con los límites y la autoridad, que a raíz de su baja autoestima suele mostrar soberbia y que tiene un comportamiento compulsivo y un patrón mental obsesivo”.

Pero estos factores no se dan necesariamente todos juntos y por supuesto pueden presentarse en diversos grados. Por eso es tan importante ayudar a moldear la personalidad de los niños en los primeros años. Más allá del temperamento con el que cada uno nace, los padres como agentes de salud positivos debemos entre otras cosas, enseñarles a tolerar frustraciones y reforzar su autoestima. 

3. Oportunidad.

No a todos se les presenta la oportunidad de consumir, aunque en el mundo occidental moderno diríamos que es poco probable que no haya circunstancias en que alguien ofrezca a nuestros hijos alcohol, cigarrillos o drogas. Los padres debemos prepararlos para rodearse de gente saludable y desde chicos enseñarles que pueden decir NO, cuando alguien les ofrezca. 

4. Relaciones sociales.

Este punto es clave, porque como explica López, no alcanza con los tres anteriores para que la adicción se instale. Es necesario un ámbito familiar, personal, comunitario y social propicio para establecerse. Nuestros hijos seguramente probarán alcohol y cigarrillos o drogas en algún momento, pero eso no los convertirá en adictos. Una persona que pertenece a una familia funcional, tiene menos chances de convertirse en adicta. ¿Y cómo es una familia funcional?  Aquella en la cual los padres o cuidadores cubren las necesidades afectivas, normativas nutritivas en forma suficiente y equilibrada. Pero sobre todo, no hay nadie que actúe como co-dependiente. 

Esta palabra es clave en el marco establecido por Tato López que sostiene que los niños sobreprotegidos y sin límites terminan siendo dependientes de los adultos que los crían. El adulto se transforma así en en un co-dependiente.  

Cuando es pequeño, ese adulto vive en función del niño, para satisfacer todos sus deseos y caprichos y si en la adolescencia o juventud ese chico comienza a consumir “El codependiente está todo el tiempo pendiente de él. Es su sombra”.  Es probable que a ese co-dependiente le cueste mucho asumir y ver que el joven es adicto, lo justificará, dirá que sólo fuma o toma muy de vez en cuando y sin darse cuenta lo seguirá protegiendo. 

“La relación tiene una dinámica de un círculo vicioso: el co rescata al adicto, luego lo persigue con un exacerbado control, y como el adicto no responde a lo que él espera, se victimiza”. Por lo tanto, prevenir comienza desde la infancia, generando relaciones familiares sanas, donde cada uno cumple su rol, en el caso de los padres, de afecto y autoridad al mismo tiempo y donde se establezcan límites claros que ayuden a moldear una personalidad fuerte, asertiva y resiliente. 

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