7 pautas a seguir en casa si tu hijo es envidioso
¿Qué debemos hacer los padres cuando el niño siente envidia?
- 7 consejos que puedes seguir si tu hijo es envidioso
Desde que el mundo es mundo, la envidia es uno de los sentimientos más comunes de los hombres. Es un sentimiento doloroso, frustrante para uno mismo, y destructor, sin embargo, es muy difícil de controlar cuando ya está instalada en nuestro interior. Educar al niño para que no sienta envidia es hacer que nuestro hijo tenga muchas posibilidades de ser feliz a lo largo de su vida.
¿Qué podemos hacer cuando nuestros niños son envidiosos? Te dejamos las pautas a seguir si tu hijo es envidioso.
7 consejos que puedes seguir si tu hijo es envidioso
Cuando los niños comienzan a socializar con los demás es cuando empiezan a tener envidia. Sin embargo esto es normal. Este tipo de envidia, normalmente, se debe al miedo de perder algo que tienen, o algo que desean de los demás y que suele ser material, como un juguete. En ese momento, los niños tienen arranques de ira y suelen mostrar esa envidia e impotencia con rabietas, que ya debemos empezar a controlar, dando pequeñas explicaciones simples.
Las primeras envidias ocurren entre hermanos, ya que es con quien el niño está más cerca y son totalmente normales.
Sin embargo, no es hasta que el niño empieza a tener conciencia de sí mismo, cuando comienza a tener una envidia más complicada, se trata de la envidia social. La envidia social es la que experimenta el niño cuando siente que otro es mejor que él, o posee una cualidad de la que él carece, pero también puede ser envidia por no ser el centro de atención constantemente. Este tipo de envidia es la más perjudicial para el niño, ya que se trata de un sentimiento sumamente negativo que le conducirá a una infelicidad constante, ya que viene generada por un complejo de inferioridad, una gran inseguridad e insatisfacción consigo mismo.
El niño se centra más en lo que les ocurre a los demás que en sus propios objetivos. En estos casos debemos enseñar al niño la diferencia entre envidia y admiración por otra persona. La admiración en ningún caso nos genera malestar, la envidia sí.
¿Cómo podemos tratar la envidia de los niños?
1- Reforzando su autoestima: La envidia es un clara falta de creer o de ver sus propias cualidades. Debemos hacerles ver cuáles son las cualidades de cada uno, y fortalecerlas. Siempre en sentido positivo, sin colgar la etiqueta al niño de “eres un envidioso”, sino más bien diciendo “sí, ese niño pinta genial, pero a ti se te dan muy bien las matemáticas. Debes estar contento de que a tu amigo o hermano le vaya bien”.
2- No comparar a sus hermanos o a otros con él: No podemos comparar a los niños porque son totalmente distintos, y lo que queremos enseñarle es que cada uno tiene sus propias cualidades, que no son ni peores ni mejores que la de los demás, sino simplemente distintas, y como tales no se pueden comparar. Comparar entre hermanos es tener aseguradas las peleas durante todo el crecimiento y puede que a la larga se genere un sentimiento de odio entre ellos.
3- No mostrarles que el mundo está a su servicio ni sobreprotegerlos, porque cualquier cosa que no puedan conseguir, y que los demás posean, será anhelada por ellos, y no estarán preparados para afrontar la frustración de no tenerla.
4- Fomenta la empatía: La empatía es clave para que el niño entienda el sentimiento negativo que genera en los demás, además de en él mismo. Debemos situar al niño en el lugar del otro preguntándole ¿si tú hubieras ganado esa carrera no te gustaría que los demás se alegraran por ti? ¿Cómo te sentirías si tu amigo se enfadara contigo cuando haces algo mejor que él? Las explicaciones razonadas siempre son un buen camino para hacer reflexionar al niño.
5- Predica con el ejemplo: Si tú eres envidioso, y haces comentarios negativos de otra persona delante del niño, este lo entenderá como un sentimiento normal.
6- Premia es esfuerzo y no los resultados: Enseña a tu hijo que lo importante es esforzarse, más que conseguir resultados rápidos. Algunas cualidades no dependen del esfuerzo, por ejemplo cuando un niño es más rápido que otro, sino de la genética; pero otros se pueden conseguir con esfuerzo y deben ser mejor valorados que los que nos resultan fácilmente alcanzables.
7- Muéstrale que la alegría compartida es mejor: Cuando los demás consiguen algo debemos alegrarnos por ellos, porque la alegría compartida con los demás hace que nosotros también estemos alegres y más positivos para enfrentarnos a nuevos retos.
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