Por qué a los niños les cuesta calmarse cuando tienen berrinches

La razón científica del por qué de las rabietas infantiles y cómo consolar a los niños

Borja Quicios, Psicólogo educativo
En este artículo
  1. La razón por la que el niño no se calma cuando tiene berrinches
  2. Cómo manejar las rabietas de tus hijos

Las rabietas son un capítulo más en el desarrollo evolutivo de los pequeños. Suelen aparecer alrededor de los 2 años, cuando el niño comienza a descubrir el mundo que le rodea. En esa exploración del mundo, empieza a entender que no es el centro de todo y experimenta varias emociones que aún no logra controlar.

En esta etapa los impulsos de los niños son muy fuertes. A eso se le suman las pocas experiencias vividas, lo que hace que no tengan la suficiente capacidad para tolerar las frustraciones. Además, sus habilidades de expresión y su lenguaje aún son muy limitados. Así, el enfado, la frustración, la ansiedad o la tristeza solo podrá ser expresada a través de los pataleos y las rabietas. Y muchas veces, a los padres solo nos queda preguntarnos una y otra vez: por qué a los niños les cuesta tanto calmarse cuando tienen berrinches. 

La razón por la que el niño no se calma cuando tiene berrinches

Te contamos por qué a los niños les cuesta tanto calmarse al tener un berrinche

Durante el estallido emocional por el que los niños pasan mientras tienen una rabieta, serán los adultos de su entorno los que tengan que responder con calma, con paciencia, y con diversas estrategias que le den 'esperanza' al niño para salir de ese proceso. Al hacerlo, muchas veces no se consigue que los pequeños puedan superar la rabieta, y es que la capacidad de ayudar de los adultos se puede ver limitada por el desarrollo biológico que los pequeños hayan alcanzado en ese momento.

Según la consultora en crianza Tina Bryson y el neurocientífico Dan Siegel, el cerebro se puede dividir en dos zonas que, a su vez, deben conectarse sólidamente y trabajar juntas. Estas son:

- La zona inferior. La impulsiva
Esta zona, que implica a nuestro cerebro más primitivo, lo componen el sistema límbico y la amígdala. Estos son reactivos, es decir, son unidades que tienen intereses impulsivos. Se puede decir que es el sistema 'infantil', impulsivo e instintivo del individuo.

- La zona superior. La razonadora
Se refiere a la corteza externa del cerebro. Es aquella que permite inhibir los impulsos, tener perspectiva, procesar los estímulos emocionales y darles respuesta.

De este modo, durante una rabieta las emociones estallan y será la amígdala (la zona inferior) la que entre en juego.

El cerebro del niño aún no es como el de un adulto, por lo que será incapaz de utilizar las conexiones necesarias para que la corteza externa (la zona superior) aparezca en escena y así poder adoptar perspectiva sobre la situación y poder calmarse.

Dicho de otra manera, al tener una rabieta los niños experimentan un colapso del sistema límbico, y no consiguen ni esas conexiones necesarias, ni la tranquilidad. De ahí que les cueste tanto calmarse cuando tienen berrinches. 

Cómo manejar las rabietas de tus hijos

El primer paso fundamental para manejar las rabietas y los berrinches será entender el desencadenante que los ha provocado. Algunas veces estos episodios son premeditados, y en estos casos habrá que dar respuesta mediante los límites claros y sus consecuencias, sin dejar de lado la lógica a la hora de implementarlos.

En cambio, la mayoría de las veces en los berrinches está implicada la biología del cerebro. Teniendo en cuenta esto, los adultos deben tomar otro tipo de decisiones más efectivas a la hora de intentar calmar a los niños.

1. Calmar nuestras propias emociones
Los padres deben regular sus propias emociones para ver la situación con claridad. Una vez ocurre esto, los niños sentirán seguridad para calmarse, ya que les sirve de espejo. Es decir, si el padre mantiene la calma, el pequeño mediante modelado se calmará.

2. Negociar
Una vez que el adulto y el niño han conectado y se ha clamado la situación (no basta con pedir que se calme; hay que conectar) habrá que reflexionar sobre lo ocurrido y negociar las consecuencias.

3. Distraer al niño.
Para disminuir el dominio del cerebro primitivo podemos activar la zona externa con juegos de cartas, de adivinar palabras, etc. Todo tipo de juegos que puedan servir al niño para activar su mente y las conexiones.

4. Movimiento
Cuando el niño entra en conflicto y su cerebro inferior entra en colapso quizá sea buena idea entretenerle con ejercicio físico como jugar a la pelota, correr, saltar, etc. Entrar en movimiento será beneficioso.

5. Cambiar de ambiente
Ante un berrinche, puede funcionar el cambiar de estímulos. Para ello se puede salir al exterior o cambiar a otra habitación que implique otro ambiente para el niño.

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