Pelear con un hermano mejora el desarrollo personal y emocional de los niños

Los conflictos entre hermanos si son leves y no violentos hacen de los niños mejores personas

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  1. Pelear con un hermano permite desarrollar al niño habilidades

El que nunca haya peleado con su hermano que levante la mano... ¿Alguien?, ¿Nadie? Es prácticamente imposible encontrar a alguien que, en algún momento de su existencia, no haya tenido un conflicto con su hermano. Forma parte de la vida, como aprender a andar, cantar en la ducha, hablar solo por la calle o reírnos cuando alguien tropieza... son cosas que nos pasan a todos.

Sabemos que las peleas entre hermanos deben evitarse o al menos encauzarse, pero seguro que no sabías que pelear con un hermano mejora el desarrollo personal y emocional de los niños. ¿Imaginas por qué?

Pelear con un hermano permite desarrollar al niño habilidades

Pelear con un hermano nos hace mejores

No he tenido muchas peleas con mi hermano pero las pocas que ha habido, han sido antológicas, todavía recordamos como volaban por el salón de mi casa maquinitas tipo Donkey Kong o marcianitos. Las peleas más habituales eran por esperar demasiado el turno para entrar en el baño, por algún juguete o por el mando a distancia. Lo normal, ¿no?

A día de hoy hemos superado esa etapa, en primer lugar porque cada uno vive en su casa y en segundo porque pelearnos por jugar con el Atari ya no nos pasa. No se nos presentan los mismos conflictos ni tenemos tan poca capacidad de autocontrol como cuando éramos pequeños. 

Ahora que soy madre, lo veo desde otro punto de vista. Las peleas entre mis hijos, me desesperan, me preocupan por si se hacen daño y, en ocasiones, me hartan. Sin embargo, un estudio de la Universidad de Cambridge descubrió que las peleas entre hermanos pueden hacernos mejores personas. Vinieron a decir que una cierta dosis de rivalidad era beneficiosa para su desarrollo mental y emocional.

Los niños, en definitiva, también aprenden de los conflictos y las peleas. 

El estudio, titulado "Toddlers up" se basa en la investigación que un grupo de académicos llevó a cabo durante cinco años en el que estudiaron el desarrollo cognitivo y social de niños con edades comprendidas entre los dos y los seis años. Se analizó el comportamiento de 140 niños procedentes de familias con padres muy jóvenes y bajos ingresos, ya que consideraron que era el entorno donde más conflictos se podría dar. 

Se observaron a los niños interactuando con sus padres, amigos, hermanos y conocidos. Se realizaron evaluaciones sobre el lenguaje, la memoria y el control de los niños y, de todas las conclusiones que se extrajeron, una muy curiosa estaba relacionada con los hermanos. 

Los investigadores se dieron cuenta que la rivalidad sostenida entre hermanos puede generar problemas de comportamiento y dificultades en las relaciones más adelante, pero si la rivalidad es sana y leve, el impacto será más que beneficioso. 

Cuando dos hermanos discuten, intercambian puntos de vista y aprenden habilidades como:

- La negociación: tendrán que imponer sus ideas frente a las del otro intentando convencerle.

- Las habilidades de comunicación: con los hermanos no vale el "porque lo digo yo", el intercambio verbal de ideas y la exposición de las mismas es lo que puede hacerles conseguir lo que buscan.

- Las estrategias del lenguaje: utilizar las palabras adecuadas con un hermano puede hacer que no tengas ni que pelear por lo que quieres.

- La memoria: recordar lo que pasó en la última pelea, lo que dijo uno y otro y lo que terminó pasando pone a prueba la capacidad de recordar.

- El autocontrol de sus emociones: aprender a tener conflictos sin llegar a las manos les salvará de más de un "castigo".

- La competencia sana puede lograr que los niños se esfuercen más y perseveren en conseguir lo que desean.

- Aprenden sobre los sentimientos: podemos estar enfadados en un momento determinado con alguien y un rato después ser "amigos" de nuevo.

- Aprenden a luchar por algo: pelear con un hermano supone dejar de lado la pasividad y el conformismo y tomar una parte activa para lograr conseguir algo.

Todos estos aprendizajes, son base para el desarrollo del niño y le entrenan para la vida adulta. Todas esas experiencias van conformando un carácter que les permitirá afrontar otros obstáculos en la vida.

Eso sí, es importante conocer la diferencia entre una rivalidad sana y una relación agresiva y violenta, algo que ocurre entre hermanos en ocasiones y sobre lo que se hace necesario intervenir cuanto antes.

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