Cuando ves que tus hijos sufren emocionalmente

Cómo ayudar al niño que está sufriendo

Borja Quicios, Psicólogo educativo
En este artículo
  1. El sufrimiento emocional es parte de la vida
  2. Qué podemos hacer para ayudar a los niños que sufren emocionalmente

El entorno en el que se mueve el niño influye en su estado emocional. Este estado emocional es el motor que guía a los niños dentro de su desarrollo evolutivo.

Las emociones que experimente el pequeño serán las modulen la capacidad que tenga el niño para aprender habilidades y adquirir las herramientas necesarias para manejarse en el mundo. Es decir, si el niño se siente bien se desarrollará de forma óptima, en cambio si las emociones que siente son negativas (preocupaciones, no sentir cariño, etc.), estas tendrán consecuencias negativas en su evolución. ¿Cómo podemos los padres ayudar cuando vemos que nuestros hijos sufren emocionalmente? 

El sufrimiento emocional es parte de la vida

Niños que sufren emocionalmente 

Las emociones negativas que nos producen sufrimiento forman parte de la vida. No pueden evitarse. Hay veces que incluso es necesario este sufrimiento emocional para que se dé el desarrollo evolutivo adecuado en los niños.

- El sufrimiento positivo. Este se asocia a situaciones por las que el niño puede pasar en su infancia como: conocer a gente nueva, acostumbrarse a la separación de sus padres, enfrentarse a los límites y las normas que imponen los padres, etc. Todas ellas serán necesarias y beneficiosas para el desarrollo del pequeño cuando se dan en un contexto estable ya que ayudan al niño a desarrollar la capacidad de autocontrol y dominarse a sí mismo.

- El sufrimiento tolerable. Este tipo de sufrimiento se asocia a experiencias amenazantes como la muerte de un ser querido, un divorcio de los padres, desastres naturales. Todas experiencias que pueden tener consecuencias a largo plazo, pero que serán tolerables si ocurren en un periodo de tiempo limitado en el que los familiares ayudan al niño dándole seguridad y utilizando estrategias para ir reduciendo su sufrimiento.

Otras veces este sufrimiento perjudica su desarrollo:

- El sufrimiento tóxico. Su detonante son situaciones como: una extrema pobreza, desestructuración familiar, maltrato, etc. Además hay una ausencia de apoyo de los padres que ayuden a los niños a afrontar estas situaciones. El resultado es que los niños que padecen este tipo de sufrimiento emocional desde la primera infancia serán más susceptibles de padecer alguna enfermedad como diabetes o hipertensión y problemas de salud mental como depresión o ansiedad cuando sean mayores.

Qué podemos hacer para ayudar a los niños que sufren emocionalmente

Los padres cuando educan a sus hijos quieren lo mejor para ellos. Muchas veces erran al intentar evitar la frustración y el sufrimiento de sus hijos. Las emociones negativas forman parte del juego y no se pueden evitar ni dejar de lado. Por tanto, en vez de caer en la sobreprotección, las familias deben canalizar este tipo de emociones e intentar que no sean perjudiciales para los niños.

Así, los niños deben aprender a manejar habilidades emocionales desde pequeños. Si experimenta una emoción negativa, los adultos no deben minimizar la emoción o tratar de “rescatarlo” ofreciéndole un alivio inmediato. Los padres deben de ofrecer otro tipo de estrategias en las que el niño aprenda a ayudarse a sí mismo y a manejar sus sentimientos. Para ello:

- Ser cercanos. Los padres tiene que ver a los niños como personas que tienen su propio mundo emocional y que estos se sienta seguros de poder expresar sus emociones. No alejar las emociones negativas sino afrontarlas. Es decir, si el niño está triste, cuando le decimos: “no estés triste” estamos intentando evitar el sufrimiento a los niños, lo que perjudica su inteligencia emocional. Será mejor afrontarlo y preguntar por qué se está sintiendo para que vaya adquiriendo herramientas y experiencias que les ayuden a reconocer las complejidades emocionales.

- Aceptar las emociones. El niño debe tener la confianza suficiente en su familia y entender que su entorno acepta las emociones que está sintiendo. Es decir, desterrar las frases estereotípicas como por ejemplo: “los niños no lloran”. Así, el niño entenderá que las emociones que siente no son algo que deba temer o evidenciar.

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