El oro y las ratas. Fábulas con moraleja para niños

Fábula sobre los tramposos y la mentira para leer con los niños

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En este artículo
  1. Fábulas con moraleja: El oro y las ratas

Las fábulas con moraleja son un recurso muy bueno para educar a nuestros hijos en valores y transmitirles algunas enseñanzas importantes. Y es que estos relatos siempre encierran un consejo o una advertencia.

Esta fábula infantil: El oro y las ratas, cuenta lo que le ocurre a los tramposos que intentan mentir y engañar a los demás. Una original fábula para niños que podemos leer juntos en familia.

Fábulas con moraleja: El oro y las ratas

El oro y las ratas, una fábula con moraleja para los niños 

Érase una vez un rico mercader que, antes de hacer un largo viaje, tomó sus precauciones para evitar que le robaran su fortuna. Para asegurarse que todos sus lingotes de oro estaban a buen recaudo, se los confió a quién pensó que era un buen amigo. Y así, tranquilo y confiado, partió de viaje. 

Pasó el tiempo y el mercader regresó a su casa. Lo primero que hizo fue ir a recuperar su fortuna. Pero le esperaba una gran sorpresa.

-¡Malas noticias! - le dijo su amigo-. Guardé tus lingotes en un cofre bajo siete llaves sin saber que en mi casa había ratas. ¡No te imaginas lo que pasó! Las ratas agujerearon el cofre y se comieron el oro. ¡Esos animales son capaces de devorarlo todo!

- Noooo, noooo ¡Qué desgracia! -se lamentó el mercader-. Estoy completamente arruinado, ¿qué voy a hacer ahora? No te preocupes amigo, tu no eres culpable, lo son esas ratas inmundas.

Pero el mercader que sospechaba de las palabras de su amigo ideó un plan para cazar a tamaño mentiroso. Antes de que se fuera le invitó a comer al día siguiente y esa misma noche salió a escondidas y cogió de su establo el mejor caballo.

Al día siguiente el amigo llegó a casa del mercader abatido: 

-Perdona mi mal humor -dijo-, pero acabo de sufrir una gran pérdida: desapareció el mejor de mis caballos. Lo busqué por el campo y el bosque pero se lo ha tragado la tierra.

- ¿Es posible? -dijo el mercader simulando inocencia-. ¿No se lo habrá llevado una lechuza? Casualmente anoche, a la luz de la luna, vi volar una lechuza llevando entre sus patas un hermoso caballo.

- ¡Qué tontería! -se enojó el amigo. ¡Dónde se ha visto, un ave que no pesa nada, alzarse con una bestia de cientos de kilos!

- Todo es posible -señaló el mercader-. En un pueblo donde las ratas comen oro, ¿por qué te asombra que las lechuzas roben caballos?

Y así fue como el tramposo supo lo que era caer en su propia trampa. El mal amigo, confesó que había mentido, el oro volvió a su dueño y el caballo a su establo. 

Moraleja: si intentas hacer trampas, éstas se pueden volver en tu contra.  

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