Conducta actualizada sobre los baños de sol en recién nacidos

Conoce la importancia y los beneficios de establecer la rutina de poner al niño al sol

Carla Estrada, Pediatra
En este artículo
  1. Por qué hay que tener cuidado con los baños de sol en bebés
  2. Beneficios de la vitamina D en la piel de los bebés

Cuando el bebé nace y es dado de alta, el pediatra y/o neonatólogo le hacen muchas indicaciones para el cuidado de ese recién nacido en casa y una de esas indicaciones son los baños de sol, pero actualmente esa conducta ha cambiado, ya que se ha evidenciado científicamente que los baños de sol en un recién nacido pueden tener más riesgos que beneficios en cuanto a su salud a corto y largo plazo.

Por qué hay que tener cuidado con los baños de sol en bebés

Nueva conducta de los baños de sol en niños

Sabemos la importancia y beneficios que tienen los rayos solares en el organismo, los cuales son:
  1. Metabolizan la vitamina D necesaria para mantener los niveles de calcio y fósforo suficiente circulando en nuestra sangre
  2. Ayudan a la absorción de calcio en nuestros huesos
  3. La vitamina D sola o con el calcio ayudan a aumentar la densidad mineral ósea disminuyendo la incidencia de fracturas y la correcta formación de los dientes
  4. Permite establecer el reloj biológico en el recién nacido desarrollando hábitos de sueño saludables
  5. Disminuye la ictericia neonatal
  6. Previene el raquitismo en los niños que con lleva a tener huesos blandos y quebradizos
  7. Fortalecimiento del sistema inmunológico.

El problema radica en que la piel del recién nacido y menores de 6 meses, es muy delgada y es muy delicada y sensible también al uso de protector solar (reacciones alérgicas) y si además, los baños de sol son aplicados en forma incorrecta y con abuso de la exposición al sol en cuanto horarios, tiempo y vestimenta, podrían traer consecuencias patológicas desde leves hasta graves en la vida presente o futura del bebé, como: insolación, quemaduras de primer o segundo grado y el temible cáncer de piel.

Baños del sol para los niños

Por esta razón, por consenso de las Asociaciones Pediátricas, Asociaciones de Dermatología Mundial  y la OMS (año 2014), los baños de sol quedan prohibidos en menores de seis meses. La conducta actualizada es la siguiente:

  • No baños de sol ni exposición al mismo a ninguna hora en menores de 6 meses
  • Ni detrás de cristales. 
  • Indicación de vitamina D desde recién nacido, tanto en bebés a término como pre términos. 
  • Exposición al sol a partir de los 6 meses con aplicación de protector solar con FPS mayor de 30 a 50 y especial para pieles delicadas. 
  • Horario de exposición (mayores de 6 meses) en las mañanas por debajo de las 10 am y en las tardes después de las 4 pm. 
  • Lactancia materna que facilita la expulsión de la bilirrubina por las heces en caso de Ictericia neonatal. 

La delicada piel del recién nacido y de los menores de seis meses debe ser muy bien protegida y resguardada para evitar patologías en la misma, por tanto, los baños de sol en este rango de edad ya es una conducta desactualizada.

Beneficios de la vitamina D en la piel de los bebés

Beneficios de la vitamina D

Ya hemos dicho que ha cambiado la conducta respecto a los baños de sol, sin embargo, el sol propiamente tiene unos beneficios, los cuales te decimos a continuación:

  • Algunas Asociaciones Pediátricas recomiendan que los lactantes menores de 6 meses alimentados con lactancia materna exclusiva y que vivan en países con climas muy fríos reciban también suplementos de vitamina D para mantener su nivel adecuado en sangre.
  • Y es que, a pesar de que la leche materna contiene vitamina D, sus concentraciones no son muy altas, debido a que la madre tampoco recibe, lo más probable, suficiente sol como para sintetizarla y aportar cantidades adecuadas a través de la lactancia.
  • Esta teoría sobre los suplementos de vitamina D para estos lactantes es cuestionable, ya que la madre podría recibir un buen aporte de vitamina D a través de los alimentos con una rica alimentación basada en aceites de pescado (salmón, atún, sardinas), lácteos (leche, queso, mantequilla, yogurt), champiñones, yema de huevo y cereales fortificados.

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