Dibujando risas y sonrisas en la carita de los niños

Los beneficios de la sonrisa en la comunicación con tu bebé

Vilma Medina, Periodista, MA
En este artículo
  1. Risas y sonrisas en la carita de los niños

Si hay algo que presumo un montón de haber enseñado a mi hija desde que era apenas una bebé y que ella lo conserva hasta hoy, es la risa. Cuando sonríe ella, su rostro entero se ilumina como si hubiera dado a un interruptor. Sus ojos brillan y los hoyitos que tiene ella en sus mejillas, se resaltan. Qué te puedo decir, cuando la veo sonreír o soltar sus carcajadas... ¡se me cae la baba!

Risas y sonrisas en la carita de los niños

El valor de la risa y la sonrisa en la familia

Está comprobado de que tanto la sonrisa como la risa son una experiencia enriquecedora en todos los sentidos. Las dos manifestaciones traen muchos beneficios para los niños. Desde el refuerzo a su inmunidad hasta la estimulación de su buen humor y a su relación con los demás. De hecho, creo, que en las escuelas y colegios también deberían fomentar más la risa y la sonrisa. Los niños estarían más dispuestos y abiertos para aprender.

Cuando cierro los ojos y estampo la imagen de mi hija, siempre la veo sonriendo. Y así está ella siempre en las fotos de familia, en las del colegio, de sus fiestas de cumpleaños, de Navidad, etc. Su sonrisa ha crecido con ella. Me acuerdo que cuando era aún una bebé recién nacida, cuando la cogía en brazos, le hablaba y me dirigía a ella sonriendo, ella me devolvía una tierna y delicada sonrisa de encías. Sus ojitos se achinaban y sus mofletes se hinchaban.

Ya casi al año de nacida, ella sonreía y se reía un montón cuando jugábamos a cosquillitas o a hacer pedorretas en su tripita. Se reía tanto, tanto que a veces parecía que se iba a ahogar. También la encantaba jugar a esconderse de su padre en mis brazos y hacer aquello de 'cucu-tras...'

Las situaciones que provocan la sonrisa de los niños van cambiando según ellos vayan creciendo. A los dos años de edad, por ejemplo, a mi hija le encantaba darnos sustos. Se ponía siempre detrás de las puertas o dentro de los armarios para sorprendernos. Aquello era sólo risas.

Eran tantas las risas que a veces mi niña se caía al suelo de lo flojita que se quedaba. Y a a los 3 años de edad, sus sonrisas y risas se relacionaban a lo que ella veía en la televisión, en los Cuentacuentos, en el teatro, circo, películas... o cuando la montábamos en estos juguetes de calle que se mueven y suenan una música al ponerle una moneda.

A partir de los 4 años de edad, mi hija disfrutaba de las risas cuando le contábamos un chiste, o cuando la hacíamos repetir un trabalenguas, contarnos una adivinanza o que ella nos contase un cuento divertido. La risa también se enseña y se aprende. No tiene contraindicación alguna y es altamente contagiosa.

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