Cómo enseñar a niños con traumas a luchar por aprender

Acompañar a los niños que han sufrido un hecho traumático

En este artículo
  1. La bondad: el arma de los profesores ante niños con grandes traumas

No todos los niños crecen en un hogar lleno de amor, donde sus padres les dan apoyo emocional y cuidan de su bienestar. Muchos niños, desde bien pequeños han de enfrentarse a grandes traumas que pueden marcar su futuro.

La separación de los padres, tener una madre con depresión crónica, vivir en un hogar donde se da el maltrato o tener alguien en la familia con adicción a las drogas, son sólo algunos ejemplos de situaciones con las que muchos niños han de lidiar. Estas vivencias, traumáticas, pueden hacerles perder el interés por la escuela, por aprender, por luchar. La experiencia vivida en una pequeña escuela de Estados Unidos, demuestra cómo ayudar a estos niños a sobrevivir a sus circunstancias y además, a tener éxito en los estudios.

La bondad: el arma de los profesores ante niños con grandes traumas

 La bondad ayuda a niños con trauma a aprender

Según la neurociencia, el cerebro de los niños que han de enfrentarse de forma constante a una situación traumática está preparado para sobrevivir, por lo que es posible que estallen ante ciertos estímulos con más intensidad que otros niños, una regañina de un profesor o una mala mirada de otro niño, puede desencadenar una explosión de ira. Y es que, viven en una situación de estrés constante.

Algunas escuelas, como la Lincoln High School en Washington, donde muchos de sus estudiantes vienen de ambientes difíciles y con bajos ingresos, pusieron en práctica medidas para apoyar a aquellos que eran más vulnerables. Los maestros recibieron formación especial para interactuar con esos niños que habían sufrido traumas. Los protocolos que aplicaron lograron que estos estudiantes tuvieran éxito en la escuela, se graduaran y accedieran a la universidad. 

¿Qué hicieron en la escuela Lincoln que está siendo referencia en muchos otros centros? Dieron a sus maestros estas reglas, que aunque parecen simples, son fundamentales:

- No tomes nada de lo que diga un estudiante como algo personal y nunca estalles ante una provocación: ante un estallido de rabia de un alumno, les llevan a una sala más tranquila y, más tarde, acude a hablar con él para saber qué le molestó o saber si quiere hablar de ello.

- Ante un estímulo de aparente maldad de un alumno, ya sea verbal o física, responde con un acto de bondad: atención al alumno, una frase positiva o un abrazo. En niños muy traumatizados, los simples actos de bondad tienen un alto impacto. 

En resumen, la respuesta de los profesores era la comprensión y el refuerzo positivo. En los años posteriores a la adopción de estas prácticas de disciplina positiva, la escuela vio como aumentaba sus tasas de graduados, también los alumnos que estudiaban una carrera universitaria, se redujeron las peleas en un 75% y en casi un 100% las suspensiones y expulsiones de alumnos. 

Esta experiencia en una escuela pequeña de un pueblo de USA se extrapoló a otras más grandes y se trabajó durante varios años dando apoyo y formación a profesores para atender a niños con situaciones de trauma con una sola herramienta: la bondad. Allá donde lo han aplicado, ha funcionado. Para pensarlo...

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