Los primeros amores de los niños

¿Cuáles son los primeros amores de tus hijos?

Vilma Medina, Periodista, MA
En este artículo
  1. El amor de los niños por sus juguetes

Desde que nacen los bebés necesitan, además del cariño, la protección, y de los brazos de sus padres, de algo, un objeto, un juguete, un osito de peluche... que esté siempre con ellos y que les hagan sentirse más seguros. Necesitan de un ‘compañero’, de un ‘amigo’, ¡de un amor!

Mi hija ha tenido muchos amores y pasiones en su vida. Desde una mantita, un osito de peluche, hasta un muñeco que nos ha acompañado durante años.

El amor de los niños por sus juguetes

Los primeros amores de los niños

El amor de los niños por sus juguetes es un sentimiento casi de dependencia. Me acuerdo perfectamente que cuando mi hija tenía unos 2 añitos, se enamoró de  ‘Laa-laa’ de Los Teletubbies. Le llamaba la atención su color amarillo y le encantaba chuparse la antenita rizada que Laa-laa tenía en su cabeza. Una vez fuimos de vacaciones a la casa de los abuelos, que viven en otro país, y Laa-laa ‘se perdió’. Bueno, bueno, bueno… ¡cuánto sufrimiento! Hemos estado todos buscando a su muñeca por todos los sitios y nada. Y mi hija no paraba de llorar. Al final, su abuela se acercó a una tienda de juguetes y acabó comprándole otra Laa-laa. Y aunque mi hija se dio cuenta de que no era la misma muñeca, y por ello rechistó durante horas, la aceptó porque no había más remedio.

Luego, su otra pasión fue por Buzz Lightyear, uno de los personajes de Toy Story, el del ‘hasta el infinito y más allá...’. ¡Fue amor a primera vista! Un regalo que vino en un menú infantil de una cadena de restaurantes. ¡Eran inseparables!

Cuando cumplió un añito, su gran amor fue un muñeco al que le dimos el nombre de Jaimito. Su amor duró años. Jaimito, durante años, viajó con nosotros a todas partes. Jaimito era como el hermano pequeño de mi hija. Lo bañaba, le cambiaba de ropitas, le pintaba la cara por Carnaval, uff... ¡cómo mi hija lo quería! Pero aunque su amor fue largo, ella acabó dejándole por un osito de peluche, de color malva. A este osito lo llamaba Javi. Sin su osito, ella no se podía dormir, así que casi hemos contratado un guardaespaldas para Javi, por si se perdía.

Aparte de los juguetes, mi hija tuvo muchos amores: una mantita ‘mágica’ que la calmaba y la hacía dormir enseguida en los primeros meses de vida; Dumbo, el elefante que volaba de los dibujos animados, los libros de cuentos, su perro… Lo cierto es estos amores a los que ella se aferraba, dotó a su vida de mucha alegría y afectividad, y de amor, por supuesto.

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