Nunca te vayas a dormir enfadado con tus hijos (ni con nadie)

Las consecuencias negativas de que niños y padres se metan en la cama con emociones negativas

En este artículo
  1. Por qué no debes irte a la cama enfadado con los niños
  2. El peligro que supone no ayudar a los niños a gestionar el enfado

Cuando dormimos el cuerpo recupera energía, limpia y ordena toda la información y vivencias del día. Cuidar el momento previo para irse a la cama es importante porque es la antesala para que podamos disfrutar de un sueño sanador y placentero. Por eso, ¡no te vayas a dormir enfadado con tus hijos (ni con nadie)!

Para algunos padres, irse a la cama en un estado de calma y tranquilidad es casi imposible. La mayor parte de sus días se desarrollan entre discusiones, quejas y enfados. Y es que los niños viven un sprint de aprendizajes diarios que llevan a los padres a perder los nervios constantemente, incluso por cosas insignificantes.

En Guiainfantil.com te explicamos por qué no es bueno irte enfadado a la cama con tus hijos y el peligro que supone que esta emoción se instaure en el día a día de tus pequeños.

Por qué no debes irte a la cama enfadado con los niños

Nunca te vayas a dormir enfadado con tus hijos

Que un niño se enfade es algo habitual y muy normal. De hecho, es una de las formas que tiene para desarrollar su personalidad y descubrir cómo relacionarse consigo mismo y con todo lo que le rodea. No debe ser algo preocupante, aunque sí es necesario que los niños desarrollen la capacidad de aprender a gestionar estos enfados de forma saludable y así evitar las siguientes consecuencias:

- Dificultades para conciliar el sueño

Si el niño se va a la cama enfadado, es muy probable que tenga dificultades para conciliar el sueño, que tenga pesadillas o se despierte varias veces por la noche. Dormir placenteramente y tranquilamente actúa como alimento para nuestro cerebro y cuerpo, el cual nos permite disfrutar de salud emocional y física.

- Cansancio durante el día

Si tu pequeño no descansa bien durante la noche, no te extrañe que durante el día este más irascible, desobediente, enfadado o tenga comportamientos fuera de lugar. También, pueden expresarlo con somnolencia y desánimo. Sea como sea, es un estado de ánimo que les aleja de su dulzura y les impide disfrutar de sus vivencias de forma saludable.

El peligro que supone no ayudar a los niños a gestionar el enfado

El peligro de no enseñar a los niños a gestionar el enfado

Ser padre es uno de los vínculos que más felicidad nos puede hacer sentir, sin embargo, son muchos los padres que sufren al observar la relación que tienen con sus hijos. Si permites que el enfado se normalice en tu hogar, no te sorprendas castigando constantemente a tus hijos, hasta convertir la relación con tus pequeños en una guerra diaria, creando así vínculos tóxicos que tendrán consecuencias desafortunadas, principalmente en la adolescencia y en la adultez.

Hay personas que viven enfadadas con el mundo, todo les molesta y tienen gran dificultad para encontrar cosas buenas en su vida. ¿Conoces a alguien así? Si es así, habrás observado que cuanto más muestran su enfado, parece que más historias desafortunadas les suceden. Y es que las personas que no aprenden a gestionar la emoción de enfado, pueden normalizar este estado en su vida, sin saber el peligro que supone mantener estas emociones de forma reiterada en el tiempo.

Por eso, encuentra la forma de ayudar a tus pequeños para que suelten el enfado antes de irse a la cama y toma precauciones para que el niño no se acostumbre y lo instaure como una forma de vida. ¡Recuerda que los niños aprenden rápido! Deporte y una comunicación efectiva son grandes aliados para esta tarea.

Por otra parte, son muchos los estudios que se han realizado acerca de las emociones negativas y cómo influyen en nuestra salud cuando estas son almacenadas a lo largo del tiempo. Y es que cuando estas emociones se estancan en el cuerpo y no se liberan, se convierten en algo parecido al 'veneno', trayendo como consecuencia enfermedades psicológicas y corporales. Por eso se dice que, si cuidamos nuestros pensamientos y emociones, cuidamos nuestra salud.

Como decía la madre Teresa de Calcuta: 'La paz y la guerra empiezan en el hogar. Si de verdad queremos que haya paz en el mundo, empecemos por amarnos los unos a los otros en el seno de nuestras propias familias. Si queremos sembrar alegría en derredor nuestro precisamos que toda familia viva feliz'.

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