Nos faltan brazos para cuidar a los niños

Nos faltan brazos para cuidar a los niños

Patro Gabaldón, Periodista
En este artículo
  1. Cómo organizarse para críar a los hijos

Llevar el carrito, el bolso, la compra, al bebé, al hermanito..., creo que estamos mal diseñados, debería crecernos algún brazo extra con nuestra paternidad. Fuera de bromas, lo que sí está claro es que, los niños y los objetos cotidianos que los acompañan requieren de nuestra parte un esfuerzo y un tiempo, muchas veces, extraordinario.

Recuerdo cuando nació mi primer hijo que en la sala de estar teníamos desplegado, el cuco, una hamaca y mil cachivaches para nuestro retoño. Nos parecía importante tener todo a mano para cubrir eficazmente los requerimientos del bebé. Con el tiempo y algún otro bebé, fuimos reduciendo los objetos y fuimos imponiendo un poco de orden y austeridad en los objetos expuestos.

Cómo organizarse para críar a los hijos

Nos faltan brazos para cuidar a los niños

Hace unos meses decidí eliminar el cochecito de mi bebé definitivamente del uso cotidiano y todavía me siento rara. Aunque mi pequeño ya puede ir caminando acasi todas partes, todavía no me acostumbro a no tener anexo a mis manos mi tan apreciado y a la vez odiado carrito.

¡Parecía que iba desnuda cuando decidí no usar más el carro para ir a buscar a los hermanos al cole! Esta nueva sensación de libertad resultaba irreal, durante muchos años con mis hijos ha sido una dependencia tal, que ahora no sé dónde meter mis manos o dónde colgar las mochilas o la bolsa de los bocadillos.

Con o sin carrito, el caso es que en no pocas ocasiones a los papás y mamás nos faltan manos para manejarnos. Subir la compra semanal en el ascensor o por las escaleras, cuando vamos acompañados por nuestros pequeños, supone dar unos cuantos miles de viajes. Una sencilla excursión o día de campo hace que nuestro maletero rebose de objetos necesarios y objetos “por si acaso”: una muda, el abrigo, la gorra, la crema sol, los juguetes, el triciclo, la pelota, la mochila de los tentempiés, las botellas de agua, el menaje y la comida para comer fuera, etc.

¡Nuestros bíceps son envidiados por el más exigente culturista! Desde luego, este aspecto de la paternidad requiere de una gran dosis de energía, de paciencia, de tiempo, de esfuerzo y de sentido común... puede que el final del día nos duela cada uno de los músculos de nuestro cuerpo, cosa que se repite día tras día ¡a mi pobre marido ya le han dado dos fuertes lumbalgias por los excesos cometidos como mulo de carga!

Durante una buena temporada los padres nos enfrentaremos a un exigente programa de ejercicios forzosos y, desde luego, no nos vendría nada mal algún brazo más de los dos que disponemos por naturaleza.

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