Cuando las expectativas de los padres son obligaciones de los niños

Tener expectativas de tus hijos no es malo, pero estas tienen que ser positivas

Borja Quicios, Psicólogo educativo
En este artículo
  1. Consecuencias de que las expectativas sean altas
  2. Cómo deben actuar los padres para no caer en la trampa
  3. Si el niño está motivado las expectativas serán positivas

Las prisas, el estrés, largas jornadas de trabajo, y en general el ritmo de vida que nos impone la sociedad hace que muchas veces pensemos más en los que va a ser que en lo que es. Tenemos la mirada puesta en el futuro y esto nos impide disfrutar del presente. Vivir de esta manera afecta la manera de crianza que utilizamos con nuestros hijos. El fin último de los padres es que a sus hijos en el futuro les vaya bien. De esta manera es normal que haya ciertas expectativas de los padres respecto a sus niños y se esfuercen en transmitirles todo lo que pueda ayudarles para facilitarles su desarrollo.

Sin embargo, esas expectativas pueden ser un obstáculo. Esto suele ocurrir la mayoría de las veces. Las esperanzas de futuro que los padres depositan en sus hijos son producto de sus propias experiencias en la vida, la presión de la sociedad y su ego. Esto hace que las expectativas pasen de ser un deseo de los padres a ser una obligación para los niños. Se convierten en objetivos irreales y muy difíciles de alcanzar con respecto a las capacidades de los pequeños.

Consecuencias de que las expectativas sean altas

Las expectativas de los padres y las obligaciones de los niños

Cuando las expectativas son altas pueden crear problemas de insatisfacción y baja autoestima de los hijos cuando llegan a edad adulta ya que crecen sintiendo que están muy por debajo de lo que se espera de ellos. Piensan que a ojos de sus padres deben ser siempre los mejores para recibir aprobación.

Estas exigencias crean mucha tensión interna al niño y le genera una sensación continua de fracaso por no estar a la altura de las situaciones que se plantean para él.

Cuando el niño 'vive' para satisfacer los deseos de sus padres, aunque no quiera hacerlo, puede generar en él que sea infeliz y que haya un alejamiento respecto a ellos. En cambio, si no lo hace, el niño se sentirá culpable por no poder complacer al adulto.

Cómo deben actuar los padres para no caer en la trampa

Los padres deben tener expectativas para sus hijos. De hecho, los niños necesitan que los padres esperen cosas de ellos. No esperar nada de los pequeños solo hace que no se esfuercen por cumplir las normas básicas de convivencia. Por tanto, será importante que se transmitan expectativas pero que están sean positivas. Para hacerlo posible se aconseja que los padres:

1. Tomar distancia de sus propios deseos y expectativas
Esto permitirá a los padres 'mirar de cerca' a sus hijos. Muchas veces se preocupan más por lo que llegarán a ser sus hijos que por lo que son en el presente. Por tanto, deben mirar a sus hijos desde lo que son.

2. Contrastar las ideas preconcebidas
De este modo se puede conocer mejor al niño y ajustar las expectativas que tienen los padres. Así, se le transmite al pequeño confianza dentro de un clima alejado de la continua exigencia.

3. No comparar entre hermanos
Cada niño es diferente y se desarrolla a diferente ritmo.

4. Tratar a todos los hijos por igual y desde el respeto
Muchas veces, ni siquiera nos paramos a reflexionar sobre cómo estamos tratando a nuestros hijos y si utilizamos un modelo educativo respetuoso.

5. Motivar al niño
La motivación será clave para que el niño entre en acción, se mueva y se desarrolle.

Si el niño está motivado las expectativas serán positivas

Que el niño esté motivado es fundamental para que las expectativas que sus padres tienen hacia ellos no se conviertan en obligaciones.

Así, la manera en la que los padres motiven a sus hijos influirá en la autoestima de sus hijos y por lo tanto en su personalidad y en cómo afrontará la vida.

Para lograrlo, los padres tienen que poner todos sus esfuerzos en:

- Enseñar al niño a trazarse metas. Cuanto más específica sea su meta, más fácil será lograrla.

- Enseñar al niño a lidiar con los retos. Cómo una gran tarea puede lograrse paso a paso.

- Dar elogios cuándo se lo merezca.

- Enfatizar su progreso. Señalar cualquier mejora que indique que se van alcanzando progresos.

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