El error de evitar todo riesgo a los hijos

Por qué no debemos evitar todo fracaso o sufrimiento a los niños

Jimena Ocampo Lozano, Psicopedagoga
En este artículo
  1. Por qué no debemos evitar todo riesgo o frustración a los hijos
  2. Consecuencias de evitar todo riesgo a los hijos
  3. Cómo ayudar a los niños sin interferir en su aprendizaje

Ningún padre quiere que su hijo sufra o se haga daño. Por eso cuando le compramos su primer patinete, le compramos también codera, rodilleras y casco. Les llevamos a parques infantiles libres de peligros, con suelos acolchados y sin palos, ni piedras ni elementos que puedan dañarlos.

Ponemos protectores en las esquinas de las mesas de casa para evitar que se dañen si se dan un golpe. Pero no sólo les evitamos riesgos físicos. También les evitamos fracasos o equivocaciones. Hacemos los deberes con ellos para que no tengan fallos, recurrimos al grupo de mamás para que nos informen de los deberes y exámenes de nuestros hijos, les hacemos la mochila, los trabajos del colegio... Sin embargo, es un error evitar todo riesgo a los hijos.

Por qué no debemos evitar todo riesgo o frustración a los hijos

Por qué no evitar todo riesgo a los hijos

Últimamente nos hemos convertido en una sociedad que trata de evitarle todo los riesgos posibles a los niños, y evitar el riesgo, es evitar los aprendizajes. Para aprender, hay que equivocarse y aprender a rectificar, hay que caerse y volverse a levantar, hay que fracasar para saber cómo podré tener éxito. 

Evitarles los riesgos tiene un doble peligro:

- Por un lado evito que desarrolle su autonomía, (con la consecuencia negativa también de falta de seguridad en sí mismos).

- También le estoy evitando experiencias de aprendizaje. 

No se trata de dejar al niño solo ante el peligro, y que se las arregle él solito, se trata de que pueda tener experiencias de las que pueda aprender. Como padres debemos proteger, pero con moderación.

Si nuestro hijo viene a casa sin los deberes apuntados en la agenda, no debo ser yo quien resuelva el problema, debe ser el niño quien busque la solución. Si somos los padres los que consultamos en el grupo de madres qué deberes tienen para el día siguiente , estoy evitando que mi hijo se responsabilice de sus tareas, para que no sufra las consecuencias de no llevar los deberes hechos. 

Si le visto por la mañana, porque así es más rápido, si le preparo la mochila porque si no él se olvida de las cosas, no le estoy dejando crecer ni ser autónomo. Y un niño sin autonomía es un niño dependiente, que no va a tener recursos para resolver sus problemas cuando sus padres no estén presentes.

Otras actitudes sobreprotectoras van encaminadas a evitarles daño físico a los niños, como el ejemplo de las rodilleras y las coderas que comentábamos al principio. Es normal que si veo que mi hijo va a meterse algo en la boca peligroso, se lo quite de inmediato, o que si va a cruzar solo y sin mirar la calle, le agarre del brazo. Esto son situaciones puntuales en que es normal la protección. Pero no podemos evitarles todo daño, envolverles en papel de burbuja y que no se hagan ni una rozadura. El niño pequeño que aprende a andar se va a caer, va a darse un golpe con la mesa, correrá y se caerá, pero de estas experiencias aprende. Aprende a que hay que mirar, a medir las distancias, aprende que algunas cosas hacen pupa, y serán ellos los que las eviten.

Consecuencias de evitar todo riesgo a los hijos

Si evitamos todo riesgo a los niños, ¿cuáles pueden son las consecuencias?

- Niños más vulnerables a los fracasos y a los peligros.

- Se vuelven personas dependientes en exceso de los adultos, (en concreto de los padres), con más miedos e inseguridades.

- Además les restamos autonomía y responsabilidad y capacidad de iniciativa.

- Bajo nivel de autocontrol y tolerancia a la frustración.

En definitiva, la sobreprotección es uno de los errores más comunes que cometemos los padres hoy en día, que sin duda podemos evitar.

Cómo ayudar a los niños sin interferir en su aprendizaje

- Darle autonomía para que haga tareas que por edad está preparado para hacer.

- Evitar darle todo hecho, que se esfuerce en conseguir las cosas. Si algo no le sale, le ayudo a realizarlo, pero no se lo hago. Le enseño yo, y que lo haga él.

- Hacerle responsable de sus cosas. Sus deberes, sus agendas o sus mochilas son sus responsabilidades. Si se les olvida algo del colegio, que busque una solución o asuma las consecuencias.

- Evitar contagiar nuestros miedos e inseguridades al niño.

- Dejar que los niños solucionen sus problemas, en lugar de intervenir a la más mínima sospecha de un problema. Si en el parque un niño le quita una pelota, y yo intervengo inmediatamente, el niño no aprende a gestionar la situación, pero si en lugar de eso, le digo, "me he fijado en lo que ha pasado, ¿qué podemos hacer?" le invito a genere soluciones, y además le doy seguridad, porque sabe que estamos pendientes de él.

En definitiva se trata de favorecer que el niño aprenda de los errores pero de también de los éxitos. Que aprenda a desenvolverse de forma autónoma en el mundo, que sea resolutivo. Los padres seremos figura de apoyo, y referente, pero no nos tenemos que convertir en su "papel burbuja" para que nada le afecte. 

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