Enseñar al niño a no sentirse obligado a hacer lo que no quiere

Cómo enseñar a los niños a tomar sus propias decisiones

Jimena Ocampo Lozano, Psicopedagoga
En este artículo
  1. ¿Debemos obligar al niño a hacer lo que no quiere?

'Cariño dale un beso a la vecina...', 'Le tienes que dejar tu juguete a este niño...'. Son frases que seguramente hemos dicho a nuestros hijos o se lo hemos oído a otras mamás o papás.

Muchas veces obligamos a nuestros hijos a hacer cosas que no quieren o no les apetece, (no nos referimos a hacer sus deberes o recoger su cuarto, o ir inglés o comerse la verdura...), sino a cosas como ir al cumpleaños de un niño, ir a jugar, compartir juguetes o dar besos a desconocidos, (para él). En Guiainfantil.com te contamos cómo enseñar al niño a no sentirse obligado a hacer lo que no quiere.

¿Debemos obligar al niño a hacer lo que no quiere?

No obligar a hacer al niño lo que no quiere

Pongamos un ejemplo, invitan a tu hijo a un cumpleaños, y resulta que el niño no quiere ir, no le apetece, no se lleva bien con algunos de los niños que irán, o simplemente... no quiere (no suele pasar pero imaginémoslo). En lugar de preguntarle por qué no quiere ir, le decimos, 'pero tienes que ir, te han invitado y tienes que ir, si no, no te invitarán más o el niño se quedará muy triste'. Le obligamos a ir, le creamos obligaciones respecto a los demás, donde lo que ellos sienten vale más que lo siente el propio niño.

Con dar besos y compartir es lo mismo. Les obligamos a compartir por compartir, pero no les enseñamos el valor de compartir, lo que ganan y lo que  pierden, lo bonito de ese acto.

En ocasiones les decimos que tienen que hacer cosas aunque no les apetezca, porque 'hay que hacerlo',  'sino la otra persona se sentirá mal', y no nos fijamos en cómo se puede sentir nuestros hijos haciendo cosas que no quieren. Tampoco nos fijamos en el mensaje que enviamos, 'hay que hacer las cosas por los demás y no importa lo que tu sientas o piensas'. Este mensaje se lo grabamos cuando son pequeños, pero de mayores queremos que sean asertivos, que sepan decir que no, o que expresen sus propias opiniones. ¿Un poco contradictorio, ¿verdad?

Más que obligarles a hacer cosas, tenemos que enseñarles a elegir, a tomar sus propias decisiones, a expresar sus sentimientos, a ponerse en el lugar de los demás, a que comprendan cómo pueden sentirse los otros, pero sin verse obligados a hacer cosas que no quieren.

Este punto es importante por algunas razones:

  • Si le obligo a hacer cosas, no les enseño a elegir ni a ser autónomos.
  • Si les enseño a que hay ciertas cosas que estamos obligados a hacer, ¿cómo sabrán decir que no ante extraños o en situaciones de riesgo?
  • Obligarles a hacer cosas que no quieren implica no tener en cuenta sus sentimientos y es muy frustrante cuando sientes algo y los demás lo ignoran.

Tal vez la razón de más peso, es que lo que les enseñemos y cómo les eduquemos cuando son pequeños, moldeará cómo van a ser en el futuro nuestros hijos.  Queremos que sean adultos autónomos, con capacidad de  elegir, que no sean sumisos sino que dirijan sus vidas y si de pequeños no les enseñamos, no sabrán de mayores.

Por lo tanto tenemos que enseñarles y explicarles por qué hay cosas que tenemos que hacer aunque no nos gusten, como ir al colegio, saludar cuando entramos a un sitio o ser respetuosos con los demás. Y enseñarles a tomar sus propias decisiones y elegir por sí mismos, asumiendo las responsabilidades de hacer o no hacer las cosas.

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