Comportamiento agresivo de los niños con TEA: cómo calmarles con amor

La agresividad de los niños con autismo - Cómo ayudar a nuestro hijo con TEA a gestionar y a reducir las conductas agresivas

Laura Ruiz, Psicóloga
En este artículo
  1. ¿Qué es el Trastorno del Espectro del Autismo (TEA)?
  2. Primeras pautas para afrontar la agresividad en el TEA
  3. Qué pueden hacer los padres ante un comportamiento agresivo de su hijo con autismo

El comportamiento agresivo es un problema muy serio que afecta a algunos niños con un trastorno del espectro autista (TEA). Lamentablemente, existen pocos datos clínicos que muestren la frecuencia con la que se observa la agresión en los niños con TEA, pero sí sabemos, por los informes de los padres, profesores y otros profesionales, que la agresión en estos niños es algo bastante frecuente.

Y algunos datos más sí tenemos; un estudio liderado por los investigadores Kanne y Mazurek (2011) asegura que la prevalencia de estas conductas en niños y adolescentes con TEA es alta. 

Los resultados de su estudio, con una muestra de 1.380 niños y adolescentes, muestran que el 68 por ciento de ellos había mostrado agresión hacia un cuidador y el 49 por ciento hacia otra persona diferente al cuidador.

¿Qué es el Trastorno del Espectro del Autismo (TEA)?

Qué es el Trastorno del Espectro del Autismo (TEA)

Los trastornos del espectro del autismo (TEA) agrupan un conjunto de trastornos neurobiológicos que implican deficiencias persistentes en la comunicación social y en la interacción social en diversos contextos (en la escuela, en casa…). También manifiestan patrones restrictivos y repetitivos de comportamiento, intereses o actividades. 

Los niños con TEA pueden tener también, o no, discapacidad intelectual. En este sentido, se calcula que  entre un 50 y un 75 por ciento de los niños con TEA tiene, además, una discapacidad intelectual asociada.

En algunos casos, a estos síntomas que mencionamos del TEA se les añaden trastornos de conducta o comportamientos agresivos que conviene abordar. Eso sí, es importante saber que no todos los niños con TEA manifiestan este tipo de comportamientos.

Sin embargo, cuando sí aparecen, es conveniente tratar de entender su causa y poder ofrecer a las familias pautas para mejorar estos comportamientos y favorecer también el bienestar del niño. ¿Qué puede ayudarles a los padres en este sentido?

[Leer más: La edad a partir de la cual se puede diagnosticar autismo en los niños]

Primeras pautas para afrontar la agresividad en el TEA

Agresividad en niños con TEA

Es importante intervenir cuando hay esta conducta, como padres, madres, educadores, terapeutas y cuidadores.  En este caso, nos centraremos en lo que podemos hacer como padres y madres; ¿cómo abordar esta problemática y cómo ayudar a nuestro hijo con TEA a gestionar y a reducir estas conductas agresivas?

El primer paso será entender sus causas (¿qué función tiene su conducta? ¿qué nos está intentando decir?), analizar cuándo estas conductas aparecen (hay factores ambientales y personales que conviene tener en cuenta y cuidar, como los ruidos, el cansancio, etc.) y empezar a acompañar a nuestro hijo desde la comprensión y el amor. 

Qué pueden hacer los padres ante un comportamiento agresivo de su hijo con autismo

Qué hacer para calmar el comportamiento agresivo de un niño con autismo

1. Validar la emoción pero no la conducta

Es importante que los niños puedan entender que es legítimo que se enfaden, pero que no lo son las conductas agresivas.

Así, validaremos su emoción ('entiendo que estés enfadado', 'es normal que te sientas así', etc.), pero no su conducta, ofreciéndole modelos de conducta alternativos (siguiente punto).

2. Ofrecerle conductas alternativas a la agresión

Otra estrategia que nos puede ayudar como padres a reducir el comportamiento agresivo de nuestro hijo con TEA es ofreciéndole conductas alternativas a la agresión, es decir, una conducta incompatible con este comportamiento inadecuado.

Y es que, a veces, estas conductas agresivas surgen porque los niños no saben de qué otra forma pueden autorregularse y, por ello, nosotros como adultos y como papás debemos ofrecérselas. Un recurso para hacerlo es esta 'ruleta' que os mostramos y que podéis fabricar manualmente en casa (o guardar e imprimir directamente esta imagen) y colocarla en un lugar bien visible para el niño:

Rueda de resolución de conflictos
Fuente: Orientación Andújar

Podemos trabajar todo esto a través del juego incluyendo una manilla en el centro que hagamos girar. Se lo plantearemos al niño de la siguiente forma: 'giramos la manilla y la opción que toque la pondremos en práctica (o la explicaremos)'.

Te dejamos aquí un resumen de estas y otras conductas alternativas a la agresión que podemos enseñarles a nuestros hijos, especialmente indicadas en momentos de enfado y frustración, y con niños con tendencia a la impulsividad:

- Contar hasta 10 antes de actuar.
- Hacer tres respiraciones profundas.
- Retirarse del lugar / buscar un sitio para estar a solas.
- Pedir perdón.
- Dialogar con el otro en lugar de gritar.
- Hablar con respeto.

Es importante seleccionar la conducta que mejor se ajuste a cada caso en concreto, ya que no todas serán igual de aplicables, válidas o efectivas.

3. Utilizar recursos varios y estimulantes

A la hora de enseñar las conductas alternativas a la agresión explicadas, te animamos a utilizar recursos variados:

- Libros y cuentos> infantiles.
- Vídeos.
- El modelaje (ser sus modelos).
- Dibujos, imágenes para reforzar las explicaciones.

4. Acompañarlo y esperar a que se calme

Los niños con TEA que muestran conductas agresivas pasan por momentos de mucha intensidad interna, es decir, cuando se enfadan pueden mostrarse agitados o nerviosos.

Si tu hijo está pasando por un momento así, espera a que se calme para dialogar con él. No se trata de dejarle solo, puedes acompañarlo igualmente en este proceso de calmarse.

Vamos a respetar su ritmo y a encontrar el momento para hablar, favoreciendo así su autorregulación emocional.

5. Utilizar el refuerzo positivo

El objetivo de esta técnica es aumentar la frecuencia de las conductas adecuadas o positivas, contrarias a la agresión.

Para aplicarla, se necesita uno o más reforzadores, que son todas aquellas conductas, objetos, medidas, etc., que son gratificantes, placenteras y motivantes para el niño. Por ejemplo, un elogio verbal, una caricia, un abrazo, un pequeño premio, un juguete, una actividad…

Es importante tener en cuenta que para que un reforzador sea efectivo, debe:

- Aumentar la probabilidad de ocurrencia de una conducta.
- Mantener la atención del niño/a durante el reforzamiento (no se va, no se queja, no pide otro reforzador...).

Para aplicar esta técnica, deberemos centrarnos en las conductas que realiza nuestro hijo que sean incompatibles con la agresión, y reforzarlas.

Aunque en este caso no nos centramos tanto en eliminar la conducta agresiva, sino en potenciar una conducta adecuada (por ejemplo, decir las cosas bien, respirar antes de pegar, etc.), puede ser una técnica útil si se combina con otras destinadas a trabajar en la agresión y en sus causas.

6. Contactar con un psicólogo infantil

Finalmente, es importante que consideres pedir ayuda a un psicólogo infantil si sientes que las conductas disruptivas de tu hijo están fuera de control e interfieren en su funcionamiento y en su bienestar (y el vuestro).

Un profesional puede analizar de forma más concreta y personalizada vuestro caso y ofreceros las herramientas que necesitáis para ayudar a vuestro hijo.

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