Los límites ayudan al niño a manejar y controlar sus emociones

4 sencillos pasos que te ayudarán a aplicar la disciplina a tus hijos sin agobios y con firmeza

En este artículo
  1. Marcar límites a los niños ayuda a la gestión de sus emociones
  2. Cómo poner límites a los niños en 4 pasos y sin agobiarse

A muchos padres les cuesta mucho decir No a sus hijos, pero es algo necesario para la buena convivencia en la familia. Poner límites desde los valores y no desde el hecho en sí evita agobiar al niño con constantes reprimendas, pero además marcar límites a los niños incentiva su seguridad y mejora su autoestima. La disciplina mejora las relaciones entre padres e hijos.

Marcar límites a los niños ayuda a la gestión de sus emociones

los límites y las emociones de los niños

En la vida hay cosas que nos parecen sencillas y otras que quizás no nos cuestionamos. A pesar de ello, nos lanzamos en la aventura de ser padres, algo tan mágico y a la vez tan complicado que solo nos damos cuenta cuando emergen los problemas.

Sin embargo, cuando ponemos de nuestra parte y nos involucramos con el corazón, estos inconvenientes que en un inicio nos parecían difíciles de solucionar pasan a ser experiencias enriquecedoras que fortalecen nuestra labor como padres y más, en estos tiempos en los que el saber compartir y comunicarnos es tan importante.

Comencemos por emprender un camino en el que el niño sea escuchado, sea amado y comprendido, pero también marquemos límites ante las malas conductas. Hacerlo puede ayudar en su desarrollo mental y es importante para evitar situaciones estresantes que podamos lamentar.

Puede resultar extraño y puede que pensemos que al marcar límites el niño se sienta estresado y caer en el error de no dejarle ser. Desde mi punto de vista, lo realmente importante está en donde y como lo marcamos. Si lo hacemos inculcando valores, con seguridad y contundencia no tendremos que marcarlos constantemente. El niño es sabio y sabrá aplicar estos aprendizajes en otros momentos y circunstancias.

Él debe saber con claridad donde esta el límite, de esta forma se sentirá seguro de cómo actuar, del manejo de sus emociones y sabrá hasta dónde puede llegar. ¡Todo camino es más fácil cuando sabemos a dónde vamos!

Cómo poner límites a los niños en 4 pasos y sin agobiarse

poner límites niños

Observemos qué actitudes nos acompañan en nuestro día a día y tomemos decisiones para cambiar aquello que se puede mejorar en todo lo que tiene que ver con la educación y crianza de nuestros hijos.

1. Observemos nuestro comportamiento
No se trata de cuestionar todo lo que hacemos, se trata de observar aquellos comportamientos que generan malestar y que desembocan en discusiones o castigos innecesarios. El objetivo es mirar con perspectiva amplia aquello que hacemos sin darnos cuenta y que de alguna manera es el desencadenante en conductas indeseadas por parte de nuestros hijos.

Ponte ante esta situación: Tu hijo no quiere beberse la leche y tras el enfado la tira a propósito y se terminan mojando unos documentos importantes que tenías en la mesa ¿Qué harías? ¿Le reñirías? Y, ¿lo harías igual si mancha cualquier otro papel, por ejemplo, una carta que le ha hecho su abuela? Si respondes diferente a estas preguntas, te invito a que sigas leyendo.

2. En todo mal comportamiento hay un valor por enseñar
Enseñar el valor incluso de las pequeñas cosas es más importante aún que indagar sobre nuestra actitud, porque es allí donde reforzamos la verdadera integridad y razonamiento de su ser. Hazle entender que lo importante no es el papel o aquello que rompió, sino la actitud ante la situación y, por supuesto, lo que supone para la persona afectada.

No hace falta amargarnos con enfados que no nos llevarán a ninguna parte, solo hace falta que les hablemos con el corazón y le digamos cómo nos ha hecho sentir ese comportamiento. Por ejemplo, dile que sientes que el esfuerzo de la abuela al hacer la carta no haya valido la pena, háblale de la ilusión que ésta tenía al entregarla.

Fomenta la integración de valorar aquello que no se paga con dinero, pero que tiene más valor que un juguete de última generación. Apuesta por la empatía. Pregunta qué sentiría si él fuera el afectado.

3. Definamos el límite
Los límites desde los valores y no desde el hecho en sí evita agobiar al niño con constantes reprimendas. Inculquemos responsabilidad y expliquemos qué ocurrirá si vuelve a comportarse de ese modo.

En este caso, propongo que, en función de la edad, sean ellos mismos los que impongan la 'reprimenda'. Y, para que sea efectivo, remarquemos que éste debe ser ejemplar y consecuente; si no lo hace, invitémosle, por ejemplo, a pedir disculpas a su abuela e invertir su tiempo en hacer una carta para ella o alguna manualidad.

4. Seamos consecuentes
Llevar a cabo la reprimenda es la parte más tediosa del proceso, pero es de las más importantes, de lo contrario todo el trabajo hecho anteriormente no habrá servido de nada. Esta debe exponerse con contundencia y seguridad, y es que es justo en esta parte donde se implanta el aprendizaje. La mayoría de los seres humanos aprendemos y recordamos algo con más facilidad si impacta de alguna manera con un hecho.

En esos momentos donde el ánimo o los ánimos pueden estar a flor de piel es casi más importante callar que hablar. Esto es posible cuando el niño tiene un aprendizaje establecido y sabe por dónde tiene que ir. Y, como dice la psicóloga y profesora asociada del departamento de psicología evolutiva de la Universidad Autónoma de Madrid, Lola Pérez Bravo, en su informe Cómo poner normas y límites a los niños en casa y técnicas para mejorar su conducta, 'lo que sirve para un niño no tiene por qué valor para otro. Cada niño es único e irrepetible'.

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