Heridas emocionales en niños causadas por una madre o un padre ausente

La falta de apego puede producir problemas de autoestima y traumas emocionales en los niños

Jimena Ocampo Lozano, Psicopedagoga
En este artículo
  1. Cómo afectan las heridas emocionales a los niños
  2. Qué heridas emocionales produce tener una madre o un padre ausente
  3. Cuándo y cómo intervenir para curar las cicatrices

Todos sabemos identificar una herida física, y sabemos que se necesita tiempo para que sane y cure. Pero también sabemos que para curar las heridas hay que aplicar una serie de medidas higiénicas y antisépticas, ya que si no corremos el riesgo de que se infecten y cicatricen mal. Algo similar ocurre con las heridas emocionales, no solo con tiempo las podemos curar. En esta ocasión, nos vamos a centrar en aquellas cicatrices que dejan en los niños el hecho de tener una madre o un padre ausente.

Cómo afectan las heridas emocionales a los niños

Las heridas emocionales por un padre ausente

Podemos decir que las heridas emocionales las producen aquellas situaciones, vivencias, experiencias desagradables o dolorosas que nos suceden en nuestra vida y que no se resuelven de manera adecuada. Estas heridas o estos traumas pueden darse desde la infancia y pueden condicionar o afectar al desarrollo psicoemocional del niño.

Cada vez se tienen más en cuenta las experiencias y vivencias en la etapa infantil en el desarrollo de la autoestima, la personalidad y el plano emocional. Por lo que es muy importante trabajar con los niños para resolver e intervenir en estas situaciones.

Situaciones como el fallecimiento de un progenitor, experiencias de acoso escolar, rechazo o ausencia de alguno de los progenitores o personas cercanas, etc. si no se resuelven de forma adecuada o si no se les presta atención, pueden dar lugar a heridas que pueden tener como consecuencia, en el corto o largo plazo, miedos e inseguridades en los niños, pero también en los adolescentes y adultos que serán en el futuro.

El miedo al rechazo, al abandono, al fracaso, a lo nuevo o a lo desconocido, pueden ser algunas de las consecuencias de las situaciones anteriores, como resultado de la falta de seguridad en uno mismo, en la falta de confianza y baja autoestima a la que dan lugar.

Es decir, esas vivencias interfieren o pueden interferir en el adecuado desarrollo emocional, en la personalidad, en la construcción de la autoestima y, como consecuencia, aparecen esos miedos.

Qué heridas emocionales produce tener una madre o un padre ausente

Heridas emocionales en los niños y sus consecuencias

Cuando hablamos de madres o padres ausentes nos referimos aquí a la ausencia física del progenitor, pero especialmente a aquellas situaciones en las que a pesar de que el progenitor está presente no ejerce su rol de padre o madre. Está claro que la ausencia del padre o madre por un hecho traumático también deja una herida emocional, pero en esta ocasión no nos centramos en las heridas que deja la pérdida del progenitor.

Estas situaciones a las que nos referimos tienen repercusiones en el desarrollo afectivo emocional y personal del niño, que afectan a su vida presente y también tendrán su repercusión en etapas posteriores, es decir, dejan una herida emocional, una huella, que va a condicionar diversos aspectos de la vida de la persona. Son heridas como:

- Sentimientos de abandono.

- Sentimientos y miedo al rechazo.

- Miedo a estar solo.

- Falta de confianza en uno mismo y en los demás.

- Sentimientos de humillación.

Cuándo y cómo intervenir para curar las cicatrices

La madre o el padre ausente de los niños

El papel de los padres es importante en el desarrollo de la personalidad, autoestima, autoconcepto, seguridad en sí mismos de los más pequeños. Es la familia el lugar en el que el niño va a ir adquiriendo sus primeras pautas y modelos de conducta, modelos emocionales, etc. y el primer escenario que va a ir conformando su identidad y personalidad.

La idea de que el niño va construyendo a sí mismo se sustenta en aspectos como el apego, la confianza que los padres tienen en él, la seguridad que le proporcionan, etc. Por ello, cuando uno de los progenitores es lo que llamamos una madre o padre ausente, el niño puede atribuir esa ausencia a sí mismo, es decir, que la razón de que el padre o madre no le haga caso, no le valore o sea excesivamente exigente, se debe a causas internas (no valgo lo suficiente, no merezco que me den cariño…).

La relación entre padres e hijos tiene, por lo tanto, un fuerte impacto en el desarrollo actual y futuro de los niños y la ausencia de esta, o si esta es una relación negativa, puede vivirse de una manera dolorosa y dar lugar a esos traumas o heridas emocionales que necesitan atenderse.

Estas heridas van a ir dejándose ver en la conducta de los niños, en su desarrollo emocional, pero tal vez no sea hasta etapas futuras cuando se va a poder trabajar sobre ellas, ya que los niños no suelen ser conscientes de ellas en el momento que se están produciendo. Es decir, el niño no piensa: 'soy miedoso porque mi padre o mi madre no están presentes o no confían en mí'. Será más adelante cuando pueda empezar a trabajar esos miedos e inseguridades y tal vez analizar qué hay detrás de todos ellos.

Pero sí que será importante que, si como padres detectamos que hay algo que no va bien en nuestro hijo y pensamos que esa situación familiar es la que está causando esos problemas, acudamos a los profesionales adecuados. No debemos pensar que con el tiempo pasará, o que los niños lo aguantan todo.

Como en las heridas físicas, cuanto antes empecemos a curar la herida, mejor se curará.

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