Cómo educar al niño que muerde sin castigos ni gritos de forma efectiva

Te damos algunos consejos educativos para evitar que los niños muerdan según su edad

En este artículo
  1. La conducta de padres y educadores ante los mordiscos de los niños
  2. Cómo enseñar límites al niño que muerde de manera sencilla y eficaz
  3. Alternativas educativas muy efectivas para enseñar al niño que muerde
  4. ¿Hasta cuándo es normal que los niños muerdan? Soluciones por edad

Prohibir a un niño ciertas conductas no implica que aprenda cuál es el comportamiento adecuado, pero ¿cómo educar al niño que muerde sin castigos ni gritos de forma efectiva? En el caso de los bebés o niños que muerden a sus amiguitos o compañeros en la escuela, el niño solo sabe que morder no está bien, pero desconoce cuál es la conducta adecuada para conseguir lo que desea, así que lo primero es comprender el motivo que hay detrás del comportamiento ayuda a abordarlo de manera más efectiva.

La conducta de padres y educadores ante los mordiscos de los niños

Tips para educar al niño que muerde

A los niños hay que servirles de ejemplo y mostrarles nuevas formas de relación (utilizar el lenguaje para expresar sentimientos, escuchar al otro, establecer turnos, tiempos de espera, caricias y abrazos, etc.). Y, por supuesto, hay que elogiar a los niños cuando se estén comportando de forma apropiada (por ejemplo, al pedir permiso a otro niño antes de coger un juguete). 

Es fundamental reconocer que el acto de morder no siempre está motivado por agresividad. En muchas ocasiones, los niños muerden por frustración, ansiedad o incluso por curiosidad sensorial. Para eliminar este tipo de conducta es preciso que padres y educadores intervengan de forma coordinada y coherente. La actitud de todos los adultos ha de coincidir.

De nada vale censurar la actitud en la escuela, si se le consiente en casa, o al contrario. Trabajando juntos se identificarán mejor las causas y se responderá de la mejor forma posible. Siempre hay que transmitir, de forma clara y firme, que la agresión no es aceptada en ningún caso, pero, a la vez, hay que ofrecerle un modelo de conducta adecuado: han de saber lo que esperamos de ellos.

También se ha de conservar la calidad del vínculo afectivo: hay que tratar de cambiar este comportamiento a la vez que se mantiene con él una relación positiva. Es recomendable establecer reuniones entre padres y docentes para compartir observaciones sobre la evolución del pequeño y valorar si existen diferentes patrones en su forma de ser.

Cómo enseñar límites al niño que muerde de manera sencilla y eficaz

Cómo enseñar límites al niño que muerde

¡No se puede hacer daño! Es una frase corta que, dicha con firmeza, cualquier niño entiende. Esta norma siempre ha de estar presente, pero habrá que recordársela en numerosas ocasiones a lo largo de su infancia. Cuando un niño muerde, hay que intervenir con rapidez pero con calma. Primero hay que separarlo del grupo (después de atender al niño que ha sido mordido).

Después, hay que mostrarle nuestra desaprobación de una manera que no refuerce el comportamiento, para ello hay que explicarle, mirándole a los ojos, que a su compañero le ha dolido y que no se le va a permitir hacerlo más. Se ha de tomar un tiempo de reflexión (uno o dos minutos), y no podrá volver al grupo hasta que se haya calmado. Si quiere jugar con los otros, debe parar de morder.

También es importante darle la oportunidad de tener una conducta reparadora (ayudar a curar a su compañero, pedirle disculpas...) También los niños deben aprender a expresar su malestar ('No me gusta que me muerdas, me has hecho daño', 'no me quites la muñeca, estoy jugando yo con ella'). Si aprenden a utilizar el 'no', minimizarán la posibilidad de que lleguen a ser víctimas.

A medida que los niños crecen, se les puede ofrecer herramientas más sofisticadas como juegos de roles, contarles cuentos cortos sobre el control de impulsos o llevar a cabo ciertas actividades de identificación emocional. Estas dinámicas permiten que los niños comprendan y poco a poco reconozcan sus emociones para aprender a gestionarlas de manera respetuosa.

Alternativas educativas muy efectivas para enseñar al niño que muerde

Alternativas educativas para niños que muerden

El desarrollo del lenguaje y la comprensión son fundamentales para conseguir el autocontrol y desarrollar la confianza personal y la autoestima. Y, en concreto, a un niño que muerde hay que prestarle especial atención cuando está jugando con otros niños pacíficamente; de este modo sabrá que hay mejores formas de comunicarse y de ser reconocido, y no morder nada más porque sí.

Verá que valoramos su buen comportamiento y no tendrá que recurrir a conductas agresivas para conseguir que le hagamos caso. Lo que nunca se debe hacer es morder al niño que muerde, como castigo o para demostrarle lo que duele. Cuando son pequeños, no pueden relacionar el dolor que ellos sienten cuando los muerden con el dolor que causan cuando muerden a los otros.

No hay que utilizar la violencia ni la humillación para erradicarlas. Hay que recalcar que los problemas se resuelven dialogando, nunca por la fuerza. ¿Y si, aun así, no deja de morder? Cuando se trata el problema de manera firme, la mayoría de los niños entienden lo que se les dice y dejan de morder. Pero si se convierte en un problema continuo hay que buscar a un profesional.

Otra alternativa es reforzar el uso de pictogramas o tableros de comunicación para niños pequeños o con dificultades en el lenguaje verbal. Estos recursos ayudan a que exprese sus deseos o frustraciones sin recurrir a la mordida. Además, fomentar rutinas predecibles contribuye a disminuir su ansiedad, una de las causas frecuentes de los comportamientos agresivos.

¿Hasta cuándo es normal que los niños muerdan? Soluciones por edad

Hasta cuándo muerden los niños

Es común que los bebés muerdan, más durante el primer año de vida. En esta etapa, la mordida está relacionada con la salida de los dientes, la exploración oral y cómo aliviar molestias en las encías. Sin embargo, entre los 18 meses y los 3 años, morder se convierte en una forma de expresar frustración, ira o entusiasmo, ya que el lenguaje aún está en desarrollo.

A partir de los 3 o 4 años, las mordidas deberían ir disminuyendo, pero si persisten más allá de los 5 años, es importante observar si existe una causa emocional o de desarrollo. A esta edad, los niños ya han adquirido herramientas adecuadas para resolver conflictos y comunicarse. Tanto en guarderías y centros infantiles, los profesionales actúan de manera rápida y neutral.

Por lo regular, se separa al niño que ha mordido, consuelan al que ha sido mordido y explican lo sucedido. Además, se refuerzan las habilidades sociales, se enseñan límites y se explica la empatía mediante juegos y cuentos. En casa, es mejor seguir un enfoque similar: mantener la calma, hablar con el niño sobre lo que ha pasado y reforzar las conductas positivas.

Finalmente, los padres pueden apoyarse de otros recursos como cuentos sobre las emociones, muñecos para dramatizar situaciones o en ejercicios de respiración para gestionar el impulso. El trabajo conjunto entre la familia y la escuela es esencial para lograr que la conducta de morder por parte del niños desaparezca de una forma respetuosa y efectiva.

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