Crearle su propio Cesto de los Tesoros, el mejor regalo para tu bebé

Esta actividad de estimulación suele ofrecerse a niños de entre 6 y 12 meses

Alexandra Pérez, Maestra
En este artículo
  1. Qué es el Cesto de los Tesoros y cuál es su objetivo
  2. Cómo preparar el Cesto de los Tesoros para tus bebés
  3. A qué edad proponer este Cesto a tus hijos o alumnos
  4. Lo que los padres debemos hacer ante esta actividad

El Cesto de los Tesoros constituye una de las experiencias más completas y el mejor regalo (junto con los masajes) que podemos ofrecer a un bebé a partir de aproximadamente los 6 meses. Son muchas las ideas que podréis encontrar en diferentes medios acerca de los materiales que pueden y/o deben componerlo, pero ¿realmente sabes cómo y por qué elegirlos? ¿Cómo presentarlos? ¿Cómo actuar TÚ en ese momento?

Qué es el Cesto de los Tesoros y cuál es su objetivo

Qué es el cesto de los tesoros para los bebés
Cesto de los Tesoros de Alexandra Pérez (@cucamonas_by_ale)

El Cesto de los Tesoros fue creado por Elinor Goldschmied, maestra y diplomada en Psiquiatría Social que se dedicó al desarrollo de la primera infancia y a las relaciones materno-infantiles. Trabajó como asesora de Escuelas Infantiles en la etapa de 0-3 en ciudades del norte de Italia, Londres y Barcelona.

Con el Cesto de los Tesoros, Elinor Goldschmied diseñó una propuesta de juego y aprendizaje basada en la posibilidad de descubrir el mundo a partir de la actividad autónoma y autodirigida del niño, fomentando la toma de decisiones y la construcción de nuevos aprendizaje a través de las sensaciones que los objetos le devuelven.

Cómo preparar el Cesto de los Tesoros para tus bebés

Cómo crear el cesto de los tesoros a tu bebé
Cesto de los Tesoros de Alexandra Pérez (@cucamonas_by_ale)

El Cesto como recipiente debe ser ancho y de una altura suficiente como para que no vuelque fácilmente con los objetos dentro si el niño lo manipula. El número de objetos que pongamos dentro, así como la disposición, debe ser variable para asegurarnos de que el asombro y la curiosidad del niño mantienen alto su nivel de interés. Eso sí, tenemos que ser consciente de que a mayor número de niños que vayan a manipularlo, mayor número de objetos deberemos ofrecer (aunque esto implique poner objetos repetidos).

A la hora de escoger los materiales debemos tener en cuenta que no deben ser juguetes, sino más bien objetos de uso cotidiano que estimulen los sentidos del niño, ofreciéndole información sobre pesos, temperaturas, tamaños, texturas, sonidos, etc.

En este sentido, podemos agrupar los materiales en base a la siguiente clasificación:

1. Materiales naturales: rodajas de madera, mondas o cáscaras grandes de frutas (naranjas, limones…), trozos grandes de corcho…

En cuanto a la madera, además de rodajas de madera natural, podemos ofrecer madera más tratada en forma de carretes de hilo, anillas, morteros, cucharas grandes, rodillos de masaje, etc.

2. Objetos metálicos: cuencos pequeños, manojos grandes de llaves con cantos redondeados, varillas de batir huevos, anillas de metal, cucharas, etc.

3. Objetos de tela: monederos, trozos de tela de diferentes texturas, manoplas de baño, ovillos de lana, etc.

4. Objetos que provoquen sonidos: campanas, tiras de cascabeles, maracas de madera.

5. Objetos con cerdas: peines, cepillos de dientes, cepillos desmaquilladores…

[Leer +: Cómo hacer una bandeja sensorial para los niños]

Estos objetos debes escogerse bajo los criterios indispensables de seguridad e higiene. En este sentido tendremos que asegurarnos de que los materiales no presenten filos o puntas que puedan herir a los niños, que sean de gran tamaño para que no puedan introducirlos totalmente en su boca o que no tengan piezas que se desprendan con la manipulación.

Debemos ser conscientes de que la boca arroja una gran cantidad de información sobre los objetos y que los niños exploran todo aquello que quieren descubrir chupando y mordiendo, ya que están en esa fase oral, por lo que además de ser seguros, los materiales deben facilitar la higiene y deben poder lavarse tras cada uso.

En base a ambas premisas, el adulto deberá estar pendiente y sustituir aquellos objetos que se deterioren y pierdan sus propiedades o comiencen a suponer peligro para los niños.

A qué edad proponer este Cesto a tus hijos o alumnos

La edad perfecta para este cesto de los tesoros

Esta actividad está pensada para niños de entre 6 y 12 meses aproximadamente. Suele comenzar a ofrecerse cuando los niños son capaces de sentarse por sí mismos (ya que tienen las manos libres para favorecer la manipulación y la exploración del Cesto) y va evolucionando hasta que los niños son capaces de desplazarse (a partir de ese momento los niños amplían de manera exponencial sus intereses y es posible que el Cesto ya no satisfaga su curiosidad).

No obstante, os aconsejo no encorsetar actividades tan bellas como esta en determinados meses por defecto. Observar a vuestro hijo, a vuestros alumnos, e ir proponiendo la aproximación al Cesto poco a poco cuando los niños se muestren cómodos tumbados y tengan interés por descubrir aquello que les rodea.

Hay niños con 8-9 meses que reptan y gatean desplazándose por el espacio en busca de satisfacer su interés, pero que aún no han adquirido la posición de sentado por sí mismos, en estos casos el Cesto puede ser una actividad altamente beneficiosa para ellos aunque no cumplan la consigna de 'ser capaces de permanecer sentados'.

Lo que los padres debemos hacer ante esta actividad

Ofrecer este juego de estimulación a los niños

El maestro y escritor español José María Toro dice que 'La presencia es el ARTE de presentar tu esencia' y justamente este es el papel que debe asumir el adulto mientras el niño ES junto al Cesto de los Tesoros. El Cesto es una oportunidad de descubrir, de explorar, de SER en base a la propia iniciativa, el interés y la actividad autodirigida.

El niño debe poder decidir qué coge y cómo lo descubre. Si es duro o blando, si suena o no, si está frío o templado, no son atribuciones que el adulto deba exponer al niño. La esencia del adulto debe ser ofrecer su presencia pero sin intervenir de manera explícita. No debemos mostrar, agitar o sugerir. Simplemente cuidando la presentación y el contenido, sin hacer nada más, estaremos haciendo TODO.

Durante el tiempo que el Cesto esté disponible para el niño, nuestra misión es OBSERVAR las acciones de los niños, podemos ir apuntando aquellas cosas que nos resultan más significativas como sus objetos favoritos, si hacen acciones concretas con ellos, qué materiales les generan rechazo o desagrado, etc. Podemos ir variando los objetos del Cesto, ampliando la oferta y variando la disposición para que los niños se sientan motivados y sorprendidos cada vez que se encuentren con el Cesto.

Cuando veamos que las acciones de los niños van tornándose más 'heurísticas' (llenar-vaciar, meter-sacar, apilar, construir…) ha llegado el momento de evolucionar esta actividad a Juego Heurístico, cambiando tanto los materiales, como su presentación.

Y… ¿cuándo saco el Cesto para que el niño juegue?

Al igual que el niño tiene la oportunidad de SER junto al Cesto de los Tesoros, el Cesto debe poder ESTAR. No hay un día de la semana ni un momento del día más idóneo que otro, el Cesto es una actividad que debería estar siempre a disposición del niño.

Presente, expuesto y dispuesto a satisfacer la curiosidad innata de los más pequeños, a devolverles sensaciones y a acompañarles en sus primeros descubrimientos de este mundo al que, no nos engañemos, son unos recién llegados.

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