¿Es bueno que los padres NO discutan frente a sus hijos? No, no lo es

Aunque suene contradictorio tampoco es sano que los vean pelear todo el tiempo: ¿qué hacer entonces?

Fátima Gallardo, Terapeuta de pareja, familia y divorcio sano
En este artículo
  1. Fingir que los padres no discuten nunca también perjudica a los hijos
  2. Consejos para manejar las discusiones de pareja frente a los hijos
  3. 9 consecuencias de que los padres discutan delante de los niños

Si pensáis que es bueno que los padres NO discutan frente a sus hijos, os decimos que no, no lo es. Sin embargo, discutir con tu pareja delante de los niños puede ser, además de una experiencia desagradable, una situación que tiene consecuencias negativas en su desarrollo emocional. ¿Entonces? El tema no es la contradicción, es que no se trata de esconder que sus padres discuten y hacer como si nunca pasara nada.

Lo que intentamos explicar es cómo hacer de la discusión y la confrontación un proceso más natural y más sano que permita enseñar a nuestros hijos a tener la capacidad de resolver sus conflictos de una manera adecuada y establecer relaciones saludables en el futuro. En pocas palabras es enseñarles el correcto manejo del conflicto. Sigue leyendo y descubre cómo lograrlo.

Fingir que los padres no discuten nunca también perjudica a los hijos

No es bueno que los padres NO discutan frente a los hijos

Hemos hablado tanto de jamás pelear frente a los niños que ahora parece que nos contradecimos, pero no, la realidad es que no es así. Se trata de un asunto más para hacer de las peleas de pareja algo benéfico para los niños. ¿Cómo puede ser esto? Pues enseñándoles a enfrentar las dificultades y no huir o fingir que no pasa nada. Porque sí pasa. Y mucho.

Claro que lo ideal es no discutir y menos hacerlo delante de los niños, pero esto no existe. Quizás en alguna película de Hollywood. Seamos claros, las discusiones, confrontar y pensar diferente es incluso lo más sano en las relaciones humanas y especialmente en las de pareja. La clave está en el significado que le damos y en su gestión. Cómo lo enfrentamos como pareja y como padres, por supuesto.

A nuestros hijos no les va a beneficiar hacer como si los padres pensamos siempre igual o no discutimos nunca. La gestión que hacemos del conflicto, antes, durante y después de la discusión es la clave. Que nos vean cómo nos comportamos ante una situación estresante es vital para su propia formación. Por eso es saber discutir y saber cómo manejar ese conflicto.

Los padres deben saber manejar el conflicto

Las personas pensamos diferente y la dificultad está en que a veces no gestionamos bien esta diferencia. El problema no es tanto la discusión en sí misma, sino la gestión que hacemos tanto cuando está ocurriendo la discusión como su manejo después. No discutir por discutir, sino sacar un beneficio como el buen manejo de las emociones y saber expresar lo que nos molesta, es decir, poder gestionar el antes, el durante y después de una discusión.

No se trata de volvernos exclusivamente racionales o 'controladores' de estas situaciones, se trata de poder darnos cuenta de estas situaciones y regular tanto el proceso como nuestras emociones. Darnos tiempo si lo necesitamos, aceptar que quizás hemos perdido los nervios o de poder cuidar o calmar al otro en algún momento del proceso o incluso el sanar después a través del perdón o de la situación una vez que esta ha pasado. Y de eso se trata al dar el ejemplo a los hijos.

Consejos para manejar las discusiones de pareja frente a los hijos

Cómo manejar el conflicto con los hijos

Si no discutir frente a los niños es malo y hacerlo tampoco lo es ¿qué se hace? Vamos a citar como ejemplo un conflicto en el trabajo. De modo general, ante una situación de conflicto con un compañero o con nuestro jefe, lo más seguro es que pienses y repienses cómo vas a decirle a tu compañero eso que te molesta o poder darle tu opinión a tu jefe aunque sabes que no piensa igual.

Ante esta situación estamos seguros que vas a intentar no gritar o insultar a nadie por lo que los demás puedan pensar. Es decir, te tomas tu tiempo para gestionar esta situación y cuidas el proceso de confrontar con otros. Algo similar sería lo que podemos hacer en casa.

No se trata de convertir este proceso en algo mecánico o excesivamente racional, se trata de tomar conciencia, de aceptar, de gestionar nuestras emociones, que podamos resolver los conflictos sin hacernos daño a nivel personal, de poder resolverlos o calmarnos si lo necesitamos. Aquí las claves para lograrlo:

  • Primero hay que aceptar que las personas podemos y debemos pensar diferente incluso. Que eso no nos hace peores personas y que esto no significa que no queramos al otro. Que este proceso de regulación del conflicto no es solo racional, es también emocional y que aunque discutiremos siempre podremos hacer algo para que no se vaya de las manos.
  • En muchas ocasiones lo más adecuado será parar la discusión cuando vemos que nos estamos alterando y volver más tarde cuando todo esté más tranquilo para tratar eso que nos preocupa.
  • Reconocer que lo que deberíamos querer como pareja es resolver eso que nos preocupa, no hacer daño, molestar o ver quien gana en las discusiones.
  • Ahora toca la gestión del propio conflicto. Esto se trata de que en las discusiones que podamos tener en casa, bien entre nosotros o incluso en nuestras discusiones con ellos, podamos tener un momento de gestión a la hora de discutir posponiendo la discusión en sí y pudiendo tener un momento para tratarlo después desde la calma.
  • Hay que evitar estallar y hacer como si nada pasara o esconderlo pensando que así no hacemos daño y se olvidará. Es adecuado poner sobre la mesa lo que ha pasado, poder pedir perdón o dar un perdón si nos lo piden.
  • Se trata de cuidar el conflicto para que no se vaya de las manos mientras esté ocurriendo y después de que haya ocurrido. Ni tampoco hacer como si no pasara nada después de habernos chillado o dejado de hablar con la pareja durante días. El conflicto existe, gestionarlo es la clave.

9 consecuencias de que los padres discutan delante de los niños

Consecuencias de que los padres discutan frente a los hijos

Evidentemente hay muchos efectos sobre los niños cuando los padres discuten frente a ellos, pero son casi de la misma magnitud que si no los ven discutir nunca. Porque tan mala es una cosa como otra. Es como aquel dicho mexicano: 'Ni tanto que queme al santo, ni tanto que no lo alumbre'. No decimos que deben pelear siempre, lo que decimos es que no deben evitar hacerlo y gestionarlo de manera positiva.

En definitiva, es igual de perjudicial para el desarrollo e integración de nuestros hijos, que no les enseñemos a gestionar los conflictos, como que se los escondamos. Aquí te traemos las principales consecuencias de discutir frente a los niños:

1. Aumento de la angustia y del estrés.
Presenciar discusiones sin control, donde incluso nos insultamos o nos mostramos con agresividad puede generar esta sensación de angustia y estrés en los más pequeños porque sienten que realmente no quieren que esto ocurra, pero no pueden hacer nada para evitarlo.

2. Efectos en su autoestima.
Al discutir delante de ellos sobre temas que tienen que ver con ellos, los niños en ocasiones piensan que son los responsables de las discusiones, ya que ellos en el fondo son el tema de la disputa. Y esto, como es normal, los puede hacer sentir culpables. Lo que repercute en su propia autovaloración y autoestima.

3. Problemas de conducta.
En muchos casos, los más pequeños pueden cambiar su actitud y mostrarse más rebeldes o incluso desarrollar comportamientos más agresivos o retraídos como respuesta a la situación de tensión que pueden estar viviendo en casa con nuestras discusiones.

4. Dificultades para gestionar sus propios conflictos.
En los casos en los que nos ven discutir siempre o incluso no nos ven discutir nunca y no aprenden cómo resolver las dificultades de otra manera, hace que no tengan las herramientas para resolver lo que a ellos les pasa. Esto es así porque no han aprendido a hacerlo de otra manera.

Padres que discuten frente a sus hijos

5. Desregulación emocional.
Si en casa no ven cómo se regulan las emociones antes, durante o después de una discusión. Tanto si nos ven discutir como si no nos ven, lo normal será que ellos no aprendan a hacerlo solos, lo más seguro es que repitan nuestro patrón a la hora de regular sus emociones.

6. Relaciones de pareja disfuncionales.
Lo más seguro es que en sus relaciones de pareja y amistad al no saber cómo resolver o gestionar los conflictos va a llevar a nuestros hijos a tener relaciones con las mismas dificultades que nosotros, ya que no sabrán solucionarlo de otra manera.

7. Efectos en la comunicación.
Cuando los niños presencian discusiones constantes o no nos ven discutir nunca pueden perder la confianza en la capacidad de sus padres para comunicarse y resolver conflictos de manera efectiva. Esto puede afectar negativamente su capacidad para comunicarse y resolver conflictos en el futuro.

8. Cambios en el rendimiento escolar y hábitos.
Puede que la mala gestión de nuestras discusiones haga que nuestros hijos comiencen a tener repercusiones negativas en otras áreas, como es el sueño, alimentación y las notas. Las situaciones de tensión se sienten en casa aunque pensemos que no y esto genera mucho malestar.

9. Propensión a la personalidad retraída.
Al no saber gestionar el conflicto, se refugiarán mucho más en sí mismos, dando paso a una falta de confianza y al retraimiento. En la escuela puede ser que se aíslen o que les cueste trabajo hacer amigos. Prefieren evitar las peleas y suelen ceder mucho en cualquier situación.

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