Cambiar el pañal al bebé a cuatro manos

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  1. Cambiar el pañal a los bebés, una obra de ingeniería

Toda ayuda es poca cuando unos padres primerizos se enfrentan a la difícil tarea de cambiar los primeros pañales a su hijo recién nacido. Cuando no se ha hecho nunca, el primer cambio de pañal es como el debut en el primer trabajo de prácticas al final de la carrera. Sabemos toda la teoría, hemos sacado buenas notas y ha llegado la hora de la verdad.

Tenemos en el cambiador, convertido en una mesa de operaciones, todo lo necesario y esperamos que no se nos haya olvidado nada porque si no estamos perdidos. Aún así nos falta ayuda, más manos, toallitas, esponjas y conocimientos prácticos para limpiar todo aquello de manera adecuada. 

Cambiar el pañal a los bebés, una obra de ingeniería

Cambiar el pañal al bebé

La primera vez nunca es fácil y menos con nuestro bebé. Resulta curioso, como sabemos todos los padres primerizos, darse cuenta de que nuestro bebé es muy exigente y que no tiene la intención de ponérnoslo fácil desde el primer cambio de pañal. Raramente, debemos cambiar un pañal de orina la primera vez, generalmente suele estar lleno de meconio. Es la primera cacota de nuestro recién nacido, un acontecimiento glorioso que todos aplauden en la maternidad, desde los abuelos hasta la matrona y el personal sanitario, y que indica que el intestino del bebé ha empezado a funcionar estupendamente y está sano. 

Este primer intento de dejar limpito y cómodo a nuestro bebé me recuerda a la primera vez que cogí el coche yo sola por la ciudad. Hasta que te acostumbras, el hecho de estar pendiente de quien va delante y detrás de ti, de las señales de tráfico, de si el coche nos pide la segunda o la tercera marcha... te desborda. Algo parecido sucede al cambiar los pañales por primera vez nuestro hijo, necesitas cuatro manos, sobre todo para las cambiadas de algunas cacotas, pero también y como no para ocuparte al mismo tiempo de tantas cosas a la vez... Mientras que, por un lado, necesitas sujetar al bebé para que no se caiga del cambiador, que se ha convertido en una improvisada mesa de operaciones, por otro necesitas más manos para la toallita, para dejar la sucia en un lugar seguro, y secar el culito del bebé, sacar la crema del envase, desenrroscar el tapón y extender la crema. Por último, hay que intentar que la crema no se impregne en el cambiador antes de colocar el pañal bajo el culito y cerrarlo sin que el bebé al moverse pueda descolocar toda la operación. 

Por eso, si has tenido la suerte de llevar a cabo este primer examen práctico de padres primerizos en pareja, ¡enhorabuena! Es tan gratificante como la presentación de un trabajo de grupo en el que todos colaboran. Mientras uno sujeta al bebé, el otro retira el pañal sucio y se pelea con la toallita o toallitas, la crema, la colocación el pañal limpio y los belcros que no siempre ajustan cuando se pegan y se despegan una y otra vez hasta que conseguimos colocarlos en su sitio. 

¿Le habré dejado el pañal demasiado apretado? ¿le cortará la respiración?... ¡Qué dudas! Voy a soltarlo poco más, por si acaso. En fin, pronto apredimos que ese "por si acaso" significaba que si dejaba el pañal demasiado suelto, ¡adiós! El pañal ya no cumplía su cometido de retención, su función se perdía y el líquido y el sólido se salían y manchaban la ropa del bebé, de la cuna, del cochecito o de la persona que le tuviera en brazos en aquel momento. Cambiar el pañal a tu bebé es todo un arte, una destreza que hay que aprender. Suerte que después de unos cuantos cientos de pañales, la mayoría podríamos hacerlo hasta con los ojos cerrados, ¿no te parece?

Marisol Nuevo.
Ilustración de Glòria Vives.
Ilustradora y autora del libro 40 semanas. Crónica de un embarazo.

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