6 pautas para acompañar a un niño que está nervioso y fuera de control

Consejos de una guía Montessori y madre sobre cómo calmar a un niño enrabietado sin gritar ni castigar

Marta Prada, Formadora y Guía Montessori
En este artículo
  1. El autocontrol de los padres cuando los niños están nerviosos
  2. Cómo ayudar a un niño que está fuera de control
  3. Cómo satisfacer las necesidades afectivas de nuestros hijos

Esos momentos en los que los niños comienzan a hablar más alto, a gritar, a corretear de un lado a otro sin rumbo a sacar cosas, a dar golpes, está como enrabietado... Como si su mente hubiese desconectado de su cuerpo... ¿Te suenan? Probablemente sí. ¿Qué podemos hacer cuando un niño está nervioso fuera de control?

Este nerviosismo suele ocurrirles en algunos momentos en los que va a pasar algo que les emociona o les preocupa, en momentos en los que se aburren, están cansados, tienen hambre...  Son picos de energía desbordándose que pueden resultar difíciles de gestionar para los adultos cuando nos dejamos llevar por el agobio, el estrés o los nervios.

El autocontrol de los padres cuando los niños están nerviosos

Fomentar el autocontrol de los padres

Cuando nuestro hijo actúa así, fuera de control y nervioso, la reacción más primaria del adulto suele ser gritar, amenazar... '¡Para ya!', '¡no des golpes!', '¡como vuelvas a hacer eso te vas castigado/a!', '¡me estoy enfadando mucho y te vas a enterar!'...

Porque nos contagiamos de la falta de autocontrol de los niños. Esta reacción primaria nuestra ocurre debido a las neuronas espejo. En realidad, estas neuronas tienen una función muy importante en los seres humanos, nos ayudan a comprender las emociones y el comportamiento de los demás, haciendo que de forma inconsciente las imitemos o reproduzcamos. Esa es la diferencia entre reacción y respuesta.

Cuando te limitas a reaccionar no utilizas esa parte del cerebro en la que piensas cómo se van a sentir los otros con tus propias acciones. Cuanto más equilibrio interior tenemos, más capaces seremos de responder con flexibilidad, serenidad y empatía. Estas son funciones que se dan en la corteza prefrontal; esta parte del cerebro funciona adecuadamente cuando cultivamos nuestro propio bienestar y equilibrio.

A continuación voy a darte herramientas para que puedas responder y guiar a tus hijos en esos momentos de nervios y falta de control. ¡Ojo! No hay recetas milagro. Cada situación y cada niño envuelven una energía y requieren una respuesta indivualizada, sin embargo, tener consciencia e ideas te va a dar más seguridad para que en esos momentos de tensión veas más claros otros caminos, más allá de los gritos y los castigos.

Al fin y al cabo, cada vez que respondemos y no nos limitamos a reaccionar, les estamos mostrando al niño que hay formas de relacionarse que nos pueden hacer sentir mejor a todos, que para convivir necesitamos respeto. El ejemplo es la mejor forma de influir en nuestros hijos.

Cómo ayudar a un niño que está fuera de control

Cuando los niños están nerviosos y fuera de control

A continuación te propongo 6 pautas a tener en cuenta a la hora de calmar a un niño nervioso, que no atiende a razones porque está enrabietado y fuera de control.

1. Respira, pon perspectiva

Antes de reaccionar de forma primaria, respira y míralo en perspectiva. Manda mensajes positivos a tu cerebro: es un niño o una niña. Solo necesita pertenecer. Yo soy el adulto y puedo guiarle con amor. Acepto que todavía está aprendiendo y que tiene creencias equivocadas sobre cómo cubrir sus necesidades. Tomarte estos segundos te va a permitir responder y no quedarte en la reacción primaria inmediata que, por lo general, suele estar relacionado con pérdidas de control, gritos o amenazas.

2. Ten presencia

Muchas veces acabamos gritando porque desconectamos del aquí y el ahora y nos dejamos llevar por pensamientos, juicios... '¿Qué van a pensar de su comportamiento?', '¡Todos creerán que no sé educarlo si no pongo mano dura!', '¡Se va a convertir en un tirano!'.

Cuanto más presente consigas estar en el momento con toda tu atención puesta en el ahora, más fácil te resultará guiar y reconducir la situación desde el respeto.

3. Ofrece trabajos interesantes inteligentes

Es un error tratar de entrar en explicaciones, sermones y negociaciones en ese momento. ¿Acaso tratarías de razonar con una persona ebria? Cuando el cerebro está destapado, cuando estamos actuando con nuestro cerebro primitivo, somos pura reacción, y no atendemos a razones.

Por eso, una opción es guiar al niño ofreciéndole un trabajo en el que pueda a volver a conectar su cuerpo con su mente. Por ejemplo: lavar sus juguetes con agua, machacar un alimento en la cocina. Un trabajo con un propósito inteligente que sea acorde con su periodo sensible y sus intereses. Es importante que sea un trabajo que le interese, para que repita y pueda concentrarse. Ahí es justo cuando vuelve el equilibrio y el niño conecta de nuevo consigo mismo. De esta forma, le resulta más sencillo autocontrolarse.

4. Proponer la posibilidad de movimiento

¡Vamos afuera! ¡Tengo un juego con la pelota genial que podemos aprender! Cada vez la infancia tiene menos opción de movimiento: las pantallas, las prisas, la falta de naturaleza... Les impide cubrir necesidades básicas como: balancearse, saltar, trotar, escalar, correr o columpiarse. Estas acciones de movimiento grueso son fundamentales para el desarrollo a nivel motriz, cognitivo, emocional, vestibular y nervioso.

5. Una actividad que les guíe hacia la calma

Para acompañar a un niño que está fuera de control, vamos a proponer un ejercicio que le guíe hacia la calma. Ha de ser una actividad cautivadora. Mejor si empieza en un punto más alto de energía y va bajando poco a poco. Por ejemplo, podemos cantar una canción en la que imiten nuestros gestos y que vaya bajando el movimiento, la intensidad y el tono poco a poco. Los cuentos, las canciones, los masajes guiados, los juegos con respiraciones, etc. son algunos recursos muy útiles en estos casos.

6. Humor y efecto sorpresa

Creo que la forma más inmediata de conectar con un niño es a través de la risa. Cuando eres capaz de hacer reír a un niño y tratarlo bien eres capaz de ganar su atención y su respeto. Una broma, un chiste, una historia inesperada, un juego... Puede ser la forma más eficaz de transformar y conectar energías.

Cómo satisfacer las necesidades afectivas de nuestros hijos

Si los niños están fuera de control

Por último, quiero apuntar que todos, absolutamente todos los niños tienen la necesidad de sentirse amados, integrados, valiosos... Es la forma más eficaz de prevenir que la energía se desborde y se sienta fuera de control.

Cuando sus necesidades afectivas no están cubiertas desconectan de una forma mucho más frecuente de su ser. Por eso, es muy importante que tengan tiempo de calidad con nosotros, que confiemos en ellos para que hagan cosas útiles por sí mismos y que en casa haya un buen ambiente preparado como apuntaba la Dra. Montessori.

Que los platos estén a su altura para que pueda poner su puesto en la mesa, que tenga herramientas de limpieza de su tamaño en un lugar accesible... Es una forma de hacerle llegar el mensaje de que es útil y que también puedes hacer cosas útiles por sí mismo y por los demás. De esa manera su energía irá encauzándose, como el agua de un riachuelo que sigue su curso sin obstáculos.

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