4 cuentos cortos sobre el respeto para educar en valores a los niños

Bonitos cuentos infantiles en vídeo para que los niños aprendan a respetar a la naturaleza y a los demás

Núria Capdevila García, Maestra y técnico en psicología inf.
En este artículo
  1. Cuentos cortos sobre el respeto - El elefante Bernardo
  2. Las conejitas que no sabían respetar - Educar en valores a los niños
  3. El niño y los clavos - Cuentos infantiles con valores
  4. Cuento para que los niños aprendan a respetar - Itzelina

Los cuentos infantiles son un gran recurso para educar en valores a nuestros hijos e hijas. A partir de las historias (mucho mejor si están protagonizadas por animales porque resultan de lo más atractivas), los niños aprenden de una forma más práctica y divertida qué está bien y qué está mal. En Guiainfantil.com te proponemos un vídeo en el que podrás ver 4 cuentos cortos sobre el respeto a los demás y a la naturaleza.

Cuentos cortos sobre el respeto - El elefante Bernardo

Unos cuentos cortos para niños sobre el valor del respeto

Había, una vez, un elefante que se llamaba Bernardo. A Bernardo, le costaba mucho pensar en los demás y siempre se reía de todos. Un día, jugando, lanzó una piedra que causó una herida a la oreja del burro Cándido. Este se puso a llorar y, mientras que unos niños le curaban la herida, Bernardo solo se reía de él.

Al día siguiente, Bernardo bajó al río y se encontró con dos ciervos. Para reírse un rato, les lanzó agua con su trompa y consiguió que el más pequeñito se cayera al río. Bernardo solo seguía riéndose sin ningún respeto hacia los ciervos.

Sin embargo, al día siguiente, andando por el bosque, Bernardo tropezó con una planta llena de espinas, las cuales se quedaron clavadas a sus patas. Bernardo no llegaba a quitárselas y pidió ayuda al burro Cándido y al cervatillo que pasaban por allí. Estos se negaron a ayudarle por lo que les había hecho los días anteriores.

Bernardo se puso a llorar, desconsolado, hasta que un mono sabio acudió en su ayuda a cambio de que cumpliera dos promesas: no se reiría de nadie más y si alguien necesitaba ayuda, él se la daría. El elefantito aceptó las condiciones y el mono le quitó las espinas. Desde este momento, Bernardo aprendió a no reírse de los demás y a ayudarles siempre que lo necesitasen.

Las conejitas que no sabían respetar - Educar en valores a los niños

El cuento infantil de las conejitas y el respeto

En lo alto de una montaña, vivían el conejo Serapio y sus nietas, Serafina y Séfora. Serapio era muy bueno y respetuoso, pero sus nietas eran todo lo contrario: se pasaban el día burlándose de los demás animales y faltándoles el respeto.

Un día, Serapio se cansó del mal comportamiento de sus nietas y les propuso un juego: deberían escribir en una libreta la palabra 'Disculpa' cada vez que faltasen el respeto a alguien. Ellas aceptaron y empezaron a escribir la palabra cada vez que ofendían a alguien. Pronto se dieron cuenta de que sería más fácil respetar a los demás que ir escribiendo esta palabra todo el día. Serapio, que oyó la conversación, las felicitó por su decisión y les pidió que borrasen todas las palabras que habían escrito.

Una vez las conejitas habían borrado las páginas, se dieron cuenta de que estas no quedaban igual que al principio y su abuelo les dijo que esto era lo que pasaba cuando se faltaba el respeto a alguien: las palabras quedaban en el corazón de los demás y el daño no podía repararse completamente. Desde este momento, las conejitas cambiaron su comportamiento y empezaron a respetar y a ayudar a los demás animales.

El niño y los clavos - Cuentos infantiles con valores

Cuentos para educar en valores a los niños

En una pequeña aldea, vivía un niño que tenía muy mal carácter: siempre estaba enfadado con todo el mundo e insultaba por todo y por nada. Para remediar este comportamiento, su padre le dio una bolsa llena de clavos y le pidió que clavase un clavo en la verja de la casa cada vez que se sintiera enfadado. El niño empezó esta tarea y clavó 37 clavos en un solo día. Al día siguiente, ya solamente clavó 20; y, al tercer día, clavó únicamente 6.

Cada día que pasaba, el niño necesitaba clavar menos clavos, lo que quería decir que iba aprendiendo a controlar su mal genio. Así, llegó el día en el que el niño no tuvo necesidad de clavar ningún clavo y su padre le felicitó por el cambio en su comportamiento.

Seguidamente, el papá le pidió que sacase un clavo de la verja cada vez que se sintiera bien. El niño, al sentirse contento, logró quitar todos los clavos de la verja en muy poco tiempo y su padre le felicitó, de nuevo, por su progreso. Sin embargo, le hizo prestar atención a los agujeros que habían quedado en la verja y le hizo ver que lo mismo pasaba con la gente: una vez había dicho cosas feas a la gente, aunque pidiera disculpas, siempre quedaban cicatrices.

El niño entendió las palabras de su padre y, a partir de este día, el niño se convirtió en una persona muy amable y respetuosa con los demás.

Cuento para que los niños aprendan a respetar - Itzelina

Los cuentos cortos para niños del respeto

Itzelina era una niña muy curiosa a la que le encantaban los rayos de sol. Por ello, se propuso subir a la montaña más alta y cogerlos para quedárselos todos para ella.

En el camino, Itzelina se encontró a una ardilla. Le contó sus planes y la ardilla le pidió que dejase algunos rayos para que ella pudiera encontrar alimentos. Itzelina aceptó y siguió su camino. Luego, Itzelina se encontró con un árbol, al que también le contó lo que iba a hacer. Este le pidió que guardase algunos rayos de sol para que él pudiera seguir creciendo. Itzelina volvió a aceptar y siguió con su camino. Por último, Itzelina se encontró con un gallo, a quien también le contó sus planes. Este le pidió que guardase algunos de los rayos para que él pudiera saber a qué hora debía cantar para despertar a los demás. Itzelina aceptó una vez más y prosiguió con su camino.

Al llegar a la montaña, y mientras esperaba a que saliera el sol, se puso a pensar y se dio cuenta de que no era correcto quedarse con todos los rayos de sol si estos eran tan vitales en la vida de los demás. Así, Itzelina entendió que era una injusticia y dejó de lado su intención: simplemente, se quedó sentada en la montaña disfrutando de los rayos de sol, viendo cómo estos lo llenaban todo de color.

Enseñar a respetar a otras personas y la naturaleza es esencial para que nuestros hijos desarrollen conceptos tan valiosos como la lealtad, la empatía y el respeto en sí mismo. Y, para que nos sea mucho más fácil, podemos trabajar estos valores a través de los cuentos cortos. Con este recurso literario, podremos transmitirles estos conceptos tan complicados para ellos, pero tan fundamentales para su desarrollo.

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