Guía para que los niños se porten bien y tengan una buena conducta

Rutinas para que tus hijos tengan mejor comportamiento y sean obedientes o responsables

Belén de Toro Mingo, Psicóloga infantil
En este artículo
  1. Lograr que los niños se porten bien, ¿misión imposible?
  2. Principios de la guía para la buena conducta de los niños

'Mi hijo se porta muy mal', '¿Cómo haces para que tu hijo sea tan bueno?'... Estas son dos frases que podríamos escuchar en la boca de cualquier padre o madre. Y es que como padres o maestros, solemos tener muy claro qué tipo de comportamiento esperamos de nuestros hijos o alumnos: lo que consideramos una buena conducta. Lejos de buscar que nuestros pequeños sean obedientes y sumisos, con esta guía te ayudamos a que los niños se porten bien desde las rutinas y la seguridad.

Lograr que los niños se porten bien, ¿misión imposible?

Guía útil para que los niños se porten bien

Cuando preguntamos a unos padres o educadores si un niño es bueno, sabemos que hacemos referencia a si tiene un buen comportamiento o no: si obedece a la primera, si es tranquilo, no grita, no tiene rabietas exageradas... Es curioso cómo un atributo que en la vida adulta lo usamos para hacer referencia a una característica de la personalidad, en la infancia se reduzca a un calificativo de la conducta.

Y es que para los adultos el comportamiento de los niños es muy importante, principalmente porque de ello va a depender nuestro bienestar psicológico en muchas ocasiones.

Pero no debemos olvidar que igual que las personas adultas somos distintas entre sí, lo niños también lo son, y a la hora de calificar una 'conducta apropiada' podemos ver que hay niños a los que les cuesta menos obedecer y respetar los límites y otros, sin embargo, son más retadores y con una predisposición más dominante, por lo que les cuesta más cumplir las normas externas.

Principios de la guía para la buena conducta de los niños

Lograr la buena conducta de tus hijos

Por ello, las pautas para el 'buen comportamiento' que os vamos a facilitar a continuación no van a servir para todos igual, pero lo que sí sabemos es que ayudan al bienestar psicológico del niño, potencian su autorregulación emocional y fomentan una autoridad respetuosa en los padres.

Establecer rutinas y hábitos en casa

Las rutinas hacen referencia a esos hábitos que hacemos repetidamente. Los hábitos se crean haciendo un horario y siendo constante. Las rutinas dan mucha estabilidad y confianza a los niños, porque saben qué es lo que va a ocurrir, por lo que reduce la incertidumbre.

¿En qué momentos debemos introducir las rutinas? En aquellas situaciones del día a día que son siempre más estresantes.

Por ejemplo, por las noches (momento de baño y cena). Empezar aproximadamente a la misma hora y que haya un acontecimiento que marque el principio del momento (por ejemplo, recoger los juguetes que hemos usado durante la tarde). Seguidamente podemos establecer el baño, ponerse el pijama, bajar a cenar, jugar diez minutos, leer un cuento e irse a la cama.

Hacer todas estas acciones encadenadas y repetidas día a día hace que los niños las interioricen (saben qué toca después de cada una de las rutinas y cumplen con todas ellas) y se reduzca el conflicto.

Cada cosa en su lugar

Otro aspecto muy importante es que cada actividad tenga un lugar donde se desarrolle. Muchas veces nos encontramos peinando a nuestro hijo en el salón o dándole el postre de la cena en el cuarto mientras recoge los juguetes. Esto genera mucho caos.

Igual que en las rutinas respetamos los tiempos, aquí los lugares. Se juega en el lugar de la casa que tengamos destinado para ello y después se recoge, las comidas se hacen en la cocina (nunca delante de la televisión u otra habitación), nos aseamos (peinarse, lavase los dientes, etc...) en el cuarto de baño.

Esto evita conflictos y persecuciones a los niños. Ellos saben dónde deben realizar cada cosa.

Cómo acabar con el mal comportamiento de los niños

Anticiparles a los niños qué va a ocurrir

Debemos siempre explicar a los niños qué cosas van a pasar en un futuro próximo, especialmente cuando se va a romper la rutina. Muchas veces pensamos que los niños no tienen interés o sencillamente 'no se dan cuenta' pero para ellos es igual de importante conocer lo que va a ocurrir a continuación.

[Leer +: Cómo hacer una tabla de rutinas para los niños]

Una forma de anticipar es, por ejemplo, si le dejamos en el colegio y sabemos que por la tarde vamos a hacer unos recados, explicárselo para que cuando llegue la tarde sepa qué es lo que va a pasar. Por supuesto debe anticiparse según la capacidad del niño de comprender el trascurso del tiempo.

Pautar todo aquello que es fuente de conflicto (y mala conducta)

Como fuente de conflicto me refiero a: tiempo de pantallas, ingerir ciertos alimentos poco saludables (chuches o chocolate), salir a la calle o la urbanización a jugar... o lo que para tu hijo sea atractivo y lo reclame insistentemente.

Este tipo de acciones que a ellos les gusta no se las debemos retirar 100%, pero sí saber cuándo dárselas.

Siempre debe ser después de haber hecho algo más desagradable (hacer deberes, recoger el cuarto, etc.) como forma de premio. Siempre debe estar regulado por un tiempo o cantidad (por ejemplo: un capítulo de 10 minutos de dibujos o una galleta después de merendar). Esta pauta debe ser comentada siempre al niño con cariño pero con firmeza y seguridad.

Educar a tu hijo en la responsabilidad

Desde bien pequeños (alrededor de los 2 años) los niños deben tener tareas que sean su propia responsabilidad. Debemos observar a nuestro hijo, ver qué es lo que le gusta y motiva y empezar por acciones en las que sabemos que va a salir airoso.

Según crezca le podemos invitar a realizar responsabilidades que sean de mayor dificultad. Esto a los niños les genera autoconfianza porque aporta percepción de seguridad y autorrealización. Por otro lado, ayuda a descargar a los padres de pequeñas tareas.

Como comentábamos al principio, debemos saber que no va a ser igual de fácil introducir para todas las familias estas pautas en casa, pero con paciencia y constancia son hábitos que ayudarán, y mucho, al bienestar de nuestros niños y, por ende, que su buena conducta no sea fruto de conflicto.

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