Qué hacer si tu hijo te insulta o te maltrata psicológicamente

Enseñar al niño a mostrar sus sentimientos es la mejor forma de transformar su agresividad en algo positivo

Sandra Llorente, Periodista
En este artículo
  1. Cuando el niño pronuncia su primer insulto
  2. Consejos para padres con niños que insultan constantemente

El valor del respeto que todos los padres intentamos trasmitir a nuestros hijos pasa porque nuestros hijos no sean agresivos, tienen un comportamiento correcto con los demás y, sobre todo, no agredan verbalmente a a otras personas. ¿Qué hacer si tu hijo te insulta o te maltrata psicológicamente? ¡Aquí encontrarás la respuesta!

Cuando el niño pronuncia su primer insulto

niños que insultan

Mi primera palabra siempre ha sido, aunque no me sienta muy orgullosa de ello, una de esas anécdotas familiares que se cuentan una y otra vez. Por lo visto, ya tenía dos años y no hablaba. Mi mamá me llevó al pediatra preocupada, pero el médico le dijo que cada niño tiene su ritmo. Mi traductora era mi hermana mayor de 5 años, ella siempre sabía con exactitud lo que quería, así que lo transmitía a mis padres y familiares, de modo que siempre tenía lo que deseaba sin necesidad de hacer mucho esfuerzo.

Un día, mi hermana y yo estábamos forcejeando por la posesión de un juguete y salté ‘¡giliputa!’. Sí, ni mamá, papá, o al menos pera o agua, mi primera palabra fue una palabrota y además compuesta. Mi querida madre siempre lo cuenta riendo, pero en su relato se apresura a decir que, en ese momento, aunque tenía ganas de reírse a carcajadas, me dijo: ‘Ah, ¿que sabes hablar? ¡Y encima con una palabra mala! A partir de ahora que tu hermana no vuelva a hablar por ti’. Dice mi madre que mi cara de estupefacción no tenía color, me habían pillado, ¡y de qué manera!

El caso es que esta divertida anécdota sirve para introducir el tema de los insultos de los niños, porque recoge para mí dos de los aspectos más importantes en lo relacionado a este asunto: la edad del niño cuando propicia el insulto y los límites que ponen los padres ante ello (y un tercero, ¿de dónde narices saqué semejante insulto?).

Puedo decir que, a partir de ese momento, empecé hablar. Parece que incluso sabía decir frases y todo. Mi teoría es que estaba muy cómoda dejando que mi hermana hablara por mí. Además, tenía doble atención, la de mis padres y la de mi hermana, que la pobre se desvivía por hacer cumplir todas mis necesidades (cosas de las hermanas pequeñas).

Por supuesto yo no me acuerdo de esa situación, pero volviendo al caso que nos ocupa, lo que me parece relevante del caso es que ya con dos años entendía que una palabrota es algo que se dice con una determinada intención. No insulté a mi hermana mientras estábamos felices jugando a la pelota, sino en un momento de tensión entre las dos. Aquí tenemos otro aspecto importante sobre los insultos: la intención con la que se dicen.

Consejos para padres con niños que insultan constantemente

Consejos para padres con niños que insultan

Como mamá y redactora he estado recabando información sobre este tema, pero la verdad es que hay muchas maneras de abordarlo, unas que me parecen mejor y otras peor. Sin embargo, no soy especialista en educación infantil, psicóloga, ni nada parecido, así que no me parecía pertinente hacer una especie de guía sobre cómo actuar, sino recopilar algunos puntos en común que existen en toda la información que he encontrado y algunas recomendaciones desde mi propio sentido común, con la intención de ayudar y generar debate sobre este asunto, pero no con la idea de dar lecciones.

Creo que si cualquier papá o mamá se encuentra en una situación desesperada en la que no consigue que su hijo o hija deje de insultarles, maltratarles psicológicamente y/o físicamente, tenga la edad que tenga, lo más sensato es buscar la ayuda de un profesional. Dicho esto, aquí van 5 aspectos que me parecen interesantes para tener en cuenta.

- La edad del niño
No, no es lo mismo un insulto de un niño de 4 años, de uno de 7 u 8 o el de un preadolescente de 14. Parece que el primero puede hacerlo porque no conoce sus propias emociones y no ha aprendido a controlar aún sus sentimientos; el niño de 7 puede que esté probando su propia autoridad, ya que hasta el momento no lo había hecho nunca, por lo que reta a sus padres (su primera referencia en su vida) a ver qué pasa.

Por su parte, el de 14 puede haber sido debido una subida hormonal (si tiene un comportamiento pacifico en el día a día y es la primera vez que lo hace) o también puede ser un problema de comportamiento, algo que desgraciadamente cada vez se ve más en las generaciones de adolescentes del momento. La edad está muy condicionada con la razón del insulto, aunque no es lo único que lo determina.

- Poner límites
Desde mi punto de vista este es el tema más difícil con el que nos topamos los padres y madres de hoy en día (y me incluyo). Muchos y muchas no queremos dar a nuestros hijos una educación tradicional, autoritaria y, a nuestro parecer, sin sentido. Queremos que nuestros hijos tengan la capacidad de expresar sus necesidades y opiniones sin miedo, y que siempre se sientan respetados como individuos, también desde niños.

Entonces, ¿cómo ponerles límites sin coartarles? Ahí, creo yo, es donde nos perdemos. Quizás porque nadie nos ha enseñado antes cómo poner esos límites desde el respeto, o porque confundimos el verdadero significado de la libertad. Por cierto, el Diccionario de la Real Academia de la Lengua dice en su primera acepción que la libertad es la ‘facultad natural que tiene el hombre de obrar de una manera o de otra, y de no obrar, por lo que es responsable de sus actos’. Ahí está el quid de la cuestión, la responsabilidad está unida a la libertad, y a veces nos olvidamos de ello.

El caso es que en toda la información que he encontrado los psicólogos coinciden: los padres tienen que poner límites. El problema es cómo hacerlo. Y aquí creo que entra nuestra propia responsabilidad como padres y madres. Tenemos que aprender.

Cómo explican en el libro 'Niños desobedientes, padres desesperados', escrito por los psicólogos Rocío Ramos-Paul y Luis Torres, 'no poner límites, tener muchos o ser muy rígido con las normas son grandes errores que se cometen cuando el estilo de autoridad es demasiado laxo o severo'.

Si no sabemos, pues toca buscar información, ir a cursos, hacer una consulta con un psicólogo, charlas... ya aviso que existen un sinfín de teorías y formas de actuar, pero creo que informándote puedes ir encontrando poco a poco lo que a ti te funciona, lo que concuerda con tus ideas y tu sentido común. Algo que a mí me funciona es preguntarme cómo me gustaría que me los pusieran a mi (si fuera niña). Es un ejercicio de empatía que puede ayudar a ver con más claridad cómo poner los límites.

- La reacción
En este tema también parece que hay consenso. Es importante reaccionar cuanto antes al primer insulto, tenga la edad que tenga nuestro hijo. Por supuesto, la clase de límite que le pondremos debería ser acorde a la edad. Además, hay que tener en cuenta el contexto en el que se produce el insulto. Algunos niños pequeños pueden decirlo porque lo han aprendido, pero realmente no entienden lo que significa. En estos casos es importante sentarse con ellos y explicarles que ese tipo de palabras pueden hacer sentir mal a la persona y no se deben decir.

Pero ¿qué pasa con los demás casos? ¿Esos casos en que el insulto es una forma de agresividad? ¿Cómo reaccionamos? Una vez más, dependerá de la edad, pero lo que parece que los expertos concuerdan es que en ningún caso se debe reaccionar con la misma agresividad que los niños, es decir, no se debe insultar, gritar, muchos menos pegar. No perder los nervios es la mejor estrategia para enseñarle a nuestros hijos que ese tipo de actitudes no les funcionarán para salirse con la suya.

Otra de las reacciones que los expertos desaprueban es la contraria, ceder a la primera de cambio y dejar que nuestro hijo o hija se salga con la suya. Ósea que encima de que nos insulta le damos lo que quieren. Eso otorga al niño una sensación de poder sobre nosotros, algo muy perjudicial porque al final entenderán que ese tipo de actitud es la adecuada.

Otra acción que desaconsejan es no reaccionar. Muchos padres, sobre todo los de hijos adolescentes, se sienten tan abrumados por el comportamiento de su hijo que se bloquean y no hacen nada. Y esto también les enseña a sus hijos que tienen poder sobre ellos. Tampoco parece muy adecuado negociar con tus hijos en esta situación: no es lo mismo que proteste porque no está de acuerdo (donde sí cabe negociar) que el hecho de que te insulten y agredan. Tus hijos tienen que entender que ese comportamiento no es tolerable, ni en su familia, ni en ningún otro entorno.

Tampoco es aconsejable reírse o hacer como si no tuviera importancia. Si tu hijo te insulta porque está enfadado, más allá del insulto, sus sentimientos se deben de respetar. Es decir, no se trata de tolerar el insulto, pues hay que reaccionar en el momento, pero cuando la cosa se calme hay que tratar de buscar un espacio con tu hijo para comprender qué le pasa, por qué ese hecho le hace sentir con esa angustia, esa furia que expresa hacia nosotros. Enseñarles a tus hijos a mostrar sus sentimientos de otra manera es la mejor forma de transformar su agresividad en algo positivo.

En general, los expertos coinciden en que si desde un primer momento se reacciona ante el insulto, no será algo que se repetirá más. Sin embargo, si estás en una situación en la que los insultos o agresiones de tu hijo se han convertido en un problema que no sientes que puedes controlar, tenga tu hijo la edad que tenga, pide ayuda profesional. Cuanto antes atajes el problema, antes se solucionará y no irá a peor.

- El sentimiento de culpa
Muchos padres se sienten culpables ante el mal comportamiento de sus hijos. Este sentimiento es muy poderoso, tanto que algunos padres acaban hasta justificando los insultos de sus hijos. Es importante no dejarnos llevar por el sentimiento de culpa, pero eso, advierten los expertos, no significa que eludamos nuestra responsabilidad como padres. Debemos dejar atrás esa idea de que nuestros hijos son así por la escuela o los amigos que tienen.

El mayor referente en su vida hasta la etapa adulta somos los padres y, como padres, tenemos la responsabilidad de educar a nuestros hijos. Eso significa muchas cosas, como enseñarles la diferencia entre lo que está bien y mal, aportarles comprensión y apoyo, permitirles su propia expresividad, ofrecerles límites adecuados para que aprendan a desenvolverse en la vida...

En fin, que tenemos un trabajo que hacer, y en el que nunca hay vacaciones. Por eso, aquello que dicen de que hay que darles ejemplo no es ninguna tontería. Si tu hijo te insulta, lo primero que hay que revisar es cómo son las relaciones entre la familia, si los padres insultan cuando se enfadan o dicen palabrotas al referirse a alguien con el que están enfadados...

- Seguridad y firmeza
No creo que hubiese aceptado hablar si mi madre no hubiese dicho lo que dijo con seguridad y firmeza. Si su reacción hubiese sido otra, quizás hubiera seguido pensando que me podía salir con la mía. Ser firmes no significa ser malos o ser demasiado autoritarios, sino tener seguridad en nosotros mismos. Una vez que logramos ser personas seguras, eso se transmite a nuestros hijos.

Cuando decidamos ponerles límites a nuestros hijos, hay que hacerlo con seguridad, sin nervios, con una voz calmada pero firme, sin dudas. Eso no significa que no podamos admitir errores ante nuestros hijos, en realidad no tiene nada que ver. Pero un insulto de tu hijo o hija es un error de él o ella, no tuyo, y, por tanto, debe asumirlo como tal. Recuerda siempre que la seguridad y la calma son tus mejores armas.

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